Cuando los ejércitos alemanes invadieron Francia en 1914, en la frontera con el imperio ruso se quedaron cuatro y el del tambor. La idea era aprovechar el mucho tiempo que les llevaría a los rusos movilizar su descomunal ejército para zurrarles la badana a los gabachos. Logrado esto último, los prusianos se subirían al tren y le ajustarían las cuentas a los rusos.
Sobre el papel, el plan erá muy bueno, pero los franceses resultaron más duros de lo que su fama auguraba y, para cuando los rusos se presentaron en la frontera, el Octavo Ejército Prusiano estaba más solo que el as de copas.
Pues bien, tal que así me han dejado en el despacho: todo el mundo se ha ido de vacaciones y a mí me han dejado de guardia por si se presentan de improviso los hijos de la Madre Rusia. En tanto los del zar no aparezcan, es la posición más cómoda. Como asomen el hocico, la vamos a liar a base de bien.
Lo único que me consuela es que los alemanes, contra todo pronóstico le dieron una somanta de palos a los rusos. En fin, que Dios y el Kaiser repartan suerte.
lunes, abril 18, 2011
¡A mí la guardia!
Categorías: empleo, historietas históricas
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