Los seguidores más rigoristas del jainismo cubren su boca con un velo y barren el suelo que van a pisar. De este modo, evitan el riesgo de tragar un mosquito, pisar una hormiga o jalarse un infusorio, actos de agresión injustificable que perjudican mucho al karma.
Vistas las consecuencias que mis viajes en automóvil tienen sobre la microfauna española creo que tengo dos opciones: o bien le coloco un velo a mi coche o bien me resigno a reencarnarme en mosquito.
Incluso podría pedirle información al ejemplar incrustado en el parabrisas. Claro que, sin cabeza, poca cosa me podrá contar.
1 comentario:
Cierto es que los viajes son una masacre bichicida. Y lo mal que se limpian, los tíos.
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