Quédense con esta cara. Es más, si quieren completar su semblanza coloréenla del siguiente modo: el cabello de un llamativo rojo anaranjado, la piel blanquísima, de ese mórbido tono alabastrino que sólo exhiben los verdaderos pelirrojos, los ojos, fríos, reflexivos, inteligentes y crueles, de un desvaído gris levemente tintado de azul. En la túnica pueden, en cambio, elegir entre el impoluto blanco del orden senatorial o el rojo sangriento del militar latino ya que la faz que contemplan es la del talentoso militar, astuto político, cruel dictador y postrer gran defensor de la aristocracia romana, Lucio Cornelio Sila Félix.
Su vida fue en extremo azarosa, llena de emoción y peligros, de valor y de astucia, de honor y de crueldad, pero lo que de verdad apasionaba al foro era la duda, siempre presente, sobre sus inclinaciones sexuales. Al contrario de lo que ocurriría en la Roma Imperial, los republicanos más conservadores veían con muy malos ojos la homosexualidad, que era tenida por un corruptor vicio oriental impropio del muy viril, sobrio y marcial romano de pura cepa. Sin embargo, en la conducta del más fiero defensor de la tradición aristocrático-republicana existían sospechosos indicios. Es fácil imaginar las discusiones:
- ¡Cómo va a ser homosexual el más viril de los generales romanos! ¿Acaso no ha tomado cuatro esposas? ¿No es la última de ellas la bellísima Valeria Messala por la que tantos romanos han perdido la cabeza?
- ¿Qué importancia tiene? ¿Acaso no le han reportado sus matrimonios importantes alianzas políticas? ¿Quién sino el actor Metrobio ha sido todos estos años su inseparable compañero?
- ¡Envidioso!
- ¡Homófobo!
- ¡Mariquita!
En fin, el resto lo dejo a su imaginación.
Mientras Sila estuvo entretenido en conservar los privilegios de la aristocracia y exterminar a los más prominentes miembros del partido popular, se guardó mucho de aclarar las dudas. Sin embargo, cuando decidió renunciar a la dictadura y dedicarse a sus asuntos personales, reunió al Senado en sesión plenaria, agradeció en un prolijo discurso los servicios prestados, llamó a Metrobio a la tribuna y lo besó ante la atónita mirada de los senadores. Supongo que después de eso, muchas apuestas quedaron definitivamente saldadas en el foro de Roma.
En Polonia, en cambio, la orientación sexual de los políticos debe estar mucho más clara, ya que se entretienen en mirarle las pajarillas a los peluches. Para que se sitúen, la defensora de la infancia de la república centroeuropea, Ewa Sowinska, ha ordenado que se investigue si los teletubbies son gays como paso previo a su retirada de los televisores poloneses en el caso de acreditarse que "promueven el estilo de vida homosexual". Ellos sabrán lo que se hacen, aunque yo sigo pensando que inquirir si unos peluches con antena y barriga catódica son homosexuales es equivalente a reflexionar sobre por qué el Pato Donald no usa pantalones o qué demonios hacía Don Pimpón en el bosque con tanto crío.
Menos mal que nuestros políticos son gente mucho más seria y sólo se preocupan de cuestiones relevantes para el país, como a quién se encaloma al alcalde de Madrid, qué idioma hablan los gorilas o a qué partido vota Supermán. ¡Como si no supiéramos todos que la "S" que luce en el traje es su manera personal de proclamar su ferviente afiliación socialista!