lunes, abril 30, 2007

Atención

Cuentan la malas lenguas que, al poco tiempo de mudarse Albert Einstein a los Estados Unidos, la centralita de información telefónica recibió una curiosa llamada. Al otro lado del aparato, una voz masculina de vago acento germánico preguntaba con amabilidad:

- Disculpe, ¿seria tan amable de facilitarme la dirección del profesor Einstein?

- Lo siento, caballero, esa es una información confidencial que a nadie puedo comunicar.

- ¿Tampoco al profesor Einstein?

Al parecer cuando le enseñaron la ubicación de su nuevo hogar, don Alberto tenia la cabeza en otras cosas y no puso demasiada atención. Yo no es por comparar, pero es que hoy ha venido mi hermanito de visita con su santa y sufrida esposa y, en un momento dado, se ha quedado petrificado mirando la pared de mi cuarto.

- ¿Este papel es nuevo, verdad?

- Relativamente. Lo pusieron los pintores hace un año, cuando aún vivías aquí.

- ¿Vinieron pintores?

- Sí.

- ¿Hace un año?

- Sí.

- ¿Y pintaron tu habitación?

- Y la tuya.

- Ah, pues no estaría atento.


Siempre dije que este muchacho tenia talento para la física.

domingo, abril 29, 2007

Cine Chino

“¿Qué ha pasado con China, tío?
China antes molaba.”

Bart Simpson.
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Cada vez que entro en un “todo a cien” o en un restaurante chino barato y observo los elementos decorativos (biombos psicodélicos, budas deformes y pinturas estridentes) no puedo dejar de preguntarme:

- ¿Será falta de presupuesto o de buen gusto?

Pues bien, ayer fui a al cine a ver “La maldición de la flor dorada” de Zhang Yimou, la película más cara de la historia del cine asiático y, tras dos horas de ver orientales envueltos en papel de plata intercambiando reverencias en un restaurante chino de suburbio, les comunico que he resuelto el enigma.

¿Qué ha pasado con Zhang Yimou, tío? Zhang Yimou antes molaba.

viernes, abril 27, 2007

Reivindicatio Iosephi Albi

Hoy voy a reivindicar la figura de un político manifiestamente incomprendido: el impagable secretario general del Partido Socialista Obrero Español, don José Blanco López. En esto de defender a don José ya tengo una cierta práctica, ya que mi padre, desde que por primera vez lo vio en televisión, ha adquirido la mala costumbre de señalar su supuesto parecido con un alevín de rodaballo. Yo siempre niego tal hecho; los alevines de rodaballo son notablemente simétricos. Es el ejemplar adulto del pez el que manifiesta la desconcertante asimetría de rostro que mi padre observa en el político gallego. De todos modos, este es un tema baladí, pues desde que la frenología cayó en el más absoluto desprestigio, parecerse a un rodaballo de cualquier edad, sexo o estado civil es asunto de lo más intrascendente.

Mi reivindicación del galaico prócer se centra, por tanto, en algo mucho más relevante: negar la acusación que las gentes malintencionadas difunden y que consiste en que el señor Blanco sea más simple que el mecanismo de un cubo, a su vez notoriamente menos elaborado que el del botijo. Esto es falso. Lo que ocurre es que don José es un hombre sistemático que ha ordenado su vida y declaraciones bajo un simple y eficaz principio: “Pase lo que pase, tú habla de Irak, del hundimiento del Prestige o de las mentiras del PP. Si, ya que estás, puedes ponerle una denuncia a alguien pues mejor.”

Así se explican momentos tan deslumbrantes de la oratoria política como aquella sentida declaración que hizo tras una manifestación de los susodichos opositores. Lejos de perder la calma, nuestro héroe declaró: “Dicen que ha ido mucha gente, pero mas murieron en Irak”. Lo bueno del método es que vale para todo. Por poner un ejemplo, imaginen que el equipo de sus amores pierde la final de la “Recontracopa de Júngol” por dieciséis goles a cero. En vez de mesarse los cabellos, mentarle la madre al entrenador o comerse el carné de socio, lo suyo es afirmar: “Bueno, nos han caído dieciséis goles, pero mas bombas cayeron en Irak” o “Vale, han sido dieciséis chicharros, pero más toneladas de carga desplazaba el Prestige”. Si con eso no se calma lo más probable es que sea porque esté usted crispado y eso ya se sabe de quién es culpa también.

En fin, el caso es que hoy le han dado a don José una nueva oportunidad para lucir su oratoria. Resulta que unas grabaciones entregadas a varios medios de comunicación por un antiguo preboste del partido socialista ibicenco podrían salpicarle en un escándalo de corrupción urbanística y comisiones a tutiplén. Don Pepe ha revisado su método, ha descartado Irak porque las declaraciones sobre la manifestación ya eran insuperables, se ha dado cuenta que Ibiza pilla demasiado lejos de Galicia como para mentar al petrolero y ha optado por el método subsidiario: ha denunciado a los medios que difundieron las cintas y solicitado a la Fiscalía que investigue posibles conexiones del denunciante - el ex secretario general del PSOE en Ibiza, Roque López- con el PP, que, seguro, seguro, está detrás de todo esto.

Y en el peor de los casos, qué son un millón y medio de euros. Mucho más se gastó en Irak.

jueves, abril 26, 2007

Cantos populares

Estaba ayer escuchando la radio (y esta vez, lo siento, Be, no era la tuya) cuando el locutor de turno informó que la fecha corriente era 25 de abril, festividad de San Marcos. Fue oír la onomástica y a mi madre se le conectó la neurona de la sabiduría popular. Tras comprobar que afuera diluviaba, se arrancó a canturrear:

“Agua, San Marcos,
Rey de los charcos,
Para mi triguito,
Que está crecidito,
Para mi cebada,
Que ya está granada,
Para mi melón,
Que ya tiene flor,
Para mi sandía,
Que ya está florida,
Para mi aceituna,
Que ya tiene una…”

Y se alejó con un paso alegre más propio del corro de la patata que del pasillo de casa. No había dado veinte pasos, cuando interrumpió su teletransporte a la infancia para advertirme:

- Y esto no lo cuentes en Internet, que se van a pensar que soy más de campo que San Isidro.


