domingo, julio 29, 2007

Una botella de ida y vuelta

En cierta ocasión, cuando mi hermano era aún un hombre soltero y vivía con el resto de la manada achabiana fue invitado, en el último momento, a la fiesta que un amigo suyo celebraba en su casa. Comoquiera que Starbuck no tenía tiempo de comprar una botella de whisky, consuetudinaria aportación a tales festejos, mi padre le sugirió que bajara al trastero y echara mano de una botella cualquiera de vino.

Mi hermano obedeció, descendió a las catacumbas, comprobó que la bombilla estaba fundida, aventuró una mano en las tinieblas y el demonio, que posee una curiosa noción del término "cualquiera", guió su zarpa hasta un delicioso Vega Sicilia del año 92. Starbuck, con las prisas, no se dio cuenta de su error hasta entregar la botella al anfitrión, quien, con encomiable ecuanimidad alcohólica, la expuso con el resto de bebidas espirituosas. Afortunadamente, era viernes por la noche, el demonio acababa su turno semanal y el ángel custodio de los vinos buenos pudo cubrir la botella con su manto, ocultándola a los ojos de los borrachuzos amigos de mi despistado hermano.

Terminada la fiesta, el etéreo guardián tocó el hombro de mi hermano, quien, comprendiendo su irrenunciable misión, recuperó la botella, la escondió en su abrigo y volvió al hogar. Desde entonces aquella botella fue su botella -los designios del destino son irrevocables- y sólo a él correspondía decidir el momento de su consumo.

Esta tarde, para celebrar su trigésimo aniversario, mi hermano ha descorchado la botella.

¡Felicidades, hermanito! A ver si esta década te sale tan bien como la anterior.


P.D. Esta semana estaré pintando en mi apartado rincón de Toledo. Comoquiera que por allí no se estila mucho el ADSL es posible que no nos veamos hasta el lunes. En cualquier caso, sean buenos o, si son malos, no se dejen atrapar sin lucha.

sábado, julio 28, 2007

Exagerando

La verdad es que ahora, a un par de días vista, me siento un poco avergonzado de mi exabrupto melodramático del jueves. Se supone que uno es un curtido marino y no hace esas cosas con lo cual, mi instinto natural es hacerme el distraído y contarles una historia de chinos. De todos modos, como no es descartable que alguno de ustedes haya sido tan imprudente de cogerme cariño y preocuparse por mi persona les pongo al día: el océano está tranquilo, no ha habido víctimas mortales, ningún animal -con la posible excepción de una libélula rosa- ha sufrido daños irreparables en el proceso y, de momento, no se aceptan ofertas de primas casaderas.

Ahora para distraer su atención y, de paso, demostrar que lo de exagerar no es patrimonio personal mío les contaré una bonita historia de exageraciones añejas.

En los primeros años del cristianismo, el proceso de canonización no estaba demasiado desarrollado y cada diócesis subía a los altares a quien mejor le convenía. Luego con el tiempo, el orden se impuso... a veces. Otras veces fue peor. Por ejemplo, en Colonia, Alemania, se alzaba, desde el siglo sexto, una iglesia dedicada a Santa Úrsula y sus compañeras. Sin embargo, pasados unos cuantos años nadie se acordaba de quiénes fueron aquellas señoras ni de por qué eran santas. Unos cuantos eruditos se pusieron a investigar y hallaron los documentos de fundación, escritos en un informal latín tardío cuajado de abreviaturas. Ahí residió el problema, en las abreviaturas, como quiera que los papelujos narraban que los pérfidos romanos dieron muerte a la joven Úrsula y a otras XI.MV. el lector infirió, que los paganos habían liquidado 11.ooo (XI.M) vírgenes en lugar de la más razonable cantidad de 11 (XI) mártires (M) vírgenes (V). En cualquier caso, desde entonces se celebra -aunque no mucho- la festividad de Santa Úrsula y las Once Mil Vírgenes.

