Aprovechando que el viernes mencioné a Herodes el Grande a cuenta de una palmera de su quinta, voy a contarles una anécdota del citado monarca oriental. No se quiebren la cabeza buscando paralelismos o moralejas. Es muy tarde y mañana madrugo, así que hoy les toca historieta a la plancha sin guarnición.
Herodes ha pasado a la Historia como un inidividuo especialmente nocivo para la progenie ajena. La mención es singularmente injusta, ya que si Herodes resultaba especialmente peligroso para los hijos de alguien era para los suyos propios. Cada vez que el monarca sospechaba que alguno de sus retoños pensaba más de la cuenta en heredar, lo mandaba ejecutar con la primera excusa que se le ocurriera.
El emperador Augusto, que por cuestión de protocolo y jerarquía política era informado puntualmente de cada purga, llevaba con precisión la cuenta de la escabechina. Para cuando el saldo se aproximaba a la media docena, el romano sentenció:
"- Más conviene ser el cerdo de Herodes que su hijo. "
Yahwé, es bien sabido, había prohibido a su pueblo servirse marrano para comer y Herodes, judío en jefe, cumplía con mimo el precepto de la Ley. Claro que, desde tiempos de Caín, asesinar parientes con excusas barateras estaba igualmente prohibido.
Seguramente, el día que predicaron el segundo fragmento, Herodes se durmió un siestazo de aúpa en pleno Templo de Jerusalén.
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lunes, junio 16, 2008
El cerdo de Herodes
Categorías: historietas históricas
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4 comentarios:
Jueeeee... Y yo que a veces me quejo de mi padre.. Pero si es un encanto de hombre, por Diosss... Hay que ver como andaban las cosas en aquellos tiempos, casi valía la pena ser hijo no legítimo, según quien fuera tu padre, y vivir en el anonimato... De verdad Capi, que duro es a veces ser hijo. Y vos ya podéis ponerle un altar a vuestro progenitor, que total, lo único similar que ha hecho es interponer esos bonitos cáctus entre vos y el despertador...
Besitos
Con Herodes lo sano era ni conocerle, la verdad.
El único inconveniente sería que Herodes no era judío. En fin, un detalle.
Saludos al horno, sin salsa y sin postre.
Era edomita de nacimiento, judío de religión y se molestó en remozar enterito el templo de Jerusalén.
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