miércoles, noviembre 30, 2005

Liberté, egalité, tolerance.

Hoy me voy a poner pesadito, filológico y absurdo. Voy a pelearme contra el uso masivo de la palabra tolerancia. Porque lo siento, pero detesto la entronización de esta palabra como piedra de toque del civismo y camino personal para la perfección ciudadana. Si miras el Diccionario de la Real Academia en una edición que haya cumplido la decena te encuentras esto:
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tolerar
(del lat. tolerare)
1. tr. Sufrir, llevar con paciencia.
2. tr. Permitir algo que no se tiene por lícito, sin aprobarlo expresamente.
3. tr. Resistir, soportar, especialmente un alimento o medicina.
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Modesta bondad. Qué lejos de la fraternidad que proclamaban los revolucionarios parisinos. Tolerar así entendido no implica esforzarse en la comprensión del otro, no implica aproximación ni escucha. Quien tolera sufre, quien tolera soporta, quien tolera aguanta; pero ni escucha, ni comprende, ni, por supuesto ama al tolerado. Si limita a no abrirle el cráneo a cantazos. Seré un iluso, pero yo pensaba que no quemar a los discrepantes era el comienzo de la civilización y no su gozoso culmen.
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Por eso, cada vez que alguien presume de su tolerancia, no puedo evitar pensar que lo que pasa por su magín es lo siguiente:
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"Te tolero. Tu sola presencia me revuelve las tripas. Si este mundo funcionara como es debido tu cuerpo se cubriría de pústulas ulcerosas y tendrías que rascarte las llagas con papel de lija, de modo que la corrupción de tu carne equivaliera a la de tu sucia alma. Pero soy tan jodidamente civilizado que no me voy a molestar en matarte con mis propias manos. Dejaré que te revuelques en tu inmundicia hasta que la naturaleza disponga de ti. Porque te tolero. Me das arcadas, pero te tolero."
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Cuánto mejor sería poder presumir de empatía, de comprensión, de diálogo o de la utópica fraternité de los communards de 1870. Pero no, eso es mucho pedir para una sociedad en rebajas: tolerancia como máximo. Esa parece nuestra máxima aspiración.
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A lo mejor es para rebajar la mala conciencia que las últimas ediciones del DRAE añaden una nueva acepción:
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4. tr. Respetar las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias.
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Eso está un poco mejor. Pero sigue siendo una virtud de baratillo. La formula del gorro frigio sonaba mejor: Libertad, igualdad, fraternidad. Está tan bien pensada que, en la traducción, no pierde la rima.

martes, noviembre 29, 2005

El peluquero del terror

Mi peluquero es un artista, un Miguel Ángel capilar, un Leonardo de los flequillos, un Brunelleschi de las patillas y, sin embargo, estoy considerando seriamente la posibilidad de cortarme el pelo en la bañera con una máquina de esquilar ovejas. No se trata de mi acuciante necesidad de ahorrar. Es más sencillo: mi peluquero me da pánico.

No es cuestión de su apariencia física, anque algo contribuyan esas camisetas con lamparones rojo-sangre ajustadas a su hipertrofiada musculatura, esos inexplicables piercings en el cogote (¿se los engancha directamente en la médula espinal?), esa cara de Tintín echado a perder que pone cuando se concentra o ese dragón tatuado que desde su bíceps portentoso parece susurrar: "para entrar de becario en mi banda debes hacerte uno de estos con la aguja de un tocadiscos."

Lo que de verdad me pone nervioso son esas miradas perdidas al infinito mientras las tijeras evolucionan a velocidades increíbles, ese ademán de comprobar el filo de la navaja sobre la palma de la mano, y sobre todo esa pose final de gran artista mientras parece meditar: "¿es digno este corte de mi fama o debe ser destruido junto con la cabeza que lo soporta?"