Claro que, lo mismo, lo que ocurre es que los de Colonia no son de ciencias. En la catedral guardan las reliquias de los Reyes Magos y, si cuentas las cabezas, te salen cuatro.

jueves, julio 26, 2007

Disculpas

Disculpadme si, en los próximos días tengo esta página un poco desatendida, pero ahora mismo no tengo la cabeza como para escribir nada coherente. Cuando reorganice mi vida, subsección amores, negociado de rubias adorables, vuelvo con muchos chistes y anecdotillas históricas a tutiplén.

Hasta pronto.

martes, julio 24, 2007

Nueva praxis de la idiotez

"Don't stand so close to me,
don't be another tragedy."


Que de habitual soy bastante idiota es cosa de sobra comentada, que soy un peligro para los bienes y las personas de los que me rodean, también. Como, además, tenga la cabeza ocupada en afinar mi autoescarnio personal y salga de casa tarareando un quinteto de Schumann prepárense para lo peor.

Hoy, por de pronto, conforme salía de casa a hacer unas compras he cerrado la puerta con doble vuelta y cierre de seguridad dejando encerrada a la asistenta que, por módico precio, combate mi tendencia natural a la entropía. Mi duda es si la hora que la buena mujer se ha pasado cruzada de brazos en el salón esperando mi vuelta se la tengo que abonar en concepto de hora-extra o como indemnización por secuestro.

Teniendo en cuenta que la última vez que salí de casa a ritmo de violines la dejé dos horas allí bajo idéntico encierro, me temo que lo más justo será lo segundo.

domingo, julio 22, 2007

El arte de disparar por la culata


Las autoridades venecianas del Renacimiento estaban muy preocupadas por el extremo lujo que exhibían las vestimentas de la nobleza local, el cual, si no era criminal seguramente fuera pecaminoso. Con objeto de fomentar la sobriedad, el Senado prohibió vestir de colores vivos y la nobleza, cumplidora con la letra del edicto pero desdeñosa del espíritu de la ley, respondió vistiendo con carísimos terciopelos negros, suntuosos bordados en azabache y tupidos forros de oscurísma piel.

Por aquí, en cambio, los colores siguen siendo legales. un alivio, porque ahora que he cogido color el rojo me favorece mucho. Por estas tierras lo que se lleva es que los jueces embarguen una revista satírica para evitar la difusión de un chiste de copulantes borbones; medida que será muy protectora y considerada, pero que ha servido para excitar la curiosidad de todo el mundo y fomentar la publicación del garabato coyundante en todos los rincones de nuestro chismoso planeta.
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Cosa que, a lo que parece, no era en absoluto previsible.

sábado, julio 21, 2007

Crónicas Portuguesas do Capitão Achab (IV)


Esto de sincronizar el reloj con Londres tiene mucha tradición en Portugal, se conoce que los ingleses, de tanto comprar madeira para Fastaff y oporto para el Drone's Club, le cogieron afición a los horarios pero no deja de ser una rareza, ya que Madrid, al este de Lisboa pero al oeste de Londres, ajusta sus relojes con la misma hora que Varsovia, que está unos 2.500 kilómetros más lejos en dirección a poniente.

En cualquier caso, como los portugueses están cómodamente situados en su correcto intervalo temporal y los ingleses, que son los desubicados, son así de raritos y no van a mover las manecilas yo propongo que, por el bien de mi estómago nos sincronicemos nosotros. Sí, ya sé qué se están preguntando, que qué diantres pinta mi estómago en todo el lío de las horas. Pues verán, toda esta semana, cada vez que uno se disponía a comer algo en la razonable hora lusitana, era reprendido por su voracidad con el siguiente argumento materno:

- ¿Comer a la una? Yo soy incapaz de comer hasta las dos.

