Cuando viajé por primera vez a Londres, me sorprendió la imagen de los ejecutivos encorbatados comiendo sus emparedados como lagartos al sol.
Yo me decía para mis adentros:
-¿No tendrá casa esta gente o es que el sueldo no les da para más?
Pensar estas cosas constituye una franca provocación al destino y determina con precisión tu futuro: hoy, aprovechando el primer día soleado de la última quincena, me he apostado con un cacho de empanada en un banquito de la alameda y he sacado la cornamenta al sol como el caracol, col, col.
Todo muy inglés y muy bucólico. Aunque, la verdad, quitando un par de yonkis y un vagabundo desahuciado, no recuerdo ningún británico que se quedara frito con el almuerzo colgando de la boca.
jueves, marzo 31, 2011
Descanso de mediodía
Categorías: yo mismo y mi circunstancia
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