Lo siento, chicos, pero hoy no me siento con fuerzas para escribir un chiste.
No es que no se me ocurran -tenía preparada una agudeza sobre el compromiso de Alberto de Mónaco, un par de chascarrillos mundialistas, una guasa sobre ropa prestada y una leve ración de autoescarnio- pero escribirlos me parecería una burla demasiado feroz para mi muy abatido estado de ánimo.
Tranquilos. No se preocupen. Mañana me pinto la sonrisa con albayalde y regreso con bromas nuevas. Mientras tanto, la bitácora queda cerrada por derribo del autor.