Para cuatro días de viaje, decidí plegarme el curioso razonamiento cronométrico nominalista y abstenerme de comentar que la inaceptable una portuguesa correspondía con el deseado horario de ingesta español y soportar mis hambres una hora adicional. Sin embargo, ayer, cuando iba a saciar mi gula de mediodía en un pueblecito extremeño, la admonición volvió a sonar:

- ¿Comer a las dos? ¡Pero si sólo es la una en Portugal!

Lo dicho, ¡cronómetros en hora ya! Mi pitanza depende de ello.

miércoles, julio 18, 2007

Crónicas lusitanas do Capitão Achab (III)

Es necesario rehabilitar los controles fronterizos y reinstalar en las garitas un nutrido grupo de ceñudos guardias. No es que me preocupe lo que pueda llegar de Portugal -con toallas de algodón y jugadores de fútbol poco daño pueden hacer- sino el paisanaje que de aquí les enviamos.

El primer indicio lo tuve ayer de mañana. Andaba yo por las inmediaciones de la Torre de Belém, interesante muestra de arquitectura manuelina cuando unos zarrapastrosos compatriotas se dispusieron a fotografiar el monumento. Habíase apostado el fotógrafo para encuadrar la edificación cuando su acompañante le advirtió:

- Así no. Que se vea el puente, que es lo más bonito.

Tate, me dije yo. Cómo engañan las apariencias, resulta que estos muchachos son aficionados al arte del siglo XX y desean que la fotografía incluya el magnífico puente colgante que atraviesa el estuario. Curiosa e interesante amalgama conceptual: la torre aduanera que cierra la boca del puerto y el puente que une sus costas.

Pues no, el puente que querían incluir era la funcional pero espantosa pasarela de hierro y metacrilato que conducía a las taquillas.

Pero eso no es lo peor. El mal gusto asusta pero no hiere. Lo peor llegó anochecido. Estaba yo dedicándome con entusiamo a devorar un polvo grelhado, que no es un coito enloquecido sino un pulpo a la plancha, cuando en la mesa contigua se instalaron tres orondos sevillanos vociferantes. Nada más llegar, los tres individuos, tras comprobar el notable cabeceo de la mesa procedieron a calzarla con un plato de porcelana fina. Cuando el horrorizado camarero retiró el plato y colocó en su lugar una cuña de madera, los comensales decidieron entretenerse en interrumpir las conversaciones ajenas con estruendosos ruidos y horrísonas carcajadas. Finalmente, para completar su noche de barbarie, volcaron sobre mi padre media botella de tinto alentejano a modo de báquico e incivil bautismo.

Ni una disculpa amagó el bárbaro terceto. Muy al contrario del camarero que se disculpó en todos los idiomas de su amplio repertorio. En cuanto termine de ver iglesias, probar vinos y deglutir gambas solicito la nacionalidad portuguesa. Mientras tanto pondré cara de italiano, que se me da bastante bien.

Por si las moscas.

martes, julio 17, 2007

Crónicas lusitanas do Capitão Achab (II)

Ver mundo es cosa conveniente. Qué duda cabe que es viajar forma la mente, enriquece la imaginación y complementa la experiencia. Sin embargo, el desplazarse de la tierra natal conlleva incómodas sorpresas y notables sobresaltos que se evitarían si el mundo tuviera la deferencia de trasladar sus más notables lugares al portal de casa. Tampoco es pedir tanto. Si las pizzerías te traen el pedido a casa, las agencias de viaje, que cobran mucho más, debieran hacer lo propio.

Como no lo hacen, pasa lo que pasa, que la gente se lía. Esta mañana, sin ir más lejos, mientras mi madre inspeccionaba la nutrida oferta de desayunos y comensales que el señorial hotel ofrece, se ha marcado una sorprendente reflexión:

-Hay que ver, esta ciudad está llena de extranjeros.

- Sí, mamá y lo más sorprendente es que la mayoría son portugueses.

De todos modos, dígase en descargo de mi progenitora que mi padre se negó a retrasar el reloj una hora -"qué os creéis, mi cabeza aún da para corregir el desfase"- y hoy nos ha despertado a las 7:00. Naturalmente, a esas horas y en vacaciones, el córtex cerebral aún anda ocupado en numerar rumiantes.

