domingo, febrero 11, 2007

El Tiempo vencido por la Esperanza y la Belleza

Últimamente tengo un tanto descuidada mi vieja tradición de los artículos dominicales gafapasteros, pero, comoquiera que ayer me regalé una de mis antaño frecuentes mañanitas de museo, hoy tocará hablar de cuadros.

Después de regodearme con una completa inspección de la interesante exposición sobre Tintoretto que temporalmente ocupa la galería principal del Prado decidí aprovechar el viaje y ojear alguno de mis cuadros favoritos. Como ya me había administrado una ración más que razonable de pintura veneciana, opté por uno de mis paisajistas preferidos: Claude Gellée, más conocido por Claudio Lorena, pues recordaba que el Prado conserva cinco magníficos paisajes del lorenés, los cuales contemplé a mi plena satisfacción.

Lo que había olvidado es que, en la pared contigua, se exhibe un cuadro que, si bien no me entusiama como pintura, nunca deja de procurarme una sonrisa. Se trata de "El Tiempo vencido por la Esperanza y la Belleza", de Simon Vouet.



El lienzo, una de esas afectadas alegorías que tanto gustaban en el barroco francés presenta al tiempo como un gruñón anciano alado, que, derribado en el suelo, ha de soportar las vejaciones a las que le someten dos belicosas mozas - la Esperanza y la Belleza- y unos innominados amorcillos, que se unen a la jarana para alegrarse el día, en el más cumplido estilo kaleborrokista que imaginarse pueda.

La parte cómica del asunto no está solo en los mordiscos salvajes que uno de los angelotes le arrea al pobre Cronos, sino en las caras de las aguerridas muchachas. Si se fijan, observarán que la de la izquierda, que viste de rojo, es bastante mona, cosa que no se podría afirmar de su nudista compañera sin ofender gravemente a la verdad. Bueno, podrán decir, sólo una de las dos mozas representa a la Belleza, la otra puede parecer un cercopiteco borracho sin inhabilitarse para encarnar a la Esperanza. No lo niego, pero es que es la Belleza la que está en porretas.

¿Qué es lo que ha ocurrido? ¿Tan descabalados estaban los conceptos estéticos en el XVII francés? Pudiera ser, pero hay una explicación más simple.

Sepan señores, que Simon Vouet, además de un pintor habilidoso era un hombre casado. La Señora de la derecha representará a la Belleza con escasa fortuna, pero desempeñaba otro papel con mucho mayor aprovechamiento y talento: el de señora de Simon Vouet.

Admitámoslo, por más que uno pueda ser un pintor de talento y un alegorista competente, dormir en el sofá es bastante incómodo.

3 comentarios:

Hans dijo...

Ah, el encanto de las tradiciones... (me refiero, naturalmente, a los usos alternativos de los sofás)

Anónimo dijo...

Era fea de narices.

Achab dijo...

Hans:

Y deja que no le hiciera dormir sobre la banqueta de pintar.

Gin:

Las narices, precisamente son lo peor que tenía esta mujer.