Hoy me voy a poner pesadito, filológico y absurdo. Voy a pelearme contra el uso masivo de la palabra tolerancia. Porque lo siento, pero detesto la entronización de esta palabra como piedra de toque del civismo y camino personal para la perfección ciudadana. Si miras el Diccionario de la Real Academia en una edición que haya cumplido la decena te encuentras esto:
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tolerar
(del lat. tolerare)
1. tr. Sufrir, llevar con paciencia.
2. tr. Permitir algo que no se tiene por lícito, sin aprobarlo expresamente.
2. tr. Permitir algo que no se tiene por lícito, sin aprobarlo expresamente.
3. tr. Resistir, soportar, especialmente un alimento o medicina.
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Modesta bondad. Qué lejos de la fraternidad que proclamaban los revolucionarios parisinos. Tolerar así entendido no implica esforzarse en la comprensión del otro, no implica aproximación ni escucha. Quien tolera sufre, quien tolera soporta, quien tolera aguanta; pero ni escucha, ni comprende, ni, por supuesto ama al tolerado. Si limita a no abrirle el cráneo a cantazos. Seré un iluso, pero yo pensaba que no quemar a los discrepantes era el comienzo de la civilización y no su gozoso culmen.
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Por eso, cada vez que alguien presume de su tolerancia, no puedo evitar pensar que lo que pasa por su magín es lo siguiente:
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"Te tolero. Tu sola presencia me revuelve las tripas. Si este mundo funcionara como es debido tu cuerpo se cubriría de pústulas ulcerosas y tendrías que rascarte las llagas con papel de lija, de modo que la corrupción de tu carne equivaliera a la de tu sucia alma. Pero soy tan jodidamente civilizado que no me voy a molestar en matarte con mis propias manos. Dejaré que te revuelques en tu inmundicia hasta que la naturaleza disponga de ti. Porque te tolero. Me das arcadas, pero te tolero."
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Cuánto mejor sería poder presumir de empatía, de comprensión, de diálogo o de la utópica fraternité de los communards de 1870. Pero no, eso es mucho pedir para una sociedad en rebajas: tolerancia como máximo. Esa parece nuestra máxima aspiración.
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A lo mejor es para rebajar la mala conciencia que las últimas ediciones del DRAE añaden una nueva acepción:
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4. tr. Respetar las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias.
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Eso está un poco mejor. Pero sigue siendo una virtud de baratillo. La formula del gorro frigio sonaba mejor: Libertad, igualdad, fraternidad. Está tan bien pensada que, en la traducción, no pierde la rima.
4 comentarios:
Genial, genial de verdad, siempre me sonó mal esa palabra, y tú has sabido explicar lo que yo nunca he sabido
Muchas gracias. Me sacas los colores.
No sé.. pide poco y obtendrás aún menos
Bueno, yo seguiré pidiendo el todo y me alegraré por lo que caiga.
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