Me temo que algún día elegirá la segunda opción. Espero que cuando llegue ese día tengáis la decencia de echarme de menos.

lunes, noviembre 28, 2005

Huir hacia adelante o de la caradura como método de acercamiento

Hoy voy a reconocer uno de mis más graves defectos. Al fabricarme se olvidaron de poner la marcha atrás. No importa lo oscuras que estén las nubes en el horizonte, el capitán Achab nunca retrocede. No importa que el vigía vea montañas de hielo, se sigue de frente. ¿Los del Titanic? Unas nenazas. Intentaron esquivar el iceberg y así les fue. Si le hubieran dado de lleno lo habrían partido por la mitad. Total, sólo era un cubito de hielo que perdió su gin tonic.

Situemonos hace cuatro o cinco años. El capitán Achab se va de viaje a Túnez dejándose un ligue a medio cocer en Madrid. Vuelto de la lejana y misteriosa África sin una sola foto (el capitán es de los que olvida quitar la tapa de la cámara o, si lo recuerda, de los que plantan un dedo en el objetivo), descuelga su teléfono y llama a la bella señorita en cuestión.

Achab: Acabo de volver de Túnez. ¿Te apetece que quedemos el sábado?

Bella señorita: ¡Ay, sí! Y me enseñas las fotos.

Achab: ¿Las fotos? -comienza la huida hacia delante- Sí, claro, las fotos. Ya verás qué fotos, lo bonitas que son. Una mano que tengo para las fotos... (Una bocaza es lo que tienes, Achab)

Achab cuelga. Achab piensa: ¿a quién conozco yo que haya estado en Túnez? Ya sé... JL, JL ha estado en todas partes... y efectivamente, JL había estado en Túnez. Tras mucho suplicar, media hora antes de cenar con su dama, el capitán consigue un fajo de fotos con una sana y bien alimentada familia burgalesa pateando zocos.

Todo confianza, Achab corre a su cita y a los postres empieza el muestreo fotográfico. A cada pregunta de la señorita se improvisa una respuesta:

Bella señorita: Que pena que no salgas en ninguna....

Achab: Es que como la cámara es mía no la saben usar bien y, claro no puedo hacer fotos y salir a la vez...

El capitán se felicita a sí mismo. Esto funciona se dice... Momento en que Bella señorita pone una cara rara... y jugueteando con la última foto pregunta: ¿todas las fotos son de Túnez?

Achab: Esto... ¿sí?...

Bella señorita gira la foto.

Ante mí, enorme, contundente, inconfundible la catedral de Burgos.

La gran ventaja de derrumbarte en medio de risas histéricas es que después se olvidan de pedirte explicaciones.

viernes, noviembre 25, 2005

¡Por todos los dioses!

El capitán baja a comprar el pan. De camino a la panadería se topa con una madre y su hijo, de unos diez años.

Niño: ¡Mamá, mamá! ¿Quién puede más, Supermán o los dioses?

Madre: Andresito, Supermán no existe.

Eso zanja la cuestión. Punto para los dioses.

jueves, noviembre 24, 2005

Mi pequeño jardín zen


La inconstancia de mi hermano me han provisto de un pequeño jardín zen.

Me explico. Hace un año, por Reyes, su novia le regaló una pecera, la cual, por razones de espacio, acabó en mi habitación. Yo había desterrado la tele para evitar distracciones y en el hueco la pecera encontró su lugar en el mundo.

Fue verla allí, vacía, expectante, todo un mundo nuevo que colonizar y a mi hermano le poseyó el furor piscícola. Durante una semana y media su mundo giró alrededor de los peces. Leía libros sobre peces, consultaba a expertos en peces, buscaba peces en internet, elaboraba complejos planes para la cría de peces tropicales en cautividad. En definitiva, se convirtió en el mayor experto teórico en peces del mundo universo. Mientras tanto, a la espera de que la teoría diera frutos, la pecera seguía sin peces.

Después se fue de compras. Compró gravilla, una planta falsa, una piedra de diseño, un tronco ornamental de innegable forma fálica. Los colocó en una disposición armónica. Llamó a su novia, le mostró su obra. Mientras tanto, por supuesto, la pecera seguía sin peces.

