Todo el mundo lo dice. El megatrancazo que arrastro esta semana me ha regalado -siquiera de modo transitorio- una voz grave, cazallosa y siniestra que resulta a un tiempo, varonil, atractiva y peligrosa. Una voz, en definitiva, más apropiada para Philip Marlowe que para un picapleitos de la calle Arenal.
Eso sí. En una cosa, la voz no miente. Soy peligroso. Mis bacilos vienen fermentados después de criar en el cuerpo de veinte abogados. Acercarse a mí en mi actual estado supone arriesgarse a pasar una semana entera sudando la gripe en casa.
domingo, octubre 23, 2011
Peligro
Categorías: salud
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Miedo me da leerle...
¡JA!...oh, lo siento...
Publicar un comentario