martes, septiembre 16, 2008

Tocayos


Los Ambrones eran una tribu germánico-celta asentada en los Países Bajos. A finales del siglo segundo antes de Cristo, el Mar del Norte inundó sus tierras echándolas a perder. Nuestros protagonistas, que eran unos tipos muy prácticos, no perdieron el tiempo en lamentarse, hicieron las maletas, afilaron las hachas y se recorrieron media Europa robando, matando, e incendiando mientras buscaban un lugar coqueto y aseado donde reedificar sus cabañas.

Lo malo de recorrerse Europa en aquella época era que tarde o temprano topabas con los romanos, que eran gente muy poco considerada con las migraciones ajenas. En las cercanías de Aquae Sextiae, el cónsul Gayo Mario, auxiliado por varias tribus ligures del norte de Italia, se enfrentó a la horda, masacró a la mayor parte de sus componentes y vendió a los pocos supervivientes como esclavos.

Lo más curioso del día ocurrió, sin embargo, al comienzo de la batalla. Los ambrones tenían por costumbre comenzar sus peleas gritando con fuerza el nombre de la tribu. Los auxiliares ligures que combatían con los romanos reconocieron en aquel grito de "¡Ambrones!" el nombre tradicional y sagrado de la suya. En consecuencia, lo gritaron también. Al parecer unos y otros eran parientes lejanos ligados por vínculos de consanguinidad. La situación debió resultar un tanto sorprendente y sospecho que al cónsul romano debieron ponérsele los pelos como escarpias. Afortunadamente para él, los ambrones ligures se tomaban su trabajo con encomiable seriedad y masacraron a sus parientes del norte con la profesional eficacia que se esperaba de ellos.

Acabada la batalla, los ambrones de Liguria se entrevistaron con los ambrones de Germania, les preguntaron por su genealogía, les palmearon la espalda y los vendieron a todos como esclavos. El siglo segundo antes de Cristo resultaba así de hospitalario y encantador.

Sin embargo, las coincidencias de nombre son, a veces, fruto de la casualidad. El candidato demócrata a la Casa Blanca, Barack Obama, no tiene nada que ver con la ciudad japonesa de Obama, en la prefectura de Fukui. Es más, los obamenses, obameños o como quiera que se llamen diseñan y fabrican las estilosas gafas de la candidata a vicepresidenta del partido rival.

Dicho en breve: las gafas de la Palin son de Obama.

Si es que no te puedes fiar de los tocayos. Con tal de sacarse unas perras te la juegan sin dudarlo.

7 comentarios:

Unknown dijo...

También es curioso que algunos ambrones sí sobrevivieron, ya que se quedaron en un campamento de la Galia, lejos de las gladius de Mario. Junto con los restos de los cimbrios y teutones, que formaban el grueso de piojosos germánicos, formaron la tribu de los aduáticos. Algunos años más tarde cometieron el fatal error de ponerse en el camino de Julio César, por lo que también terminaron estripados en el campo o vendidos en el mercado.

lacubanadeldíatalylahoratal dijo...

...y por suerte no es lo mismo dos tazas de té que dos té-tazas...

Ginebra dijo...

Cuando llegué a mi primer trabajo mi jefe miró mis apellidos y dijo "tenemos con nosotros también a tu prima". Yo no la conocía pero cuando nos vimos éramos como dos gotas de agua así que nos preguntamos por los orígenes y, efectivamente, primas segundas. Claro, eso no fue obstáculo para que ambas compitiéramos duramente por el mismo puesto poniéndonos todas las trabas y zancadillas del mundo mundial. Así que entiendo perfectamente a los ambrones romanos.

Anónimo dijo...

no hay que fiarse de esta gente...tienen mala rima.

Achab dijo...

Hispa:

Los hay que nacen para yunque.

Cubana:

Pero a mí me gustan ambas.

Ginebra:

Son ustedes unas descastadas.

Anónimo:

Una rima muy merecida, sea dicho.

lacubanadeldíatalylahoratal dijo...

(¡Lesbiano!)

Anónimo dijo...

Ay qué ver qué arte tiene de ligar historias! Sólo a usted, Capi, le pueden rememorar las gafas de Obama a la matanza de los consanguíneos Ambrones... Olé, olé y olé!