Pero, como lo quiero contar de todos modos, me limitaré a aclararles que San Isidro era muchísimo más rústico y campestre que mi madre. Hasta donde yo sé al santo no le salían pecas en cuanto le daba un rayo de sol y era incluso capaz de pasear por los sembrados sin sombrilla ni guantes ni cuarenta litros de crema solar.

miércoles, abril 25, 2007

Rol de culpables

Les cuenten lo que les cuenten, Gutenberg no inventó la imprenta, eso fue cosa de los chinos. Lo que ideó fue la imprenta de tipos moviles, que no es lo mismo. Antes de la ocurrencia del ingenioso germano, cada página había que tallarla por entero en un bloque de madera. Al bueno de Johannes se le ocurrió que tallar las letras por separado y montarlas a modo de puzzle para componer cada página ahorraría tiempo, dinero y bilis. Razón no le faltaba.

Este servidor de ustedes, afamado por su fértil ingenio, acaba por su parte de inventar el ordenador de tipos móviles. En román paladino, que un virus troyano, probable descendiente del rey Príamo y cien mil mujeres de vida airada, ha inhabilitado la capacidad de mi equipo para escribir tildes. En triste consecuencia, cada vez que quiero escribir una debo abrir el “Word” y buscar concienzudamente la vocal acentuada en el menú de signos disponibles. Es eso o encomendarse al corrector ortográfico, medida muy poco recomendable. En la redacción de un periódico nacional se lo dejaron instalado por defecto y el ex-primer ministro ruso Yevgeni Primakov quedó transformado en “Vagina Permisiva” para consternación de la Madre Rusia, que no lo había educado para dedicarse a tan censurables actividades.

Así que ya lo saben, hasta que reinstale este cacharro, si al leerme encuentran palabras soeces, vocablos imposibles o construcciones gramaticales contrarias a la ley, la moral y el orden público la culpa es, por este orden, de Troya, de los chinos, de Gutenberg, de Bill Gates y del ex–primer ministro ruso Yevgeni Primakov. De este último sobre todo.

martes, abril 24, 2007

Tiberio Claudio Arenillas


Cuenta el lenguaraz Suetonio, que viene a ser algo así como el Mariñas de la Antigüedad, que el emperador Tiberio Claudio Nerón, Tiberio para los amigos, era tan entusiasta bebedor que sus legiones preferían llamarlo Biberius Caldius Mero, que aproximadamente viene a significar Borrachín de Tintorro Caliente, que era nombre que mejor cuadraba a sus aficiones. Añade el taimado Suetonio, que en una ocasión, estuvo el emperador bebiendo dos dias y la noche intermedia con unos individuos llamados Pomponio Flacco y Lucio Pisón. Tan admirado quedó el monarca de las capacidades de ingesta alcohólica de sus amigotes que al primero lo nombró gobernador de Siria y al segundo prefecto de la ciudad.

Nosotros, más moderados que aquellos excesivos latinos, dejamos, a lo que se ve, lo de beber como bestias para después de acceder al cargo. Según contaba ayer “Intereconomía”, el vicepresidente de la CNMV, señor Arenillas, no sólo aceptó la invitación a cenar que el máximo directivo de una empresa bajo su supervisión le hizo, sino que no tuvo el menor empacho en dejar que la cuenta ascendiera a la nada sobria cifra de 1.400 euritos del ala. Claro, que la factura no era la única que pecaba de poco sobria: del total de la misma, sólo 400 euros correspondían a los selectos alimentos que los dos comensales se despacharon. El resto se fue en bebida.

Un milagro que, después de eso, y siempre según las informaciones radiofónicas, la feliz pareja lograra arrastrase hasta la Plaza de Colón, en cuyas inmediaciones visitaron un animado local de cálido nombre y aún más calurosas actividades con objeto de mejor rematar tan cumplida y entretenida velada.

¡Y todavía hay quien pide la dimisión del Señor Arenillas! ¡Con la madera que tiene de gobernador de Siria!

lunes, abril 23, 2007

Lo que a ti te gusta

Estaba mi madre glosando las andanzas neoyorkinas de un acaudalado conocido suyo cuando, dirigiéndose a mí y dando la enésima prueba de que su inocencia la carga el diablo, añadió:

- Y hasta fueron a ver eso que tanto te gusta a ti. Ya sabes, la cosa esa que te quedas a ver los viernes por la noche... Lo de los negros esos que juegan y tiene un nombre como de letras, equis no se qué...

- NBA, mamá, NBA.

Aclaración muy necesaria, por cierto. Mi cumpleaños está a un mes vista y no quiero que algún pariente me regale, con su mejor intención, una antología del mejor porno gay afroamericano.
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domingo, abril 22, 2007

Un personaje en busca de autor

Hablaba hace unos días de personajes que llegan a hacerse lesivos para sus autores contra la voluntad de estos, pero existe un supuesto peor: que el personaje que te haga polvo lo escriba, con la mejor intención, un amigo. Este fue el caso del poeta inglés John Henry Leigh Hunt.

El señor Hunt, seamos sinceros, adquirió más méritos por su ejemplar conducta como amigo -lo fue de Keats, Byron, Hazlitt o Dickens-, editor o polemista político que como literato propiamente dicho. Según quienes lo conocieron, era difícil hallar persona más honesta, sincera, generosa y desprendida que Mr. Hunt.

Pero esa universal fama de bondad se perdió irremediablemente por culpa de su amigo Charles Dickens. Cuando éste andaba escribiendo "Bleak House" se le ocurrió la idea de un incluir un personaje secundario, Harold Skimpole que, siendo el culmen del egoísmo, la sinvergonzonería y el parasitismo, se comportaba, en cambio, con tan inocentes expresiones de bondad que despertaba la simpatía de cuantos lo rodeaban. Para dar mayor veracidad al atrabilario individuo, Dickens tomó prestadas algunas frases y poses características del hombre más bueno, generoso y atento que conocía: nuestro protagonista Leigh Hunt.