Llegado a este punto, procedió a llenarla de agua desclorada, a controlar su salinidad y el PH. Hasta que todas estas variables estuviesen controladas era evidente que la pecera seguiría sin peces.

El PH se desmadró, la salinidad se desbocó, el tronco fálico crío un moho verde. El interés de mi hermano decaía por momentos. Aprovechando la oportunidad las bacterias colonizaron la pecera, que (todos a coro) seguía sin peces.

Entonces un velo blanquecino del que emanaba un hedor nauseabundo se extendío por la superficie, mientras el agua adquiría gradualmente el color del amontillado. Mi hermano, cuya atención se había desviado hacia los fundamentos teóricos de la navegación a vela, cambió su enfoque piscícola. Lejos de alterar el natural decurso de los acontecimientos dejaría que la evolución siguiera su curso: en cuestión de unos millones de años las bacterias y el moho evolucionarían en bacalaos.

Una lástima no disponer de cincuenta millones de años libres y tener un olfato sensible. En cuanto mi hermano se fue de viaje, le vacié la pecera. Ahora rastrillo la gravilla con un cepillo de lustrar zapatos, recoloco las ramas de la plantita plastiquera y dispongo el tronco en ángulos que disimulen la obscenidad de su forma. Es mi pequeño jardín zen. Cuando termino de estudiar me olvido del mundo y paseo mi mente por mi pequeño jardín de sobremesa.

lunes, noviembre 21, 2005

En la que el capitán divaga sobre la educación, la religión y las bellas artes

Al capitán Achab le gustan los museos y los de su ciudad los conoce bien... Quien tiene la osadía de acompañarle en sus sábados culturales (generalmente algún pariente) sufre un perjuicio que una ventaja recompensa: a cambio de escuchar las mil y una teorías sobre arte que el muy pedante del capitán cuenta sin ser invitado, recibe, sin aumento de precio, una somera explicación de los temas mitológicos que sirven de base a tantos cuadros.

El capitán Achab no posee esos conocimientos por su vida marinera o por revelación olímpica. Al capitán Achab, cuando era pequeño le regalaron un libro de mitología griega y romana (eso cuenta él, aunque en realidad se lo robó a su padre). Seducido por aquellas fantasías, se pasó media infancia leyendo una y otra vez las rijosas aventuras de Zeus, el desventurado matrimonio de Hefesto, el azaroso nacimiento de Dionisos, el errático vagabundeo de Odiseo, el trágico destino del fauno Marsias y el resto de las abigarradas historias que nutrían la religión de los griegos. De haber nacido en el siglo IV, el capitán Achab hubiera simpatizado con el emparador Juliano.

Que sus esporádicos acompañantes agradezcan estas historias no se debe a la seductora oratoria del capitán: se debe a que sus oyentes las ignoran en su mayoría. Cuando alguien decidió hace unas decenas de años jibarizar la enseñanza de humanidades en el bachillerato proclamó que la cultura clásica de la juventud no corría peligro, pues el estudio de la mitología antigua sería recogida por asignaturas transversales como la Historia del Arte.

Hace unos días, el capitán escuchó del portavoz de una asociación estudiantil que a nadie debía preocupar que las futuras generaciones ignoraran las tradiciones y mitos del cristianismo, pues estos serían recogidos por asignaturas transversales como la Historia del Arte.

El capitán Achab sospecha que si en su vejez logra convencer a un nietecito para acompañarlo a un museo, tras arrancarlo de la holotelevisión, la consola de realidad virtual, del orgasmatrón alleniano o el artefacto que por entonces se emplee para achicharrar neuronas, se verá obligado a explicar quién es el melenudo que cuelga de un madero en aquel cuadro de Velazquez, quién aquel improbable individuo que construye un barco desproporcionado en el cuadro de Turner de más allá y quién el tipo que decapita un barbudo en otro de Caravaggio.

A alguien que se ha pasado media vida relatando la maldición de Casandra o la transmutación de Dafne no es esto cosa que le asuste, si no fuera porque sospecha que deberá explicar también a su hipotético nieto qué es un museo y cómo alguien puede estar tan loco como para preferir malgastar sus tardes viendo eso en lugar de presenciar un derbi de mega-júngol en la 3-D visión.

