Una oportunidad dorada para el cine malayo

La vida afectiva del economista británico John Maynard Keynes fue considerablemente variada, sorprendente y activa.

Uno pudiera pensar que el economista más influyente del siglo pasado le daría más trabajo a la sesera que a las ingles. No se engañen. En sus años de estudiante, Keynes encadenaba una relación homosexual con la siguiente y consignaba todo aquel trajín amatorio en prolijos y minuciosos diarios. Con el tiempo, el cuerpo le pidió una vida más tranquila y el científico, obediente, inició una relación estable con el pintor Duncan Grant.

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Ocho años llevaban juntos Duncan y John cuando, ¡oh sorpresa!, el economista conoció a la bailarina rusa Lydia Lopokova, hermosa mujer del moño a las puntillas, y se enamoró de ella hasta las trancas. Una vez la hubo desposado, Keynes abandonó para siempre la homosexualidad y el pendoneo.

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Pintor, economista y rusa -por ese orden-

En nuestra parte del globo, estos bandazos no son muy frecuentes. En Malasia, que está donde Sandokán perdió el pañuelo, ocurren, de seguro, con más frecuencia. No se entiende de otro modo que las autoridades malayas hayan decidido permitir la aparición de personajes homosexuales en los filmes si estos encuentran novia antes de finalizar el metraje.

Es una oportunidad de oro para los cineastas malayos: por fin podrán rodar, sin meterse en líos, la apasionante vida y doctrina de Sir John Maynard Keynes.

Preveo kilométricas colas en los cines de Kuala Lumpur.