Menos mal, porque los integrantes del grupo de portugueses que le indiqué a mi madre como ilustración de mi agudeza tenían ojos rasgados, tez amarillenta y se servían toneladas de salmón entre reverencia y reverencia.

Crónicas lusitanas do Capitão Achab (I)

- Pues este hotel que ha reservado tu padre no está del todo mal- comentó mi madre mientras se acomodaba en su suite del Palace.

Pues no, no lo está.

Por de pronto, el ordenador, la conexión y el suelo de mármol lo han puesto ellos.

domingo, julio 15, 2007

Arquitectura

Afirman las insidiosas malas lenguas que en mis viajes de exploración por la meseta no reconozco el mérito artístico de ninguna edificación que no estuviera terminada al finalizar el medievo. Eso es una grosera falsedad, uno reconoce los méritos de cada época en su justa proporción.

Nuestros antepasados, sin ir más lejos eran demasiado pretenciosos construyendo fachadas. Las hacían bonitas, es cierto, pero con tanto arco, tanto relieve y tanta gaita no quedaba sitio para abrir ventanas, colgar la persiana, cultivar geranios o sacar a tender la ropa. Los modernos descendientes de aquellos orgullosos caballeros, en cambio, saben ser tan prácticos como la situación requiere.




Luego soy yo el surrealista. A ver qué me encuentro esta semana en Lisboa.

Nos vemos y leemos a partir del viernes.

viernes, julio 13, 2007

Peligrosidad social

Cuenta la leyenda urbana que existe una serie de libros marcados cuya toma en préstamo de entre los fondos de una biblioteca pública provoca que los servicios secretos de medio mundo te coloquen un agente a diez centímetros de la retambufa con objeto de evaluar tu peligrosidad social y evitar que te prendas la mecha en los lavabos del avión.

Yo no tengo pensado subir a aeroplano alguno en las próximas fechas -la excursión a Lisboa de la semana que viene la haré en coche, que es más barato- lo cual limita mi potencialidad lesiva, pero, no obstante, la cara que puso el bibliotecario cuando le enseñé el terceto de libros con que pienso amenizar el viaje me induce a pensar que lo mismo visito el Barrio de Alfama del trajeado bracete de un agente especial.

A ver si hay suerte y el espía me lo manda el germánico Bundesnachrichtendienst y no la norteamericana CIA. Así, el polizonte me puede leer a Rilke ("Das Buch der Bilder") con buen acento, mientras yo me distraigo con "El desarrollo de la mente en los simios, los monos y los niños" y "El mundo de Rocannon", que, cada vez que intento pronunciar aquello, de "Mit den reichgekleideten Händen / geht, schlank und nackt, das Schwert" pierdo por completo el control de mi capacidad de salivar.

jueves, julio 12, 2007

Heliogábalo de sorteos S.L.


Del emperador Heliogábalo se cuentan numerosos excesos, la mayor parte falsos, desmesurados e increíbles. Entre sus múltiples rarezas se dice que gustaba de presidir estrambóticos sorteos de mecánica singular. Dichas suertes se realizaban mediante el empleo de sendas bolsas llenas de cuentas. Las del primer saquito contenían números, las del segundo el nombre de diversos objetos. Al forzado participante se le entregaban tantos ejemplares de la cosa señalada como la primera cuenta indicase. De este modo, de las fiestas del Emperador se podía salir con treinta libras de oro en la saca, con cincuenta moscas revoloteándote alrededor o devorado por doce osos pardos.

Pues bien, dado que el preparador me ha prohibido expresamente quejarme del ejercicio que ayer me cayó en suerte y defendí con considerable honor aunque justo suspenso -sobrepasar el límite de tiempo es un grave delito opositor- tan sólo diré una cosa.
Si Heliogábalo me invita a cenar, me llevo un cepo para osos.

lunes, julio 09, 2007

Au revoir

Bueno, mis adorables acólitos, esta semana estará dedicada a las nobles labores del repaso desesperado, la peripatesis de pasillo y el examen sobreacelerado. En consecuencia, la literatura cede paso a la vida y no tendrán demasiadas noticias de mi persona hasta que regrese de examinarme.

