jueves, noviembre 24, 2005

Mi pequeño jardín zen


La inconstancia de mi hermano me han provisto de un pequeño jardín zen.

Me explico. Hace un año, por Reyes, su novia le regaló una pecera, la cual, por razones de espacio, acabó en mi habitación. Yo había desterrado la tele para evitar distracciones y en el hueco la pecera encontró su lugar en el mundo.

Fue verla allí, vacía, expectante, todo un mundo nuevo que colonizar y a mi hermano le poseyó el furor piscícola. Durante una semana y media su mundo giró alrededor de los peces. Leía libros sobre peces, consultaba a expertos en peces, buscaba peces en internet, elaboraba complejos planes para la cría de peces tropicales en cautividad. En definitiva, se convirtió en el mayor experto teórico en peces del mundo universo. Mientras tanto, a la espera de que la teoría diera frutos, la pecera seguía sin peces.

Después se fue de compras. Compró gravilla, una planta falsa, una piedra de diseño, un tronco ornamental de innegable forma fálica. Los colocó en una disposición armónica. Llamó a su novia, le mostró su obra. Mientras tanto, por supuesto, la pecera seguía sin peces.

Llegado a este punto, procedió a llenarla de agua desclorada, a controlar su salinidad y el PH. Hasta que todas estas variables estuviesen controladas era evidente que la pecera seguiría sin peces.

El PH se desmadró, la salinidad se desbocó, el tronco fálico crío un moho verde. El interés de mi hermano decaía por momentos. Aprovechando la oportunidad las bacterias colonizaron la pecera, que (todos a coro) seguía sin peces.

Entonces un velo blanquecino del que emanaba un hedor nauseabundo se extendío por la superficie, mientras el agua adquiría gradualmente el color del amontillado. Mi hermano, cuya atención se había desviado hacia los fundamentos teóricos de la navegación a vela, cambió su enfoque piscícola. Lejos de alterar el natural decurso de los acontecimientos dejaría que la evolución siguiera su curso: en cuestión de unos millones de años las bacterias y el moho evolucionarían en bacalaos.

Una lástima no disponer de cincuenta millones de años libres y tener un olfato sensible. En cuanto mi hermano se fue de viaje, le vacié la pecera. Ahora rastrillo la gravilla con un cepillo de lustrar zapatos, recoloco las ramas de la plantita plastiquera y dispongo el tronco en ángulos que disimulen la obscenidad de su forma. Es mi pequeño jardín zen. Cuando termino de estudiar me olvido del mundo y paseo mi mente por mi pequeño jardín de sobremesa.

7 comentarios:

Seshat dijo...

Ay que me parto...

Me has quitado un peso de encima, creía que lo de la forma fálica era producto de mi salidorrismo.

Pero me parece muy mal que no tengais peces. A mi son de los pocos animales que me gustan. No huelen, no hacen ruido, no sueltan pelo...

La pila esa de libros y apuntes opositores que se ve a la izquierda me da un mal rollito...

Besos, capitán

Achab dijo...

La forma fálica del tronquito es evidente y patente a la mente atenta, que diría Descartes. Hay quien ha llegado hasta a distinguir el frenilo.

A mí es que me van más los mamíferos marinos albinos. Arponear a un guppy me parece abuso de poder. Además, es dificilísimo.

Nepomuk dijo...

Bueno, si algún día tu hermano persiste y pretende recuperar el usufructo de la pecera siempre podrías llegar a un acuerdo y crear la "pecera zen" que podría ser tal que así, pero con agua y un pez globo (lo siento...el único japonés que conozco).
Lao Tse estaría perfectamente de acuerdo. Fijo.

Oye, me ha gustado esto. ¿Más? ¿enlace?

Achab dijo...

Lo del pez globo es buena idea, pero debería vencer la tentación de hacerlo sushi.

Lo siento por mi oligofrenia sabatina, pero "¿más?, ¿enlace?" no termino de interpretarlo.

Si es una petición de más paranoias será atendida.

Nepomuk dijo...

Sushi no, muchacho, que el pez globo es venenoso...

Que si te puedo enlazar. Bueno, mejor no contestes, porque te va a dar igual... :d (nepoterrorismo)

Achab dijo...

Pedir permiso para enlazar es un formulismo innecesario. A su voluntad, caballero.

Miss Missing dijo...

Jajajaja... Bueno no hay mal por bien venga. Jajaja