Tengo un problema, lo admito. Cuando alguien me dice que no puedo hacer algo, tiendo a escuchar: "- ¿A que no te atreves?". Un profesor de gimnasia del instituto al que yo asistía tuvo la mala idea de insinuar que yo nunca sería capaz de saltar la mesa alemana. Tanto la salté que aterricé más allá de la colchoneta y me pasé el verano con collarín.
Así pues, cuando un comentarista me deja caer con ironía que, por el mismo precio que me río de la Barbie deforestadora, podría arrimarle estopa al lince ibérico yo, lo que escucho es "leña al lince que es de goma". Una provocación un tanto innecesaria por dos razones:
- La primera, que el lince es un cliente habitual de mi choteo.
- La segunda, que bastante tiene el pobre bicho con sus evidentes problemas de diseño.
Admitámoslo, un animal que se empeña en extinguirse contra el empeño del mundo entero tiene que estar diseñado con los ojos cerrados. Comparémoslo, a efectos pedagógicos con un prodigio de buen diseño: la cucaracha.
A lo largo de la Historia, millones de humanos de todos los tamaños, colores, temperamentos y sabores se han empeñado en exterminarlas y ahí las tienen: cada día están más gordas. Si el destino te es adverso, incluso te puedes topar con el modelo mejorado: del tamaño de un dedo pulgar y con la habilidad de emprender el vuelo.
¿Y el lince? Pues el lince igual que siempre. Con abrigo de pieles en plena Andalucía y las mismas patillas que lucía Alfonso XII.
De todos modos, si les molesta que le meta caña al lince no se preocupen. Yo sólo soy un kakapo y el kakapo, como todo el mundo sabe, además de gordo es idiota.
jueves, junio 09, 2011
Leña al lince, que es de goma
Categorías: autoescarnio, bestiario
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2 comentarios:
Raudo y veloz has sido... yo no quería, de verdad que no quería... pero no he podido evitar la risa al ver tu post... Reconozco que no debí tomarme como una afrenta el anterior. ¡Salud!
Me sorprende la pronunciación. Le dicen kakapú.
Es un animal raro. Tengo en casa una enciclopedia ilustrada de las aves, bastante antigua, y no viene mencionado el kapapo. Pero pone que los de su familia tiene los ojos más perceptibles del reino animal, aunque tienen también presbicia. Para arreglarlo, alrededor del pico llevan unas cerdas táctiles y así comprenden por dónde tienen que empezar a comerse a su presa (supongo que para no confundirla con una piedra y romperse el pico).
Y el pobre lince no es que esté mal diseñado, sino que está desapareciendo su comida - el conejo - por donde vive.
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