Mi calle siempre ha sido bastante singular. Algunas de sus peculiaridades, sin embargo, han desaparecido con el tiempo. Cuando yo era pequeño, la calle no sólo estaba sin asfaltar, lo cual, en pleno centro de la capital, era de una rareza considerable, sino que sus extremos quedaban cerrados por sendos portalones de mampostería con verja de hierro. La primera consecuencia era que el ayuntamiento no prestaba servicios de limpieza y que estos estaban a cargo de los vecinos, la segunda que todos los propietarios de animales domésticos del barrio tomaron nuestra calle por un gigantesco cajón de arena. Ante tan desagradables contingencias, los vecinos cedieron su independencia, el Ayuntamiento asfaltó la calle, se llevó las verjas y dejó a los canes sin su gigantesco urinario gratuito. El portalón, por su parte, permaneció como testimonio del pasado independentista hasta que mi tía, haciendo prácticas de conducción, lo derribó de un poco certero volantazo. Sic transit gloria mundi.
No obstante, existe una singularidad que jamás cambiará por estar ligada a la propia naturaleza de la vía: en lugar de presentar un único trazo, que es lo común en la morfología de las rúas, la mía se repliega sobre sí misma hasta tomar la forma de la letra "p", o, por ser más exactos y gafapastosos, de la runa "thorn" (Þ). Dicha configuración ha sido aprovechada por los muchachitos botelloneros, que gustan de ocupar el trazo curvo con animos alcohólico-festivos, deleitar al vecindario con su colección de reggaeton, hip-hop y aullidos guturales y aliviarse el esfínter en los portales.
Los vecinos del mencionado fragmento de calle, tan enemigos de la música estridente como añorantes de su pasado feudal, después de comprobar que la policía es incapaz de controlar los excesos de los mozalbetes han optado por liarse la manta a la cabeza y erigir en plena calle un sólido, ilegal y acerado muro con objeto de contener a los ebrios bárbaros fuera de sus dominios. Ellos sabrán lo que hacen, pero la caída del Imperio Romano empezó tal que así.
Lo mismo, cuando los folloneros ocupen el tramo recto, que lo harán, mis convecinos se decidirán a excavar un foso alrededor de la calle y fortificar las casas con almenas. Luego, juraremos vasallaje al vecino más bruto a cambio de protección y por último, en lógica progresión, atacaremos la calle Serrano al grito de "¡Dios lo quiere!".
En fin, les dejo, que tengo que sacarle filo al mandoble y coserme un par de cruces rojas en la camiseta.
No obstante, existe una singularidad que jamás cambiará por estar ligada a la propia naturaleza de la vía: en lugar de presentar un único trazo, que es lo común en la morfología de las rúas, la mía se repliega sobre sí misma hasta tomar la forma de la letra "p", o, por ser más exactos y gafapastosos, de la runa "thorn" (Þ). Dicha configuración ha sido aprovechada por los muchachitos botelloneros, que gustan de ocupar el trazo curvo con animos alcohólico-festivos, deleitar al vecindario con su colección de reggaeton, hip-hop y aullidos guturales y aliviarse el esfínter en los portales.
Los vecinos del mencionado fragmento de calle, tan enemigos de la música estridente como añorantes de su pasado feudal, después de comprobar que la policía es incapaz de controlar los excesos de los mozalbetes han optado por liarse la manta a la cabeza y erigir en plena calle un sólido, ilegal y acerado muro con objeto de contener a los ebrios bárbaros fuera de sus dominios. Ellos sabrán lo que hacen, pero la caída del Imperio Romano empezó tal que así.
Lo mismo, cuando los folloneros ocupen el tramo recto, que lo harán, mis convecinos se decidirán a excavar un foso alrededor de la calle y fortificar las casas con almenas. Luego, juraremos vasallaje al vecino más bruto a cambio de protección y por último, en lógica progresión, atacaremos la calle Serrano al grito de "¡Dios lo quiere!".
En fin, les dejo, que tengo que sacarle filo al mandoble y coserme un par de cruces rojas en la camiseta.
9 comentarios:
Vaciar por el balcón el cubo de la fregona (usado) también funciona.
De acuerdo con Suri Kata, yo pensaba sugerir que a ese cubo se le ponga un poco de lejía.
Yo creo que lo suyo es contratar a los más vociferantes y asilvestrados de sus reggeatoneros, firmar un Foedum con ellos a cambio de unos pocos litros de sangría, y así tener una relativa tranquilidad,pero sólo durante un tiempo durante un tiempo, jajaja...
Ay, Y las murallas de Aureliano, cuando hicieron falta, no sirvieron de nada, dígaselo a sus vecinos...Nada detiene a los bárbaros.
Me parece que no tengo una buena tarde...
Bueno, pero si les echan aceite que sea de girasol, que les saldrá más barato.
Nosotros en eso tenemos más suerte, como está el Ebro, el Huerva y el Canal Imperial, la urea se la llevan las aguas.
Cuando yo vivía en el poblado sin ley, tenía unos vecinos molestísimos (molestisimos en general, no sólo por lo que te voy a contar) que gustaban de bajarse los sábados por la noche al paseo del río a comer latas de sardinas en una mesa plegable.
Pero ay, les molestaban los coches que pasaban rápido, y cómo aún no se habían puesto de moda los resaltos destroza-bajos para retener velocidades, ellos vieron la solución en las tapas de alcantarillas que recorrían todo el eje de la carretera: las dieron la vuelta dejando hacia arriba un montón de salientes (no sé si has visto una tapa de alcantarilla por debajo, no lo sé explicar, tienen una especie de pirámide truncada, de acero, claro).
Cada dos por tres alguien las ponía bien, y ellos las volvían a voltear... depués dealgún neumático reventado, y algún inteto de reventarles la cara dejaron de hacerlo, claro...
Vamos, que no quiero pensar lo que harían estos de tener que enfrentarse a una pandilla de adolescentes reggetonianos...
Deus Volut! Cuando necesites un cofrade y un brazo fuerte en el combate, llámame! jejeje.
No dudo que ese tipo de cruzadas las avale la iglesia, pero no esperarás una bula general sólo por quitarte de en medio unos cuantos invasores a la puerta de casa.
Un saludo.
Suri Kata, Criaturilla:
Aceite hirviendo, no hay nada como el aceite hirviendo.
Davgard:
Bah, es tiempo perdido. Lo suyo es entregarles a nuestras mujeres y resignarnos a cultivar la tierra por su cuenta.
Gin:
Del que sobre de freír boquerones.
Tamaruca:
El Manzanares no da para tanto.
Reve:
¿Me los mandas?
Burnout:
Bueno, podemos consagrar el ABC de Serrano a Dios que a lo mejor nos lo convalidan.
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