De toda la vida del Señor, el colectivo de estudiantes de ingeniería ha pasado por ser uno de los colectivos humanos más abrumados por el rijo a duras penas contenible. Entendámoslo, las facultades de ingeniería eran tradicionalmente espacios de mínima presencia femenina, latifundios de nabos y calabazas, donde lo más parecido a la hembra de la especie eran las transformadas de Cauchy. Por aquellos desolados páramos de masculinidad solitaria vagaban astrosos fantasmas juveniles acosados por sus hormonas en ebullición.
Así se entienden fenómenos como el acontecido en diciembre de 1986, cuando un tropel de alcoholizados alumnos de telecomunicaciones asaltaron la facultad de filosofía de la Universidad Complutense de Madrid. Los etilizados muchachos presumían que el paraje invadido sería más rico en aquellas producciones de la naturaleza que tanto añoraban en su lar, de modo que proclamaron a voz en grito su voluntad y disponibilidad para la coyunda hasta que llego la policía y los reubicó a porrazos en su propia facultad.
Hechos como ese no volverán a suceder. El tiempo lo cambia todo y, según informa la prensa...
.... ya no hace falta emigrar.
2 comentarios:
Bueno ya sabes, en España con una Carrera Universitaria tienes tres salidas. por tierra, por mar y por aire. triste.
Saltos y brincos Ester
En mis tiempos, el mito era la Facultad de Psicología. 9 alumnas por cada alumno, y con fama de "liberales" (eran otros tiempos).
Y las de Bellas Artes, que si bien la ratio no estaba tan desnivelada, según el mito, la fama de desinhibidas eran las mismas o más.
Me alegra saber que al menos las manos no se quemaron en la hoguera. :-)
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