domingo, abril 22, 2007

Un personaje en busca de autor

Hablaba hace unos días de personajes que llegan a hacerse lesivos para sus autores contra la voluntad de estos, pero existe un supuesto peor: que el personaje que te haga polvo lo escriba, con la mejor intención, un amigo. Este fue el caso del poeta inglés John Henry Leigh Hunt.

El señor Hunt, seamos sinceros, adquirió más méritos por su ejemplar conducta como amigo -lo fue de Keats, Byron, Hazlitt o Dickens-, editor o polemista político que como literato propiamente dicho. Según quienes lo conocieron, era difícil hallar persona más honesta, sincera, generosa y desprendida que Mr. Hunt.

Pero esa universal fama de bondad se perdió irremediablemente por culpa de su amigo Charles Dickens. Cuando éste andaba escribiendo "Bleak House" se le ocurrió la idea de un incluir un personaje secundario, Harold Skimpole que, siendo el culmen del egoísmo, la sinvergonzonería y el parasitismo, se comportaba, en cambio, con tan inocentes expresiones de bondad que despertaba la simpatía de cuantos lo rodeaban. Para dar mayor veracidad al atrabilario individuo, Dickens tomó prestadas algunas frases y poses características del hombre más bueno, generoso y atento que conocía: nuestro protagonista Leigh Hunt.

El problema fue que alguno de los lectores se dio cuenta del préstamo y empezó a correr la voz. El rumor se difundió por Londres con la rapidez de la pólvora incendiada y, en poco tiempo, se tuvo por verdad irrefutable que el desvergonzado Skimpole y el arcangélico Hunt eran tipos idénticos e intercambiables y que, por tanto, Hunt había de ser el más despreciable de los hipócritas tartufos que poblasen la Gran Bretaña. Esfuerzo inútil que el señor Dickens desmintiera el rumor en cada ocasión que a mano le vino: Mr. Hunt hubo de arrostrar tan injurioso rumor por el resto de sus ya escasos días.

Comoquiera que a mí esta historia me deja siempre un regusto melancólico de desesperanza hacia la malignidad de la especie voy a hacerle al calumniado poeta el favorcillo de citar uno de sus olvidados poemas.

"Jenny kissed me when we met,
Jumping from the chair she sat in;
Time, you thief, who love to get
Sweets into your list, put that in!
Say I'm weary, say I'm sad,
Say that health and wealth have missed me,
Say I'm growing old, but add,
Jenny kissed me."
(1)

El poemita, que en su idioma original posee una delicada y suave musicalidad, recuerda una innegable y consoladora verdad. Todos tenemos nuestro instante de gloria, ese momento insustituible y precioso que el tiempo no aja y nadie te puede robar. Para unos pocos ese instante consistirá en triunfos excelsos o pomposas coronaciones, el descubrimiento de continentes ignotos o la conquista de ricos y lejanos confines, pero, para la mayoría, consistirá en pequeñas bagatelas, en el recuerdo de un instante irrepetido que solo para nosotros tenga sentido, ya sea un día de la infancia, una noche de juventud o, como en el caso de John Henry, el recuerdo de aquella muchachita alborozada que saltaba de su silla al verlo llegar.

Espero que en sus últimos días el pobre señor Hunt, que nunca alcanzó la excelencia literaria de sus amigos y que hubo de ver con dolor lo lejos que estos estaban de su excelencia como persona, pudiera aún aplicarse dicho consuelo.

...................................................................................

(1) En traducción literal que ninguna justicia hace a la dulzura del original: "Jenny me besó al encontrarnos, / saltando de la silla en que se sentaba. / ¡Oh, Tiempo, ladrón que tanto gustas / de anotar dulzuras en tu lista, apunta esa! / Di que estoy preocupado, que estoy triste / que la salud y la riqueza me han faltado, / di que envejezco, pero añade / que Jenny me besó."

8 comentarios:

Tamaruca dijo...

LAS DESVENTURAS DEL JOVEN WERTHER
GOETHE

"No hay cosa que más me irrite que el ver a los hombres atormentarse unos a otros y, sobretodo, cuando algunos jóvenes en la flor de la vida, que deberían estar abiertos a todas las alegrías, pierden los cuatro días buenos con malas caras y solamente cuando ya es demasiado tarde se dan cuenta de la irreparable pérdida.
(...)
-Nosotros los humanos nos quejamos a menudo -comencé diciendo- de que los días buenos sean tan pocos y los malos tantos, y me parece que las más de las veces no tenemos razón. Si tuviéramos siempre un corazón predispuesto a gozar de lo bueno que nos depara cada día, dispondríamos entonces también de energía suficiente para soportar lo malo cuando llega"

Al menos Hunt tiene el recuerdo del beso de Jenny.

Anónimo dijo...

Pues yo creo que, si me diese cuenta de lo bueno de las cosas en su momento, me convertiría en un bicho bastante improductivo.
El consuelo, en general, también me parece bastante improductivo y... recapitulemos: momentos de gloria... ups! no tengo!

Anónimo dijo...

Espero que tuviera más momentos de gloria porque sino... pobret.

Esther Hhhh dijo...

Pues vaya, pobre Hunt. Fue víctima de los rumores. Es triste cuando alguien cree antes a un rumor que a lo que su corazón le dice. En cualquier caso, no debía estar rodeado de muy buenos amigos, o de lo contrario hubieran entendido que dickens sólo usó algunas frases, que jamás quiso retratar a su amigo y que, efectivamente, el señor Hunt era un buen tipo.

Besitos

Achab dijo...

Tamaruca:

O como diría mi hermanito: la vida es larga y variada, es la memoria la que es corta y aburrida.

Cisne:

Pues si lo de la Jenny vale seguro que tienes una buena colección disponible de momentos equivalentes.

Gin:

Bueno, a lo mejor la Jenny besaba realmente bien (o slataba de la silla con inusitada elegancia).

Esther hhhh:

El problema es cuando la ficción es más atractiva que al verdad, cosa que ocurre muchas veces.

qelena dijo...

Yo me quedo con una frase de Silvio Rodriguez: lo terrible se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida...

pcbcarp dijo...

No sería tan famoso, pero era el que les prestaba pasta, ¿no? O a lo mejor me estoy confundiendo...

Achab dijo...

Elenita:

Pues eso.

PCBCARP:

Cuando lo tenia lo prestaba.