martes, junio 21, 2011

Espectáculo

Es mi propia versión particular de la ley de Murphy. Siempre que se cruza en mi camino un pleito perdido en el que sólo puedo ponerme a decir sansiroladas con la infundada esperanza de que el juzgador esté dormido o borracho, la suerte me depara actuar ante la misma jueza.

Tendrían que ver la cara que pone la mujer al verme. Es como si le tocaran entradas gratis para el circo del sol.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

mejor, al menos sólo una jueza te mira así...Es mejor para tu fama, creo yo.

Anónimo dijo...

¿quienes son los juzgadores?

profana, sí