El problema fue que alguno de los lectores se dio cuenta del préstamo y empezó a correr la voz. El rumor se difundió por Londres con la rapidez de la pólvora incendiada y, en poco tiempo, se tuvo por verdad irrefutable que el desvergonzado Skimpole y el arcangélico Hunt eran tipos idénticos e intercambiables y que, por tanto, Hunt había de ser el más despreciable de los hipócritas tartufos que poblasen la Gran Bretaña. Esfuerzo inútil que el señor Dickens desmintiera el rumor en cada ocasión que a mano le vino: Mr. Hunt hubo de arrostrar tan injurioso rumor por el resto de sus ya escasos días.

Comoquiera que a mí esta historia me deja siempre un regusto melancólico de desesperanza hacia la malignidad de la especie voy a hacerle al calumniado poeta el favorcillo de citar uno de sus olvidados poemas.

"Jenny kissed me when we met,
Jumping from the chair she sat in;
Time, you thief, who love to get
Sweets into your list, put that in!
Say I'm weary, say I'm sad,
Say that health and wealth have missed me,
Say I'm growing old, but add,
Jenny kissed me."
(1)

El poemita, que en su idioma original posee una delicada y suave musicalidad, recuerda una innegable y consoladora verdad. Todos tenemos nuestro instante de gloria, ese momento insustituible y precioso que el tiempo no aja y nadie te puede robar. Para unos pocos ese instante consistirá en triunfos excelsos o pomposas coronaciones, el descubrimiento de continentes ignotos o la conquista de ricos y lejanos confines, pero, para la mayoría, consistirá en pequeñas bagatelas, en el recuerdo de un instante irrepetido que solo para nosotros tenga sentido, ya sea un día de la infancia, una noche de juventud o, como en el caso de John Henry, el recuerdo de aquella muchachita alborozada que saltaba de su silla al verlo llegar.

Espero que en sus últimos días el pobre señor Hunt, que nunca alcanzó la excelencia literaria de sus amigos y que hubo de ver con dolor lo lejos que estos estaban de su excelencia como persona, pudiera aún aplicarse dicho consuelo.

...................................................................................

(1) En traducción literal que ninguna justicia hace a la dulzura del original: "Jenny me besó al encontrarnos, / saltando de la silla en que se sentaba. / ¡Oh, Tiempo, ladrón que tanto gustas / de anotar dulzuras en tu lista, apunta esa! / Di que estoy preocupado, que estoy triste / que la salud y la riqueza me han faltado, / di que envejezco, pero añade / que Jenny me besó."

viernes, abril 20, 2007

Entretenimientos

Cuando yo era pequeño gustaba mucho de ojear los libros de Historia del bachillerato de mi tío. En aquellos tiempos aún se contaba la Historia en clave de narrativa y yo, que tenía una imaginación poderosa, disfrutaba como un enano recreando en mi cabeza la muerte de Viriato, el sitio de Numancia, el cerco de Pavía o la batalla de Verdún. Sin embargo, mi tío debía ser notablemente menos sensible al reclamo de las hazañas pretéritas y los heroísmos de antaño, pues prefería emplear sus ratos de supuesto estudio en pintarle flequillo a Julio César, patillas a Hitler o un cigarro puro a Viriato. Culpa suya es que la primera imagen que mi mente infantil asoció a Trajano fuera la de un melenudo tuerto que fumaba marihuana.

Lo peor de todo es que esta afición a la ilustración surrealista debe estar inscrita en el código genético de la raza achabiana. Ayer, harto de enumerar las obligaciones del vendedor, cayó en mis manos un ejemplar del diario gratuito Metro, que incluía en portada al pleno de la familia Simpson y yo, yo, esto... ¿verdad que es antinatural que Homer Simpson tenga tan poco vello corporal?

Pues ya no.


Jamás tantas clases de dibujo fueron tan absurdamente empleadas.

jueves, abril 19, 2007

Personajes conspiradores

Dice un viejo chascarrillo gafapastoso que Shakespeare mató a Mercutio en el tercer acto de Romeo y Julieta en defensa propia, antes de que el personaje lo matara a él. No es que vaya yo a negar la peligrosidad del signore Mercutio, pero personajes más dañosos para la vida tuvo el bueno de Will y los dejó vivos hasta final de obra: Yago sale vivo del Othello y Ricardo III o Macbeth caen con el telón.

El viejo Willy no era el único que tenía problemas con sus criaturas. Sir Arthur Conan-Doyle, por su parte, fue desarrollando un odio notable hacia su personaje más famoso, el detective Sherlock Holmes. Consideraba que su excesiva fama lo estaba anulando como persona y desviando la atención del público lejos de sus novelas históricas, que él prefería con mucho. Poco amigo de sutilezas, don Arturo despeñó a Mr. Holmes por una catarata ( apunte, señora ministra, eso es desperdiciar agua y no bañarse con un pato de goma). Luego lo tuvo que resucitar porque los seguidores fanáticos eran más peligrosos que el detective de papel. De paso también eran más rentables, compraban sus aventuras como churros calientes.

Se conoce que los detectives son así de cargantes, porque doña Agatha Christie también sintió la necesidad de despenar a monsieur Poirot. El móvil de la novelista detectivicida era dejar vía libre a su adorada señora Marple. Dicho sea de paso, esto de que te caiga bien una viejecita que, entre té y té manda a medio vecindario a que "lo cuelguen por el cuello hasta morir" y lo entierren en cal viva en el patio de la prisión sin perder la sonrisa ni agriar la mermelada de moras, no puede ser bueno.

Pero centrémosnos en lo mío, resulta que el Capitán titular de este blog, que no resuelve más enigmas que el paradero de las hormigas que se comen sus plantas, se está revelando igual de peligroso. Vale que mi alter ego es muy majete y chistoso, pero ya no es sólo que mi hermano se me cuadre en broma, que me esté apuntando una barba negrísima que nunca he tenido y que me estén entrando ganas de fumar en pipa y comprarme camisetas de rayas. Lo peor es que, el otro día, descubrí que alguien realmente cercano a mí guarda mi teléfono en la "C" de "Capitán Achab". Yo que me conozco al pérfido marino como si lo hubiera engendrado y sé de lo que es capaz cuando se aburre estoy comenzando a inquietarme. Como esté tramando suplantar mi persona y robarme mis más preciadas posesiones (discos, libros y rubias*) lo degrado a grumete y se lo echo de comer a las ballenas despigmentadas.

