Mi padre, aunque viva en Madrid desde antes de que lo inventaran, es natural de una pequeña villa de Toledo, la cual, aparte de exhibir una iglesia tardogótica bastante enseñable, destaca por la notable implicación política de sus habitantes. Mi madre, que gusta de expresar las cosas con términos más vistosos, acostumbra a afirmar que "en ese pueblo están muy politizados". Debe de ser verdad, a fin de cuentas no se recuerda una elección -ya sea local, autonómica, general, europea o de la cofradía de la Virgen- en que haya votado menos del 80% del censo, pero es que hay que reconocerles que son de lo más original que concebirse pueda en materia de expresión política y elección de representantes. Para que se hagan una idea, los próximos cuatro años, el pueblo será gobernado por una amigable aunque sorprendente coalición PP-PSOE.
Alguna explicación habrá, pensarán ustedes. Por supuesto que sí, les contesto yo, pero será mejor contar las cosas por su orden.
Según dicen los que han escarbado la tierra por allí, el lugar lleva habitado desde la Edad del Bronce, cuando unos cuantos energúmenos se atrincheraron en un cerro cercano para liarse a cantazos con los demás pobladores de la meseta. No tengo duda de que la vida política de aquellos caballeros era sumamente interesante, pero, lamentablemente, la ignoro por completo. Yo empecé a informarme de la misma a principios de los noventa, a raíz de la aparición del pueblo en un Telediario de Antena-3 con ocasión de una tensa y feroz moción de censura en la que la coalición gobernante - PP con IU-, fue desalojada por el PSOE, un partido independiente llamado PIL (como el bacalao) y un tránsfuga oportunista que se pasó, con armas, cargo y bagajes, de uno al otro bando.
Pese a lo accidentado de su triunfo, la nueva coalición mantuvo el poder algunos años sin demasiados sobresaltos. La principal novedad fue la lenta erosión de comunistas e independientes, que, de facto, encaminaba el municipio hacia el bipartidismo.
Tanta placidez electoral, sin embargo, no podía durar mucho entre mis paisanos. En las filas socialistas comenzó a destacar un político de singulares capacidades y rostro más pétreo que los muros de la iglesia: el médico del pueblo. A decir de sus opositores, el avispado político consiguió multiplicar su influencia por el ingenioso y torticero medio de recetar medicamentos y firmar bajas sin tasa a sus partidarios más ferverosos. Con tan singulares prácticas logró tanto la dirección de su partido como la mayoría absoluta. Lo auténticamente milagroso fue que, con semejante barra libre de tranquilizantes, el Dr. House no se empadronara en el lugar.
Sin embargo, al poco de ser proclamado alcalde, el médico, hombre casado, se fugó a la capital con una compañera de partido, también casada y con una buena porción de retoños. Los parientes, amigos y simpatizantes de los cónyuges abandonados instaron a dimitir al alcalde, el cual se negó en redondo a dejar el cargo y volvió al pueblo entre los amagos de linchamiento de sus paisanos. Al final, la riña se resolvió en una escisión en las filas del partido: el médico reunió a sus partidarios y fundó un partido socialista bis: el ASHL. Sus detractores se repartieron entre el PSOE de toda la vida y los populares.
Así pues, a estas últimas elecciones concurrieron el socialismo a recetazo (ASHL), el socialismo sin receta (PSOE) y la receta sin socialismo (PP). Pues bien, a pesar del considerable entusiasmo con que el regidor extiende sus prescripciones, el ya ex-alcalde se ha quedado a cien votos de la mayoría absoluta. Sus adversarios, que no estarán de acuerdo en muchas cosas pero están igualmente hasta el gorro de él han optado por coaligarse y repartirse las concejalías por mitad.
De momento así están las cosas. Ya veremos cuánto tarda en formarse un partido independentista y pedir la autodeterminación con salida al mar a la altura de Torrevieja, que es lo único que aún no hemos probado.
Alguna explicación habrá, pensarán ustedes. Por supuesto que sí, les contesto yo, pero será mejor contar las cosas por su orden.
