jueves, mayo 14, 2009

¡Canta, oh musa, a Hermes!

Hermes era un dios que caía simpático. Desvergonzado, embaucador, astuto y embustero, su inmensa frescura acababa por ganar, si no la aprobación del público, cuando menos su cómplice absolución. No obstante, los antiguos helenos no se hacían ilusiones sobre el carácter contradictorio y mendaz del hijo de Zeus.  El vetusto “Himno Homérico a Hermes” describe en los siguientes términos al mensajero de los dioses, patrón de los oradores, los mentirosos, los ladrones, los viajeros y los pastores: 

“κα τότ' γείνατο παδα πολύτροπον, αμυλομήτην,
ληιστρ', λατρα βον, γήτορ' νείρων,
 νυκτς πωπητρα, πυληδόκον, […]”

 “Y entonces nació un niño versátil, rico en engaños, 
ladrón, cuatrero, conductor de sueños,
espía nocturno, guardián de las puertas […]”

Un frescales con buena prensa, el amigo Hermes. Bien se ve que cuidaba su imagen. 

Cuando los políticos de hoy se dirigen a su potencial electorado, un enjambre zumbón de asesores se ocupa de adaptar la indumentaria del orador al gusto y expectativas del público asistente. Por lo tanto, si el presidente del Gobierno, don José Luis Rodríguez Zapatero, complementa la apariencia informal del socialista mitinero con un cinturón Hermès de quinientos euros, tal hecho no puede ser obra de la casualidad ni el despiste. Se trata, sin duda, de una costosa ofrenda a su deidad tutelar. 

Si Hermes le tutela en concepto de orador, de embustero, de espía nocturno o de conductor de sueños, es cosa que libro a la opinión de cada cual.

2 comentarios:

ostra dijo...

Es que los de LD son un poco malpensados. Igual era un Hermes falsificado.

suri kata dijo...

Me juego algo a que no se lo vuelve a poner.