Faltaría más.

..................................-ooOoo-

* Mis queridos censores, soy consciente que el plural de rubias me traerá disgustos, pero reducirlo a la singularidad sería despreciar a la rubia gallega, de suculentas carnes, y uno no puede hacerle eso a quien tanto placer le ha deparado.

miércoles, abril 18, 2007

Amenazas

En la clasica película de Zoltan Korda "Las cuatro plumas" (1939), el protagonista, tras realizar osadas hazañas en el Sudán, desmiente definitivamente su supuesta cobardía al atreverse a contradecir a su futuro suegro en la reconstrucción con vegetales que de la Batalla de Balaclava hace el buen señor en cada cena a que le invitan.

Uno, que no ha remontado el Nilo en barca ni derrotado a los enfurecidos secuaces del Mahdi, también tiene en ocasiones la necesidad de afirmar su posición en el mundo. A falta de suegros militares, yo me enfrento a mi dilecta progenitora:

- ¡Por el amor de Dios! Deja de tratarme como a un niño de tres años...
........... ...
............... ...
....................... o me pongo a llorar.

¿Por qué los mejores chistes se me ocurren siempre en los momentos más inoportunos?

martes, abril 17, 2007

MMOBA

Hace mucho, mucho tiempo, cuando mi hermanito y yo eramos una par de mocosos enredadores de mente fértil y perversas intenciones, concebimos un plan maléfico: desarrollar, mediante la combinación de colores incompatibles un pigmento tan horroroso que su simple contemplación provocara la muerte del inadvertido espectador. No conseguimos nuestro objetivo -la gente tiene menos sensibilidad estética que los programadores de La Sexta- pero, ¡voto al espectro cromático!, que nos quedamos bien cerca.
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Pasaron los años y, con ellos, nuestros anhelos cromático-homicidas. Para ocupar el tiempo libre que el abandono de dichas prácticas nos dejó, hubimos de entregarnos a diversiones alternativas. Entre ellas, la búsqueda de publicaciones chanantes ocupó siempre un destacado lugar. Hace unos añitos, mi querido hermano Starbuck se presentó en casa con una revistilla de encuadernación menestorosa y contenido delirante: el número especial que la revista amateur "Le Bon Vivant" dedicó al fracaso como forma de vida. Entre sus artículos -impagable la reflexión sobre la selección española de fútbol como epítome de la catástrofe nunca esperada pero siempre repetida- hubo uno que me tuvo, en su momento, intrigadísimo. Glosaba la creación, en un garage bostoniano, de un museo dedicado a los peores cuadros de la historia, el Massachussetts Museum of Bad Art (MMOBA). El fundador de tan meritoria institució, Scott Wilson, mostraba las mejores piezas que en su posesión se hallaban, retratos de payasos siniestros, paisajismo psicodélico-psiquiátrico, humanos deformes o perros adimensionales, pero dejaba para el final la que consideraba pieza maestra insuperable del arte malo: el extraño y delirante retrato de una ancianita campestre que el prefería llamar "Lucy in the field with flowers" de autor, por su propio bien, anónimo.
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Como tantas veces ha ocurrido a lo largo de la Historia, los primitivos poseedores del lienzo no supieron apreciar sus considerables aportaciones al arte aberrante, la óptica patológica y la psiquiatría forense. Sin embargo, el señor Wilson lo rescató de un contenedor de basura para ofrecerle el lugar que merece. Lamentaba el conservador que la edición en blanco y negro, a la que "Le Bon Vivant" se aferraba por su inexistente presupuesto, impidiera a sus lectores contemplar la espeluznante explosión colorista del desconocido artista norteamericano.

Pero hete aquí que, hace una semana, EL MUNDO, decidió dedicar un artículo al mismo tema y me ofreció la oportunidad de contemplar el engendro en toda su plenitud.
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Por cierto, el color homicida del que hablaba en el párrafo primero era indistinguible del pardo verdoso amarillento y sombrío que ocupa la esquina inferior izquierda del cuadro. Yo en su lugar, lo tapaba con el dedo.

lunes, abril 16, 2007

Invitados

"Her Hengest 7 Horsa fuhton wiþ Wyrtgeorne þam cyninge,
in þære stowe þe is gecueden Agælesþrep,
7 his broþur Horsan man ofslog;
7 æfter þam Hengest feng to rice 7 Æsc his sunu."

Beda, "Crónica anglosajona"


Cuenta o inventa la "Crónica Anglosajona" del venerable Beda que, allá por el siglo quinto de nuestra era, mandaba en tierras de Kent un tal Vortigern. Acuciado por el embate de sus seculares enemigos pictos, el monarca decidió llamar en su auxilio a una aguerrida y fraternal pareja de germanos: Hengist Cyning y su hermano Horsa. Los hermanitos reunieron a la parentela, se presentaron en Kent y zumbaron a los pictos con considerable facilidad. En ese momento les dio por reflexionar, ya se sabe lo que les gusta filosofar a los teutones, y concluyeron que, si semejante banda de nenazas pintarrajeadas habían puesto en jaque el rey Vortigern es que éste no reunía los requisitos mínimos para reinar. En consecuencia, renunciaron a cumplir el contrato, se enfrentaron a su patrón, le rebanaron el pescuezo y se traspasaron el chiringuito.

La historia, que a Borges le inspiró dos poemas notables tiene una moraleja bastante clara: ten cuidado con quiénes invitas a casa, que lo mismo se les antoja la cubertería de plata. Dicha lección le hubiera venido muy bien a Rachel Bell, una muchachita británica de 17 años que decidió aprovechar la ausencia de sus padres y organizar en su casa un fiestón en condiciones. Su error no fue invitar a una pareja de bárbaros filosofantes. Su error fue anunciarlo en internet, con un metafórico "¡vamos a tirar la casa abajo!". Ante semejante reclamo, los bárbaros se apuntaron solos, fletaron varios microbuses y se presentaron en el hogar de la señorita Rachel con ánimo de discutir el caracter metafórico del derribo.