Ahora, a pensar en positivo. Como diría mi preparador: "si apruebas es un logro, si suspendes te puedes tomar tres semanas de vacaciones".

domingo, julio 08, 2007

Animalario

La naturaleza se aprovecha de la mala memoria de las ardillas y así, los frutos que los roedores se olvidan de recobrar en invierno tienen oportunidad de crecer en primavera.

Mi hermano y su mujer algo deben de tener de roedores arborícolas pues, cuando se exceden en la compra de viandas -cosa muy frecuente si mi querido Starbuck es el proveedor- las entierran en el congelador para olvidarlas. Lamentablemente, la naturaleza no puede aprovecharse de su memoria de pez, pues las longanizas y el pastel ruso son vegetales de difícil germinación. En este caso el favorecido es un servidor de ustedes, que, desprovisto del ahorro ardillesco y la memoria piscícola usufructúa, en cambio, el estómago de una cabra adulta.

Por animales va a ser.

viernes, julio 06, 2007

El encierro humano

Esto empieza a formar parte de la tradición de los sanfermines. El 5 de julio, como prólogo a la fiesta, un nutrido grupo de centroeuropeos en pelotas se pasea por el casco viejo de Pamplona para protestar contra los encierros, las corridas de toros y el sufrimiento de los cornúpetas en general. El acto, que han dado en llamar "encierro humano", no destaca precisamente por su emoción, pero tiene un componente estético en absoluto desdeñable. Para que se hagan una idea, la cosa queda tal que así:





No obstante, la imagen de esta moza, tan mona con su pañuelito, sus afilados apéndices córneos y su "absolutamente nada más", me suscita unas cuantas reflexiones:

- Entiendo que haya gente a quien los encierros le resulten extraños, alíenígenas y censurables. Menos entiendo que un grupo de húngaros, lugar de origen de los manifestantes a juzgar por el idoma del cartel que tienen detrás, esté al corriente de las tradiciones taurómacas de una localidad española. Serán lectores de Hemingway, digo yo.

- Asumido que se hayan juramentado contra la fiesta, entiendo que deseen la supresión de las corridas. Menos entiendo que pretendan lograrlo paseando a tan deseable austrohúngara nudista por una ciudad rebosante de alcohol y testosterona.

- Pero lo que no puedo entender de ninguna manera es que sean tan pánfilos de haberse dejado a los respectivos novios, amiguitos o rolletes en Budapest con advertencia expresa de guardales la ausencia mientras estuvieran en España enseñando el pandero. A ver, lógico, han asumido que se iban a dedicar al turismo sexual de boina y pañuelo y, en justa correspondencia, les han dejado la sesera en estado de superabundancia cornúpeta.

Digo yo, ya que se han molestado en averiguar el papel del toro en los festejos españoles, ¿hubiera sido un esfuerzo mucho mayor informarse sobre el significado de los cuernos en la cultura mediterránea?

jueves, julio 05, 2007

En capilla

Si el tribunal no acelera aún más, que ya sólo les falta nombrar vocal al correcaminos, en una semana sabremos, por fin, qué es más poderoso:

- el benéfico poder de la cintas con la medida de la Pilarica que mis agentes secretos me remiten desde Zaragoza; o

- el anglosajón maleficio del viernes 13.



Dado que no llevo en esta guerra ni la mitad del tiempo que, en media, se requiere para aprobar, yo apostaría por el loco del hacha. No obstante, al contrario del año pasado, que sólo fui para quitarme el miedo, alguna posiblilidad sí que tiene la Virgen.

