Cuando, en el año 984, Erik el Rojo, Eiríkur rauði para sus paisanos, regresó a Islandia tras cumplir los dos años de exilio que le habían impuesto por asesinar a unos cuantos vecinos molestos que no devolvían las herramientas prestadas lo hizo, sorprendentemente, navegando desde el oeste. No es que los islandeses tuvieran muchos complejos geográficos a la hora de surcar los mares, pero al oeste de Islandia era bien sabido que se acababa el mundo y el océano se vertía en cascada sobre el abismo, circunstancia notoriamente incómoda para la navegación.
Sin embargo, el tal Eiríkur, tan poco respetuoso con la geografía comúnmente aceptada como con las normas de convivencia vecinal, aseguraba haber pasado el exilio en una tierra rica en pastos y pesca que él, en ejercicio de su derecho de ocupación, había llamado "La Tierra Verde". Esto es, Grønland en su idioma y Groenlandia en el nuestro. Así entre nosotros, pesca había mucha, pero pastos, lo que se dice pastos... bueno, en verano, la puntita del sur más al sur del sur del extremo sur de Groenlandia verdea un poquito.
En cualquier caso, aunque aún se discuta si el nombre era un chiste vikingo, si era, en cambio, un error de transcripción, si Eiríkur tenía mucha cara y no le importaba mentir para atraer colonos a sus tierras o si el siglo X fue excepcionalmente cálido en el Atlántico Norte, lo cierto es que el reclamo funcionó, los islandeses más aventureros liaron el petate y, durante unos cuantos siglos, una colonia nórdica sobrevivió mal que bien en los fiordos meridionales de Groenlandia.
A comienzos del siglo XXI, quedan menos lugares inhóspitos que colonizar, pero ello no disminuye la importancia de encontrar nombres con gancho. Esta misma mañana he podido leer que los responsables del mayor aeropuerto privado de España han decidido cambiar su nombre de "Aeropuerto Don Quijote" a "Aeropuerto Madrid Sur", con la esperanza de "atraer un mayor volumen de tráfico internacional". Tráfico internacional sin grandes nociones de geografía, supongo, pues con cambio de nombre o sin él, el aeródromo seguirá en Ciudad Real, unos 200 km al sur de Madrid. Por el mismo precio podían haberlo llamado "Aeropuerto Madrid Sur Sevilla Norte Valencia Oeste y al Este de Badajoz", que tiene mucho más gancho comercial.
En fin, mejor no quejarse, por lo menos la orientación geográfica la han dado bien y, si los pasajeros llevan brújula, podrán apañárselas. Eiríkur seguro que lo hubiera llamado "Aeropuerto Madrid Centro-Centro y con unos pastos tan buenos que las vacas engordan solas".
En castellano suena un poco largo, pero en islandés seguro que cuela.