Para cuando la policía detuvo el "festejo", los daños acumulados ascendían a unos 30.000 euros, que para un par de horas de fiesta no es moco de pavo. Ahora queda por ver qué hacen los señores Bell para castigar a su nena, pero sea lo que sea, deberían anunciarlo en la red. Seguro que los bárbaros también se apuntan.

domingo, abril 15, 2007

Teoría starbuckiana del gasto inútil

Mi querido hermano, que siempre ha tenido una relación liberal y despreocupada con el dinero, parece estar más atento a su relevancia práctica desde que matrimonió. Llevar tu propio hogar conlleva tales exigencias, supongo. Por de pronto, el muchachote ha comenzado a reflexionar sobre la conveniencia de emparejar utilidad y gasto.

Ayer, por ejemplo, estaba el pleno familiar comiendo en casa de mi abuela cuando mi hermano se extrañó de lo moderado de mi ingesta. Yo le aclaré que la cena del viernes me había sentado como un tiro -no le den morcillas a su gremlin despues de las doce- y que mi estómago estaba funcionando con el generador de repuesto y la rueda de recambio. Starbuck, preocupado, inquirió:

- ¿Pero has podido mantenerla en el cuerpo?

- Bueno, sí.

- Entonces no has hecho un gasto inútil.


Con ustedes el genuino e inimitable homo economicus. Para su perfección ya sólo queda que, cuando su mujer le manda a hacer la compra, no complemente la lista con medio kilo de cangrejos de río, aperitivos variados o cerveza de importación. Claro, que por citar sus propias palabras:

"Cumplir una lista que ya te dan hecha es un aprobado raspado. Uno siempre debe aspirar al sobresaliente ."

Si lo que tiene que sobresalir es su morro, lo tiene hecho.

viernes, abril 13, 2007

Media ración

Anoche, poco antes de irme a dormir, sorprendí a mi madre ocupada en dividir por su exacta mitad una minúscula pastilla blanca:

- Mamá, ¿qué haces?

- Es que el médico me ha recetado este relajante muscular para mis dolores de espalda.

- ¿Y te ha mandado que te tomes media pastilla?

- No, me la ha mandado entera, pero he pensado que si me la tomo toda, a lo mejor me relajo demasiado, me duermo y ya no despierto más; así que voy a probar a subir la dosis poquito a poco para no correr riesgos.

Supongo que esta noche le tocan dos tercios. En fin, así es mi madre: viviendo al límite, despreciando el riesgo, burlándose de la muerte en su fea y huesuda cara.

jueves, abril 12, 2007

O aquí nos entendemos todos o la Virgen va al río

Algunos periódicos digitales, con ánimo de fomentar la participación del lector y aprovechar los recursos de las nuevas tecnologías, incluyen al pie de cada noticia la posibilidad de que los lectores introduzcan sus opiniones y comentarios. Así, a bote pronto, la idea parece buena, razonable y formativa. A bote pronto, digo, porque a bote pasado y teniendo en cuenta la educación, racionalidad y buenrollismo inherente al ciudadano carpetovetónico medio la ocurrencia resulta equivalente a repartir navajas a la entrada de una junta de vecinos o granadas de mano en la del Parlamento.

Hace un ratico estaba yo repasando los resltados de la NBA en un diario deportivo digital, cuando el enigmático título de una noticia atrajo mi atención. Decía áquel: "El Ayuntamiento no negociará con Pina, que tendrá que buscar otra... Ciudad". Como uno es muy curioso, decidí averiguar qué demonios significaba aquello. Entré en el cuerpo de la noticia y averigüé que el tal Pina es el mandamás de un equipo de fútbol murciano y que, descontento con las ayudas municipales, había amenazado con llevarse el equipo a otra ciudad.

Pues qué noticia más sosa, ¿no? Sí, pero los comentarios compensaban.

Al principio, las anotaciones eran razonables: aficionados que mostraban su temor ante el traslado, quejas contra el directivo, votos de confianza a su gestión. Pero de pronto, aparece un tipo que, tras identificarse como aragonés, espeta:

"Yo me lo llevaría a Zaragoza que allí SÍ que tienen agua para REGAR el campo y no el patatal que tenéis ahora. Ese Ebro desbordado, si es que nos sobra el agua. ¿Queréis un chupito?"

La liamos. Cojan los cascos, que empiezan los cantazos. Dos comentarios más abajo, un murciano indignado propone la muerte por inmersión de todos los ribereños del Ebro. Esto indigna a su vez a otro tipo, que tras aclarar que el no es aragonés, sino de la Franja (?), sugiere a todos los murcianos que aprovechen la cercanía del mar y se arrojen a él de cabeza, que el Ebro, como es bien sabido, pertenece en exclusiva a su comarca. Después interviene un almeriense, que tras precisar que él no tiene nada que ver -ni lo desea- con los murcianos, reclama el agua que el anterior se apropia.

En ese momento, un amable tinerfeño, supongo que con animo de desviar la atención y parar la trifulca, sugiere que el equipo se traslade a Tenerife, no porque ello les haga falta alguna, sino por estar convencido de que tal ubicación enojaría enormemente a los naturales de Gran Canaria, que sólo merecen el calificativo de gente por no haber término que mejor describa su naturaleza semianimal. Otro propone Ciudad Real como destino del equipo trashumante. Éste, sin embargo, no tiene el detalle de aclarar a quién iba a arruinar la digestión con ello.

Precioso, oigan. Me acabo de asomar y las últimas sugerencias del bando norteño son que los murcianos recojan agua del Ebro en calderos y rieguen las huertas con agua de mar. Por no quedarse atrás, un huertano enfurecido anda rogando a las potencias celestiales que un improbable tsunami fluvial reubique a la Virgen del Pilar en el p... fondo del p... delta del p... Ebro. Los canarios, por su parte, se han puesto de acuerdo en detestarse de isla en isla y al de Ciudad Real le hacen el vacío.