En fin: "Virgencita del Pilar, / líbrame de enfiteusis / y servidumbre legal."

miércoles, julio 04, 2007

La verdad judicial y el misterio de Pimlico

Ahora que ha quedado visto para sentencia el juicio más polémico de la década y que uno de sus juzgadores, aplicándose la venda antes de sufrir la herida, ha recordado la limitada capacidad de los jueces para desentrañar la completa verdad de los hechos cuando estos se presentan en confusa maraña voy a aprovechar para relatarles uno de los más célebres y embarullados casos del derecho criminal inglés, que, en todas partes cuecen habas, lleva 121 años sin solución.

La historia comienza cuando, una mañana de 1886, apareció, sentadito en el sillón de su coqueto piso de Pimlico, acomodado barrio londinense, el cadáver de Mr. Thomas Edwin Bartlett, comerciante. El difunto no presentaba signos externos de violencia, pero, internamente, su estómago, anegado en corrosivo cloroformo, parecía un colador de verduras.

La policía sospechó enseguida de su mujer, Adelaide, una preciosa francesita once años menor que él. La moza tenía movil: el marido era rico, ella era su heredera y, además, la bella francesa se entendía con un apuesto pastor anglicano. Claro, que el marido, todo sea dicho, no sólo lo consentía sino que gustaba de contemplar sus escarceos amatorios desde su mecedora. Al parecer, mientras los amantes se aliviaban el rijo, el cornúpeta aprobaba sus actos con cara de satisfacción. Por cierto, rodar tan extraña escena fue la incumplida fantasía fílmica de Alfred Hitchcock.

Para mayor sospecha policial, unos días antes, el clérigo había comprado, sin disimulo y a petición de su amante, una botella grande de cloroformo en la farmacia de la esquina que posteriormente se encontró vacía en el hogar de los Bartlett.

¿Suficiente para condenar a Adelaide? Pues no, porque, verán, ni el juez, ni el fiscal, ni el jurado, ni nadie presente en el juicio se vio capaz de explicar cómo demonios se podía suministrar un potente corrosivo a una persona sin provocarle el más mínimo daño en labios, boca, garganta o esófago. El abogado defensor no vio necesario llamar a testigo alguno. Se limitó a pedir la absolución de su defendida si nadie era capaz de explicar cómo pudiera hacerse tal cosa. Dado que nadie lo logró, Adelaide fue absuelta.

A los pocos días de la absolución, que fue recibida entre vítores por el público asistente, Sir James Paget, célebre patólogo británico declaró: "Ya que ha sido absuelta y ningún riesgo corre su vida, sería interesante que nos explicara, en interés de la ciencia, cómo demonios lo hizo".

Pero, o bien doña Adelaida era inocente, o bien la ciencia le importaba bien poco, pues prefirió mantener la boca cerrada y volver a Francia con el dinero de su marido y sin el cariñoso pastor. En el fondo es mejor así.

Los misterios pierden mucho cuando llevan manual de instrucciones.


-ooOoo-

P.D. La idea de la sonda es muy evidente... en 2007, pero aducir que Mrs. Bartlett empleó una en 1886, veinte años antes de sintetizarse el plástico, supone crearse un problema, si cabe, aún mayor. Además, si la moza era tan hábil como para construir una máquina del tiempo en el jardín sin que se enteraran los cotillas del barrio, lo del cloroformo tuvo que poder hacerlo sin necesidad de aflojarse el corsé o alterar el continuo espacio-temporal.

martes, julio 03, 2007

Plagio

La imitación, ya lo comentaba ayer, es cosa relativamente frecuente y que, afortunadamente para los plagiarios, suele pasar inadvertida. Lo malo es que, cuando no sucede así, la ulterior vergüenza suele ser considerable.

Cuenta un añoso chascarrillo inglés que un predicador de tal nación estaba martirizando a sus feligreses con un sermón de corta y pega compuesto de los retazos de cientos de célebres amonestaciones piadosas. Uno de los asistentes, comerciante de profesión y hombre de notable cultura se entretenía en identificar los fragmentos y comentarlos en alta voz:

- Eso es de la "Consolación" de Boecio;

- Eso de un sermón de Tillotson;

- Eso es cita de Tertuliano.