Cuando al capitán Achab le asalta el desánimo le da por escribir en tercera persona.

sábado, noviembre 19, 2005

El canal Cuatro y la Prica-Cola

Entre ayer y hoy, intrigado por el hecho cuasicabalístico de que un canal que se llame Cuatro esté bailando el vals con el 4% de audiencia, he cometido el masoquista desliz de hacerle una rápida inspección visual y de programación. Después de quedar bastante decepcionado, he decidido torturar a mi escasa parroquia con una de mis atrabilarias reflexiones de día de descanso.

¿Qué ocurre cuando te posicionas frente al líder de mercado, pero en vez de ofertar algo distinto ofreces una imitación de bajo coste del producto ganador? Que tienes entre manos la Prica-Cola. Y la Prica-Cola la compran cuatro gatos, puede que incluso los mismos cuatro que homenajea con su nombre el nuevo canal de televisión.

Dos meses llevo oyendo que el nuevo canal iba a darle estopa a Telecinco, que íbamos a ver una nueva manera de hacer televisión, que esto iba a ser la reoca trufada y rellena de manzanas. Pero si hasta el nombre, "Cuatro", lo eligieron para que el público lo sintonice en el dial 4 y lo enfrente cara a cara a Tele5.

Pero en lugar de la prometida maravilla, ¿qué tenemos?

- una línea editorial calcada a Telecinco;

- desechos de tienta de Telecinco, como Boris Izaguirre o Eva Hache;

- reposiciones de "Melrose Place";

- el Telediario de Gabilondo, del que se esperaba mucho, pero que, de momento, tiene menos ritmo que un tamborilero manco....

Resultado: el porcentaje medio de espectadores de Cuatro es inferior al porcentaje de espectadores que cada semana veían codificada la película guarrona del Canal +.
Parece descorazonador, pero puede que ahí esté la solución: ¿por qué no prueban a codificar a Gabilondo? La gente tiene mucha imaginación: a saber lo que es capaz de intuir entre las rayas.

martes, noviembre 15, 2005

El juego de las cajas o la lotería en Babilonia.

Si no lo hubiera visto con mis ojos no lo creería. Pero lo he visto y, como mi estado de enajenación opositora no ha llegado aún al punto de provocarme visiones, debo creerlo.
Uno de los programas más vistos en España es un concurso con la siguiente mecánica:

1) Se distribuye una serie de premios al azar en unas cajas numeradas;

2) Se reparten al azar las cajas numeradas entre los concursantes;

3) Se elige al azar a uno de estos;

4) Éste va eliminando las cajas en el orden que su particular interpretación del azar determina; y, finalmente

5) Se queda con el premio que el azar dejó en su caja.

Pues esto da para ensimismar durante una hora a unos cuantos millones de españolitos. No es que tenga nada en contra del azar, pero, en los concursos, antes, la gente hacía algo, aunque fuera enumerar suertes del toreo... ¡un,dos,tres, responda otra vez!

Puestos a entregarse de lleno al azar podían haber montado una sucursal de la Lotería en Babilonia:

"Una jugada feliz podía motivar su elevación al concilio de magos o la prisión de un enemigo (notorio o íntimo) o el encontrar, en la pacífica tiniebla del cuarto, la mujer que empieza a inquietarnos o que no esperábamos rever; una jugada adversa: la mutilación, la variada infamia, la muerte."

¡Ah! Borges sí que hubiera diseñado un entretenido concurso azaroso.

lunes, noviembre 14, 2005

Teléfono roto.

Había un juego infantil que era algo así. Uno dice algo otro, otro lo entiende mal, se lo transmite peor al tecero, el cuarto al quinto y, al final el resultado ni se parece al comienzo.

Pues bien, en la realidad no tiene ni repajolera gracia. Ahora resulta que hay como cinco personas cabreadas porque les han dicho que yo he dicho, que me han dicho que alguien dijo...

