Cualquier plato que la mente humana imagine conoce al menos dos versiones: la normal y la de mi bisabuela.
La normal es la de toda la vida, la que ustedes, gentes sin tradición, comen en sus casas; la de mi bisabuela, además, lleva un huevo duro. Por ejemplo, hoy llega mi madre y me dice:
- He hecho las judías como las hacía mi abuela.
- ¿Y eso cómo es?
- Con un huevo duro.
Quien dice judías verdes dice pimientos colorados, quien dice pimientos dice garbanzos, y así hasta el infinito.
- Caramba, mamá, a tu abuela le tenían que encantar los huevos.
- No, pero criaba gallinas.
martes, febrero 21, 2006
La cocina de la (bis)abuela.
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6 comentarios:
Seguro que las gallinas de tu bisabuela producían más de la cuenta porque vivían al aire libre y eran muy felices; iban y venían y picoteaban de aquí y de allá.
Pero esa libertad se acabó: pobres gallinas.
Huevo duro, tortilla, huevos fritos, mayonesa, mousses... preferirías que se dedicara a la algarroba, no te digo...
jajaj Florecilla... tengo una amiga "vegetariana" que en una ocasión dijo que jamón "der güeno" sí que comía porque venía de cerdos felices, que corrían de arriba a abajo y comían de lo que pillaban... si es que hay gente pa tó.
Um... pues el café con leche y huevo duro... no me lo imagino, no.
ehm... y supongo que su bisabuela no tenía nada, nada, nada, nada, que ver con los Hermanos Marx ¿verdad?
Florecilla:
Semilibertad. Un corral espacioso y lleno de m...
Deyector:
No, si no me quejo.
Elenita:
Y yo conocí a un vegetariano que sólo comía atunes.
Gin:
Pues me acabo de coemr un huevo en taza de lo más rico.
Nepomuk:
Quita, que como la llames marxista se levanta de la tumba y te arrea.
Mirrous:
Interesante información. Bueno es saber que su espacio inguinal se encuentra despejado.
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