Hoy se celebra en Madrid la noche de los libros, versión mesetaria y nocturna del día de Sant Jordi. Al igual que sucede en su equivalente mediterráneo, la voracidad lectora del público capitalino se estimula con golosos descuentos en la mercancía. Se mire por donde se mire, son buenas noticias para los que, como yo, fuimos picados en la más tierna infancia por el mosquito portador de la lectura compulsiva.
No obstante, hay algo que enturbia mi felicidad consumista y lectora. De un modo u otro, todas las personas con quienes he conversado a lo largo del día han bromeado acerca de la desproporcionada cantidad de papel impreso que previsiblemente mercaré al canto seductor del descuento. ¿Me habré creado un aura de lector voraz y persistente -cosa que tampoco me desgrada- o -y esto si sería grave- una fama de tacaño irremediable?
De todos modos, quizás hubiera sido mejor no escribir esta entrada. Contiene material suficiente como para añadir "paranoico" a la lista de cargos.
Una joyita, ya lo ven, el capitán del barco. Quien no lo conozca, que lo compre.
2 comentarios:
Yo te conozco mucho y COMPRO!!!
Espero que tu ánimo se mejore.besos.c
En la dura encomienda de gobernar un barco, un punto de paranoia es un fiel aliado.
¡Y sus amigos son unos manirrotos!
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