Si aparezco colgado del palo mayor hago saber que soy inocente. ¡Ah!, y a partir de ahora hablo con taquígrafos y ante notario.

jueves, noviembre 10, 2005

Españoles, Franco ha vuelto


¡Inquietaos, oh mi tripulación! Terribles cosas pasan en el otro barrio. El espíritu de Franco no descansa en paz y para matar el rato ha decido manifestarse.

Primero ha sido en un bar de San Bernardo. El propietario estaba remozando la fachada y al quitar el enlucido ha aparecido un retrato de Franco. Como suena. Pero se ve que nadie le ha hecho mucho caso, pues su espíritu ha buscado nuevas formas de hacerse presente. Esta vez me ha tocado a mí.

Resulta que ayer, la novia de mi hermano me regaló un cuadernillo de pasatiempos. Supongo que es una especie de comentario irónico sobre el poco ocio que tiene un opositor; pero, ya que me lo ha regalado, me he puesto a resolverlos. Y ¡oh, sorpresa! Al resolver el pasatiempo llamado "puzzle japonés" allí estaba él, de uniforme, con su bigotillo, el pelo peinado hacia atrás y una inquietante media sonrisa galaica.

Uno ha surcado los siete mares, arponeado ballenas blancas y todo eso. Pero esto sí que acojona. De verdad.

miércoles, noviembre 09, 2005

Harry Potter y el traductor biempensante

Cosa curiosa. Según he leído hoy en el periódico, el último tomo de las aventuras del hechicerillo de marras ya se ha traducido al castellano.

No es que esté demasiado interesado ni en el mago ni en los príncipes mestizos. De los primeros me divierte más Tamariz y de los segundos sólo conozco al niño mulato de Albertito de Mónaco. Lo que me interesa del asunto es que el título del libro ha mutado desde "The Half-Blood Prince" ("El Prícipe Mestizo") a "El Príncipe Misterioso". Quiero pensar que el motivo haya sido que algún experto en marketing piensa que vende más el misterio que el mestizaje. Porque lo que me parecería abracadabrante es que "mestizo" hubiera entrado en la lista de palabras prohibidas para el hablante políticamente correcto.

Si me equivoco y hemos llegado a tal grado de absurdo neovictorianismo biempensante estoy ansioso por comprobar si la próxima edición de la gran novela de Conrad "The Nigger of the Narcissus" pasa a llamarse "El misterioso hombre de indeterminado color del Narcissus". Ah, por cierto, prometo preparar una versión de la "Canción del Pirata" en la que éste se rehabilite y se convierta en un ciudadano honrado, solidario y con conciencia social.

martes, noviembre 08, 2005

Jóvenes promesas.

Es uno de los tópicos favoritos de cualquier locutor deportivo sin imaginación. Plano de segundón en chándal comiendo pipas en el banquillo y el periodista compungido, comenta: "Mala suerte en la carrera de Fulánez: pese a brillar como joven promesa en las categorías inferiores nunca ha conseguido un puesto en el primer equipo" Para cuando se hacen estos comentarios el pelotero de turno le saca cinco años a la mitad del equipo titular. Y el capitán Achab se pregunta: ¿hasta qué edad se puede seguir siendo una joven promesa?

Vale, cualquier desavisado lector que se meta en esta página tiene derecho a hacerse su propia pregunta: ¿qué demonios le pasa a Achab hoy?

Sencillo, ayer después de aburrir a mi preparador contándole la teoría general de los actos de comercio fui a mi universidad a recoger mis títulos y me he dado cuenta de que después de dos años tengo lo mismo que cuando acabé: la esperanza de sacarme unas oposiciones. Voy camino de convertirme en la joven promesa más vieja de la historia de la humanidad.

lunes, noviembre 07, 2005

Exceso de ballenas blancas

Tengo un exceso de ballenas blancas.
Dado que firmo como el capitán Achab una obsesión compulsiva sería suficiente para satisfacer los requerimientos básicos del personaje.
Sin embargo yo podría competir con los balleneros japoneses: en ballenas blancas, se entiende. O por lo menos yo me entiendo. Creo.