Pero tranquilícense ustedes, que esto tiene su lectura positiva. Acabo de convencerme de que es imposible que en España se vuelva a dar una guerra civil como la que dejó el país hecho unos zorros hace 70 años: a día de hoy no hay fuerza humana, natural o divina capaz de enfrentar a los españoles en sólo dos bandos.

miércoles, abril 11, 2007

Del buen rey Enrique, séptimo de su nombre


Ayer les prometí un rollete sobre Enrique Tudor. Como soy buen chico se lo voy a contar.

Ya les adelanté que su madre, Margarita Beaufort, era bastante jovencita (12 años en la concepción y 13 en el parto), pero las prisas estuvieron justificadas. A fin de cuentas su padre, Edmundo, conde de Richmond, no llegó vivo al nacimiento de Enrique el 28 de enero de 1457. A los pocos meses del desposorio, el buen hombre tuvo la mala idea de contagiarse de la peste y, como era costumbre, la espichó ipso facto.

Después de tal infortunio, el jovencito conde de Richmond fue enviado a educarse con su tío paterno: Jasper Tudor. El tal Jasper era un intrigante de cuidado y desde su más tierna edad imbuyó a Enrique de sus ideas políticas, que se reducían, a grandes rasgos a afirmar que el trono de Inglaterra pertenecía al joven huérfano. En qué demonios se basaba para ello es otra cuestión: el mejor título para el trono que Enrique podía presentar era ser nieto del segundo marido de la viuda de Enrique V, que a su vez era el padre del primo del hermano del rey Ricardo III.

Por si se han perdido se lo repito: Enrique era el nieto del segundo marido de la viuda del padre del primo del hermano del rey Ricardo III.

Si alguien argüía que el parentesco venía un poco cogido por los pelos, sir Jasper tenía otro argumento complementario: por parte de madre, Enrique era el bisnieto del hijo ilegítimo del tío del rey Ricardo II, a su vez primo del padre del primo del hermano del rey Ricardo III.

Esta también se la repito, que se me lían: Enrique era bisnieto del hijo ilegítimo del tío del primo del padre del primo del hermano del rey Ricardo III.

Si esto tampoco resultaba convincente, el amigo Jasper te mandaba matar y punto, que para eso era dueño de medio Gales y un señor feudal de los que ya no se hacen.

Volviendo a la historia, los años pasaron y Enrique, que salió a su querido tío, tras sobornar convenientemente al Rey de Francia desembarcó en Inglaterra, venció y dio muerte al rey Ricardo en la batalla de Bosworth (la de "mi reino por un caballo", por cierto) y se coronó Rey de Inglaterra con efectos retroactivos al día anterior a la batalla. ¿Con efectos retroactivos? ¿Para qué? Fácil, eso convirtió automáticamente en traidores a todos los nobles que combatieron en Bosworth al lado de Ricardo, los hacía reos de muerte y entregaba de iure sus bienes a la corona, lo cual, teniendo en cuanta que le debía una pasta al Rey de Francia le vino de perlas.

Claro, que uno se pone a recaudar y le coge vicio. Asistido de su fiel canciller, el obispo John Morton, Enrique ordenó que se gravara a sus súbditos bajo la siguiente y sabia pareja de principios:

1- Si un súbdito vive en la opulencia, ello demuestra su abundante riqueza y por tanto, es justo que pague más a la Corona;

2- Si un súbdito vive con frugalidad, ello demuestra que es hombre ahorrativo y, por tanto, ha necesariamente de disponer de cuantiosos ahorros que entregar al Rey.

Vamos que Hacienda eran todos, pero de verdad. Por si fuera poco, Enrique consiguió que la Justicia fuera, en todo el país, gratuita. Gratuita para el Rey, se entiende. El monarca creó un cuerpo de Jueces de Paz de potestad anual y retribución nula que se ocuparon de la misma en toda la nación. Si alguno era tan tonto como para rechazar el nombramiento se le recordaba lo fiel súbdito de Ricardo que había sido durante el período de retroacción del reinado de Enrique y, por si las moscas, las hachas y los nudos corredizos, aceptaba en menos que grazna un cuervo de la Torre de Londres.

Supongo que no se extrañarán si les cuento que, para la fecha de su muerte, en 1509, el Tesoro Público estaba que daba gloria verlo. Luego, su hijo Enrique VIII se lo gastó con tan pocos escrúpulos en el dispendio como los hubo su padre en la adquisición. Pero esa es una historia tan repetida que no merece la pena contarla hoy.

martes, abril 10, 2007

Criaturillas

Está el periódico últimamente que, con su lectura, no gana uno para tilas. Ayer, sin ir más lejos, informaban los rotativos del extraño incidente ocurrido en la Escuela Superior de Spearsville (Luisiana):

"Aprovechando una reunión de profesores que les dejó sin ningún supervisor, dos niñas de 11 años y dos niños de 12 y 13 decidieron mantener relaciones sexuales en mitad de clase, delante de sus compañeros. Dos de ellos las tuvieron, mientras que la otra pareja se limitó a desnudarse y acariciarse. [...] Un quinto estudiante, de 11 años, haciendo gala de un notable espíritu de sacrificio se ofreció para montar guardia a la puerta del aula y avisar a sus compañeros en el caso de que algún docente reapareciera."

Pese al vigilante apostado, la cosa ha llegado a saberse y las autoridades, para calmar a la población, han decidido acusar a los cinco niños de diversos delitos contra la moralidad pública y encerrarlos en un reformatorio. Brillante, sin duda. Reformarse no creo que se reformen mucho, pero lo más probable es que allí tengan sobradas oportunidades de enseñar lo que ya saben y aprender lo que aún ignoren. Quieras que no, así se estimula la comunicación y el comercio: "Oye, Johnny, si me enseñas a usar la navaja, yo te enseño el baile de la pelvis".

