A principios del siglo XIX, las noticias circulaban con lentitud.
Junio de 1815. Londres espera con impaciencia noticias del continente. Arthur Wellesley, primer duque de Wellington acababa de enfrentarse en Bélgica al temido emperador de Francia Napoleón Bonaparte. Del resultado de la contienda depende el éxito de numerosas especulaciones bursátiles. Los financieros de la city - sus fortunas oscilan en la balanza- recorren los pasillos de la Bolsa moviendo las manos con nerviosa agitación.
Un inversor, en cambio, es la viva imagen de la calma. Nathan Mayer, freiherr von Rothschild, que posee un agente en nómina en cada pueblo que separa Bruselas de Dover, sabe desde la víspera cómo Wellington ha azotado el imperial trasero en un poblacho perdido llamado Waterloo.
Cuando, a la mañana siguiente, un correo confirma la victoria, Mr. Nathan ha duplicado su fortuna colosal.
Hoy, en la Academia, he podido revivir la nerviosa incertidumbre de los financieros del diecinueve. A falta de guerra en Bélgica, teníamos baloncesto en Pekín. Cada opositor que llegaba traía noticias frescas:
"- China gana de catorce.
- China nos gana de siete.
- España se pone a tres.
- Empate en el último segundo. Jugamos prórroga.
- España gana de diez en el tiempo extra."
Menos mal que no teníamos nada invertido en productos de Oriente.
Hubiera sido el crujir y el rechinar de dientes.
miércoles, agosto 13, 2008
Información privilegiada
Categorías: deportistas y deporte, historietas históricas, oposición
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5 comentarios:
Siempre ha habido gente habilidosa que ha sabido explotar el filón de lo congénito. Los vecinos, por ejemplo, son chismosos congénitos así que invertir en ellos no falla. En Cuba hasta han crearon una organización de masas que registra el "lleva y trae" de la gente para controlarlos a todos...
¿Se llama Gobierno?
No. Se llama CDR (Comité de Defensa Revolucionaria) que suena todavía mas simpático.
Que manera de que sufrir y de que sufrir, Capi, uff... Menos mal que al final ganaron, jejeje..
Besitos
oé, oé, oé, oé
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