Harto el pastor de ser públicamente avergonzado, se dirigió al impertinente feligrés y le conminó a abandonar la liturgia. El leído comerciante se puso en pie y, mientras se aproximaba a la salida sentenció en alta voz:

- Y ahora expulsa a los mercaderes del templo... ¡como en San Mateo, capítulo 21, versículo 12!

Por nuestras encantadoras tierras hispanas acabamos de contemplar un curioso y sonado caso de imitación culpable. Un juzgado madrileño acaba de condenar a TVE a dejar de emitir su programa "España Directo" en la Comunidad de Madrid por considerarlo una copia ilícita del programa regional "Madrid Directo". En principio la cosa sorprende, pues el programa tiene una estructura tan genérica -formato de noticiario desenfadado con reporteros que recogen curiosidades y quejas ciudadanas- que difícilmente se puede defender que imitarlo sea incurrir en plagio. Si así fuera, todos los informativos y la mitad de las series españolas serían ilícitos, pues no hay cristiano que los diferencie.

Pero es que a los creativos de TVE les ha perdido el descaro. Si se hubieran limitado a un imitar el espíritu del programa original, el juez se hubiera hecho el loco, pero hace falta cuajo para copiar el nombre -"Madrid/España Directo"-, fichar a los reporteros del programa originario y emitirlo, para mayor escarnio, a la misma hora.

En fin, se conoce que estos avispados muchachos eran de los que, cuando copiaban en un examen, incluían la fecha de edición del libro de texto y el domicilio de la editorial.

lunes, julio 02, 2007

De cómo la realidad imita al arte y puñaladas en el pecho

Ya que ayer metí en estas andanzas a doña Louise Andreas Salomé voy a aprovechar para contar un chascarrillo que le concierne y que, además, permite el pedante divertimento de adoptar una pose estirada y exclamar:

- "¡Observen, señoras, señoritas, caballeros y monos antropomorfos con cuánta desfachatez la naturaleza imita al arte!"

En fin, al grano. Uno de los episodios más célebres de la segunda parte del Quijote narra cómo el pobre Basilio se presenta en los festejos previos a la boda entre el rico Camacho y la hermosa Quiteria. Tras una hiperbólica declaración de amor a la bella, el desdeñado rival "con ligero desenfado y determinado propósito" se arroja sobre su estoque traspasándose el pecho. En los trances finales de su agonía, el suicida solicita que se le permita desposar a la moza, pues, siendo inmediata su muerte, nadie sufriría perjuicio por ello. Aceptada la proposición y culminado el enlace, Basilio se alza en pie, y muestra ser fingida la herida para ira y desespero de Camacho y su gente. El Caballero de la Triste Figura, siempre más hábil con el verbo que con la lanza sentencia:

"–Teneos, señores, teneos, que no es razón toméis venganza de los agravios que el amor nos hace; y advertid que el amor y la guerra son una misma cosa, y así como en la guerra es cosa lícita y acostumbrada usar de ardides y estratagemas para vencer al enemigo, así en las contiendas y competencias amorosas se tienen por buenos los embustes y marañas que se hacen para conseguir el fin que se desea, como no sean en menoscabo y deshonra de la cosa amada."

Novelesco acontecer, sin duda, pero la realidad, más diestra en imitaciones que un taller de bolsos de Pekín, se las ingenió para calcar el suceso.

La joven Louise (Lou o Lojla) Salomé, decidida muchacha rusa de buena familia, pasó a finales del siglo XIX como un vendaval por la vida amorosa de los más insignes gafapastas centroeuropeos de la época: Nieztsche la pidió sin éxito en matrimonio, Paul Rée vivió con ella dos años sin lograr tocarle un pelo, Freud y Rilke caerían, a su debido tiempo, rendidos también a sus pies... Sin embargo sólo un hombre consiguió llevarla al altar, el filólogo y orientalista alemán Friedrich Carl Andreas, un peculiar personaje, hijo de un noble persa, nieto de una malaya, mago en la India, sabio en europa y excéntrico en cualquier lugar.