En fin, ya sé que los anglosajones de ambos lados del charco tienen una larga tradición en esto de aparearse con prontitud (así, a bote pronto, la madre de Enrique VII de Inglaterra, pajarraco del que hablaré mañana si Dios quiere, tenía 12 años en el momento de concebirlo), pero, con seis siglos que han pasado, ya contaba con que anduvieran más tranquilos y se les hubiera pasado el rijo.

Pero, una de dos, o esto es cosa racial o yo era un niño muy soso: en mi clase de EGB nos educábamos una manga de salvajes en pantalones cortos, pero, cuando el profesor se iba, lo más que hacíamos era fusilarnos con granos de arroz, los cuales, hábilmente impulsados mediante canutos de bolígrafo, adquirían velocidades considerables y escocían notablemente al impactar contra el cogote. El cogote, desafortunadamente, solía ser el mío. Gracias a Dios, si faltaba el arroz se recurría a las bolas de papel compactadas con saliva, que eran munición más asquerosa pero menos dolorosa para el agredido. Admito que dichas actividades recreativas no eran en exceso benéficas o bienintencionadas, pero sólo se podían calificar de jodienda en sentido metafórico.

Ahora, visto lo visto, cuando alguien grite "¡Niños, dejad de joder con la pelota!" en vez de temer por la integridad de mis cristales me inquietaré por la moralidad de la estudiante que mejor se lleve con el profesorado.

lunes, abril 09, 2007

Sin ánimo de ofender

"-¿Por qué no acuden, como siempre, los ilustres oradores
a echar sus discursos y decir sus cosas?
Porque hoy llegarán los bárbaros
y les fastidian la elocuencia y los discursos."
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K. Kavafis
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En la sala de audiencias internacionales del Congreso italiano colgaba, desde hace años, un mediocre lienzo dieciochesco de escuela napolitana. Dicho cuadro, bajo el genérico título de "Batalla entre Cristianos y Berberiscos" representaba un combate naval. En él, unos tipos sin turbante se breaban entusiastas con unos belicosos maromos enturbantados. Nada que no pase en otros mil cuadros de la época. Parece ser, sin embargo, que el presidente del Congreso, señor Bertinotti, halló el cuadro sumamente inconveniente: según sus propias palabras el cuadro "no estaba en sintonía con su línea de diálogo y de paz". Por si fuera poco, algunos han añadido que su visión podría enojar a eventuales delegaciones islámicas. ¡Menos mal que la batalla en cuestión estaba reñida y el desenlace en el aire! Llega el pintor a representar la rendición de los berberiscos y lo mismo hay que regalarles Sicilia como compensación por la ofensa al valor de sus armas.
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En fin, el caso es que el cuadro se trasladó para ser sustituido por otro discreto lienzo napolitano. La nueva obra se titulaba "La caza del cabrito" y eso mismo representaba. Pues nada, esta vez se ofendieron los ecologistas, que consideraban que la muerte del cabrito era, si cabe, peor que la carnicería marítima precedente. La presidenta de la Asociación Nacional de Protección de los Animales exigió airada la retirada de tan indignante escena cinegética. "Conozco bien la sensibilidad humana de Bertinotti y le pido que vete escenas violentas"- declaró la enfurecida señora.
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Dicho y hecho. El cabrito fue indultado y sustituido por un bucólico paisajito del XVII: "Pueblo con río, puente y cascada". De momento nadie ha dicho nada, pero dado que en el cuadro figuran dos pescadores de caña, pronto saldrá alguien clamando que la trucha es un ser vivo tan digno de respeto como el cabrito y habrá que buscar un remplazo conveniente.
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Es de suponer que después de tanto desengaño, los decoradores del Congreso opten por algún aseado cuadro abstracto, pero, aún así, que se anden con ojo. Hace unos meses, un museo alemán rechazó exponer una escultura de un artista local ante el riesgo de ofender a la morisma. La obra en cuestión, consistente en un gigantesco cubo de metal pintado de negro, recordaba en demasía, a juicio de los responsables, a la Kaaba, el más santo de los lugares del Islam.
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Pues eso, que a ver si llegan los bárbaros de Kavafis y nos quitan la tontería de una santa vez, que falta nos hace.

domingo, abril 08, 2007

De palabras y conceptos

Dicen los entendidos en tal materia que el aprendizaje de idiomas extranjeros debe realizarse en la más tierna infancia, ya que el cerebro cierra la ventanilla de admisión de fonemas relativamente pronto. El departamento que gestiona el ingreso de palabras nuevas tiene, sin embargo, horarios más generosos.

Claro, que todo tiene sus límites, mantener a los funcionarios cerebrales currando 80 años sería un abuso descarado, culpable y manifiesto. Por eso, mi abuela ha tenido a bien clausurar también ese departamento y recurrir a las palabras en almacén para describir apropiadamente los conceptos que se presentaren a inscripción fuera de plazo. ¿Algún ejemplo? Fácil, la anorexia.

Estaba mi madre sirviendo la comida dominical con su proverbial y dietética frugalidad cuando mi abuela decidió intervenir:

- Pero hija, échale más al chico, que le puede entrar "el mal del no comer".

Ante semejante reconvención me han caído un par de cucharadas extraordinarias. Lo que mi pobre abuela ignora es que la supresión coactiva del "mal del no comer" puede desencadenar en mi madre una feroz recaída en el peligroso síndrome del "deja a tu hijo sin cenar".

viernes, abril 06, 2007

La disparatada teoría de los títulos enrevesados

Circula por esos mundos de Dios una teoría sobre mi persona que sostiene que soy incapaz de abandonar una librería sin adquirir el libro con el título más largo y extraño que esté puesto a la venta. Como uno está perennemente comprometido con la verdad, les aclararé que es ésta una teoría que carece de todo sustento fáctico y no tiene más apoyo que la natural maledicencia de mis acompañantes habituales.


Aclarado este punto , les comento que "El disparatado círculo de los pájaros borrachos" ha resultado ser una novelucha bastante prescindible. A ver si con "La crónica del pájaro que da cuerda al mundo" tenemos más suerte.

jueves, abril 05, 2007

Emoción, intriga, corona de espinas

Por no dejar el cine bíblico de lado, les contaré que ayer me puse a ver la película que Mel Gibson rodó sobre la pasión y muerte de Cristo. Admito que me entretuvo bastante, aunque buena parte de la diversión consistía en traducir a los soldados romanos sin mirar los subtítulos. Sin embargo, la película adolecía de la misma insuperable dificultad que el resto de filmes que tratan dicho tema: es difícil mantener la tensión de una cinta que todo el mundo sabe cómo acaba.

Y mira que la historia es buena. El relato contiene sobrado material para construir una intriga más que potable: hay amistad, traición, juicios, política, venganza, un terremoto y hasta fenómenos paranormales. Pero claro, después de veinte siglos de cultura cristiana, ver una película sobre Jesucristo equivale a pagar la entrada de "El Sexto Sentido" y que la taquillera te cuente al darte las vueltas que Bruce Willis está muerto a partir del quinto fotograma.

En fin, lo mismo, la solución sería pasarles la película a los aborígenes paganos de Papúa Nueva Guinea, que les pillará más de nuevas. Claro, que esto tiene también sus peligros. Recuerdo, sin ir más lejos, una historia de misioneros que, durante mi infancia, gozaba de mi peculiar favor.

Contaba un religioso que se había ido a predicar por aquellas tierras que cada vez que empezaba a leerles el Evangelio, los aborígenes, que eran más de canciones guerreras, se aburrían como ostras y aprovechaban cualquier excusa para largarse al monte a cazar. Sin embargo, la tarde que el misionero comenzó a leerles la historia de la Pasión, los nativos se mostraron sumamente interesados. Los momentos más emocionantes eran saludados con grandes gritos y aplausos, que en el momento del prendimiento en el Huerto de los Olivos llegaron al paroxismo.

Al día siguiente, media tribu aceptó convertirse al cristianismo. Cuando el misionero les preguntó qué nombre cristiano querían tomar todos eligieron el mismo: el nombre del protagonista de aquella historia que tanto les había emocionado: Judas Iscariote.

Malentendido cultural se llama esta figura.

miércoles, abril 04, 2007

Una de romanos

Hace algunos años decidí aliviar mis ocios leyendo una historia de Roma escrita por un autor soviético. La obra, en la más pura tradición materialista marxista, era divertidísima. El autor era capaz de encontrarle una justificación económica a todo: desde la muerte de Sempronio Graco (esa era fácil) al desastre de Cannae.

Sin embargo, cuando llegaba el episodio de la rebelión de Espartaco, el buen hombre se emocionaba y mandaba la economía a paseo: Espartaco era el héroe proletario, el prerrevolucionario tracio, Lenin con túnica y Karl Marx con tridente. Si uno se concentraba escuchaba música de Khachaturian y todo.

Pues a los programadores de televisión les debe pasar algo parecido. Llega la Semana Santa y se ponen a deliberar qué películas tienen la suficiente carga religiosa cristiana para hacerles un hueco en la parrilla. Ya saben: "Rey de Reyes", "La Historia Más Grande Jamás Contada", "La Pasión de Cristo", "Quo Vadis", "Ben-Hur"... y "Espartaco".

Yo lo de las otras lo entiendo, en "Ben-Hur" sale Jesucristo, de espaldas y con una línea de texto, pero sale y por "Quo Vadis" pululan un montón de mártires heroicos, pero ¿Espartaco? Si, ya sé que lo crucifican al hombre, pero me parece trampa conformarse con eso. A fin de cuentas los romanos crucificaban gente como el que pisa hormigas.

Va a resultar que, además de ser Kirk Douglas despeinado y un Lenin con sandalias, Espartaco computa como prefiguración del Mesías con 100 años de adelanto.

¡Qué hombre! Vale para todo.

martes, abril 03, 2007

Infancia

Ayer, en la Academia, mi preparador estaba locuaz -cómo se nota que él sí tiene vacaciones-. En un arrebato de buenrollismo propedéutico, se puso a hablar con sus alumnos de las series de su infancia. Sorprendido de que nosotros, jovenzuelos imberbes, recordáramos las mismas series que él, nos hizo notar la singularidad del hecho.

Aquel hubiera sido un momento fabuloso para callarme, pero no lo puede evitar. Mi natural malignidad me sirvió las palabras antes de que mi seso las refrenara:

- Es que no todo el mundo abandona la infancia a la misma edad.

En fin será mejor que me vaya repasando los temas más difíciles, largos y peliagudos del programa. Creo que voy a estar cantándolos en serie durante un par de milenios.

lunes, abril 02, 2007

Investigaciones

Estaba ojeando EL MUNDO - edición digital- cuando topo con un artículo sobre rotura de profilácticos. Uno, que es muy neurótico para estas cosas, se pone a leerlo y encuentra que los sesudos investigadores han determinado que "si el condón entra en contacto con un objeto afilado antes o durante el coito, aumentan un 2.6 las posibilidades de que se rompa."

Fíjate tú que cosas, menos mal que los científicos están al quite para advertirnos. Por cierto, que también se rumorea que realizar pruebas nucleares dentro del preservativo aumenta considerablemente el riesgo de rotura. Lo que pasa es que, como el presupuesto no daba para comprar uranio ha sido imposible determinar si el riesgo aumenta en un 2.6, un 3.8 o un 549.7.

De todos modos, si después de haber detonado una bomba atómica en tu alcoba está usted en condiciones de tener hijos lo mismo compensa que no use del citado adminículo. La especie se lo agradecería, palabra de Darwin.

domingo, abril 01, 2007

Los 300 (vatios de rayos UVA)

Esta semana me han arrastarado a punta de lanza a ver los 300 esos de marras. Comoquiera que la idea de la película es combinar el lenguaje cinematográfico con el del cómic yo creo que lo justo es realizar la crítica combinando los lenguajes blogueril y comiquero. Allá que va.


Empiezo a pensar que si el desfiladero aquel se llamaba "las puertas calientes" (Thermopilai) no era precisamente por sus fuentes termales.

P.D. Reve, tenías razón. Merece la pena pagar la entrada sólo por lo que puedes llegar a reirte.