Sabedor de lo dificilita de convencer que era Lojla, el señor Andreas se presentó en su casa con una navaja barbera y tras declararle su encendido amor, se la clavó en el pecho. El buen hombre había calculado previamente, con el auxilio de un manual de anatomía, dónde herirse sin finiquitar su existencia, pero, con los nervios, estuvo a punto de fallar. Su petición de matrimonio in articulo mortis resultó extremadamente convincente, principalmente porque se estaba desangrando de verdad, y la arisca rusa se casó con él. Lo que no consiguió fue que, en 43 años de matrimonio, la furibunda tigresa rubia con la que había matrimoniado accediera a acostarse con él. (*)

Supongo que para eso hubiera necesitado otra navaja igual de afilada y, qué quieren que les diga, si la primera vez se rasuró el pericardio tampoco es cuestión de tentar a la suerte con una segunda exhibición de pulso.

--ooOoo-

(*) La verdad es que no esta nada claro que lo consiguiera nadie. El mejor posicionado es Rilke, que se mudó un tiempo a casa de los Andreas y viajó con ella a casa de Tolstoi. Se escribían cartas de amor y todo eso, pero tratándose de dos pájaros de tal pluma, no es cosa que nada permita asegurar.

domingo, julio 01, 2007

Reivindicación de don Federico Nietzsche

"Nietzsche en plena euforia, no sólo insistió en
hacer la fotografía, sino que se ocupó personalmente
y con celo de la preparación de los detalles
-como la carretita (¡que resultó demasiado pequeña!),
o incluso en la cursilería del ramo de lilas prendido del látigo."

Lou Andreas Salomé


Cuando yo estudiaba la filosofía del bachillerato me acosaba de continuo el temor irracional de que fueran a preguntar por Nietzsche en el examen. No es que su pensamiento me pareciera especialmente inasequible, para eso ya estaban Hegel y Kant, sino que mi cerebro se ha negado siempre a ordenar correctamente las cinco consonantes consecutivas que luce el apellido del filósofo sajón. Luego, con el tiempo, y más por su vida que por sus escritos, el hombre me llegó a caer realmente bien. De toda su peripecia vital, el momento que más me conmueve es el de la pérdida definitiva de su razón. No me refiero a los años de postración intelectual -el enajenado Hölderlin tocando un piano sin cuerdas en una solitaria habitación de Tubinga es considerablemente más conmovedor- sino al instante preciso en que el cerebro del pensador germano decidió tirar la toalla.

Paseaba don Federico por Turín pocos meses después de su cuadragésimocuarto cumpleaños cuando una inusitada algarabía llamó su atención. Enfocando sus miopes ojillos de animal subterráneo pudo observar consternado cómo un iracundo cochero golpeaba a un caballo desplomado en el suelo. El filósofo, horrorizado, se abrazó llorando al cuello del animal e interpuso su corpachón entre el látigo y el cuerpo derrengado del martirizado bruto. Cumplido tal acto de humanidad, Herr Nietzsche perdió la consciencia para no recuperarla jamás.

Es imposible negar que tal gesto de piedad honra al irascible germano, ¿pero no resulta un tanto paradójico que un tipo que se pasa la vida predicando la voluntad de poder, el coraje, la valentía y el superhombre dedique el último instante de su vida consciente a llorar por un caballo moribundo?

Pues puede ser, pero es que, verán, don Federico conocía el oficio.


Moraleja:

¿Que tira más que dos carretas?
Un filósofo, filólogo y poeta.
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-ooOoo-
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Vale, lo admito. Todo este artículo no es sino una larga excusa para colgar una foto impagable. Pero, ¿verdad que, de repente, les cae Nieztsche mucho mejor?