Según dicen los que han escarbado la tierra por allí, el lugar lleva habitado desde la Edad del Bronce, cuando unos cuantos energúmenos se atrincheraron en un cerro cercano para liarse a cantazos con los demás pobladores de la meseta. No tengo duda de que la vida política de aquellos caballeros era sumamente interesante, pero, lamentablemente, la ignoro por completo. Yo empecé a informarme de la misma a principios de los noventa, a raíz de la aparición del pueblo en un Telediario de Antena-3 con ocasión de una tensa y feroz moción de censura en la que la coalición gobernante - PP con IU-, fue desalojada por el PSOE, un partido independiente llamado PIL (como el bacalao) y un tránsfuga oportunista que se pasó, con armas, cargo y bagajes, de uno al otro bando.
Pese a lo accidentado de su triunfo, la nueva coalición mantuvo el poder algunos años sin demasiados sobresaltos. La principal novedad fue la lenta erosión de comunistas e independientes, que, de facto, encaminaba el municipio hacia el bipartidismo.
Tanta placidez electoral, sin embargo, no podía durar mucho entre mis paisanos. En las filas socialistas comenzó a destacar un político de singulares capacidades y rostro más pétreo que los muros de la iglesia: el médico del pueblo. A decir de sus opositores, el avispado político consiguió multiplicar su influencia por el ingenioso y torticero medio de recetar medicamentos y firmar bajas sin tasa a sus partidarios más ferverosos. Con tan singulares prácticas logró tanto la dirección de su partido como la mayoría absoluta. Lo auténticamente milagroso fue que, con semejante barra libre de tranquilizantes, el Dr. House no se empadronara en el lugar.
Sin embargo, al poco de ser proclamado alcalde, el médico, hombre casado, se fugó a la capital con una compañera de partido, también casada y con una buena porción de retoños. Los parientes, amigos y simpatizantes de los cónyuges abandonados instaron a dimitir al alcalde, el cual se negó en redondo a dejar el cargo y volvió al pueblo entre los amagos de linchamiento de sus paisanos. Al final, la riña se resolvió en una escisión en las filas del partido: el médico reunió a sus partidarios y fundó un partido socialista bis: el ASHL. Sus detractores se repartieron entre el PSOE de toda la vida y los populares.
Así pues, a estas últimas elecciones concurrieron el socialismo a recetazo (ASHL), el socialismo sin receta (PSOE) y la receta sin socialismo (PP). Pues bien, a pesar del considerable entusiasmo con que el regidor extiende sus prescripciones, el ya ex-alcalde se ha quedado a cien votos de la mayoría absoluta. Sus adversarios, que no estarán de acuerdo en muchas cosas pero están igualmente hasta el gorro de él han optado por coaligarse y repartirse las concejalías por mitad.
De momento así están las cosas. Ya veremos cuánto tarda en formarse un partido independentista y pedir la autodeterminación con salida al mar a la altura de Torrevieja, que es lo único que aún no hemos probado.
7 comentarios:
Así que de Lillo, ¿eh?
Magnífica entrada. Me ha encantado.
Luego para que digan que esos pequeños pueblos del interior son tranquilos.
Hombre... qué quiere que le diga... aquí el PSOE y el PP se hicieron amiguitos para poder gobernar y se han repartido la legislatura a pachas: los dos primeros años tuvimos de alcalde al candidato del PSOE y los dos segundos al candidato del PP. También hubo abandono conyugal por una compañera de partido por parte de uno de los candidatos, con el correspondiente escandalazo en el pueblo. Lo de salir al mar por Torredelmar como que no, pero solamente porque ya tenemos salida propia (más que salida digamos que el mar se nos mete en casa directamente) y Torredelmar nos pilla un tanto a trasmano.
singular aventura política solo puede tener lugar en tierra de "hijosdalgos" como es la susodicha.
En la que todos y cada uno de sus habitantes son independientes (¡faltaría más!) y solo por el devenir de los tiempos se pueden coaligar, pero solo, ya digo, circunstancialmente.
Yo vengo de un poco más arriba y hacía la izquierda, pero al fin y al cabo de la misma autonomía y he de decirle que de la capital de provincia de donde soy a principios de siglo se fundó un partido que pedía la independencia. También se formó un movimiento a favor de la destitución de los Borbones como reyes ilegítimos de España a favor de la descendencia de Doña Juana La Loca (encerrada por mal de amores en pueblo muy cercano a dicha capital de la que hablo).
Así qué Sr. Cápitan le digo que no entiendo muy bien la política actual, dados mis orígenes, empeñada en hacer pactos y tripartitos e incluso alianzas entre seres tan distíntos, cuando aqui (y en casi todo el resto)somos tan "nuestros". Según parece los habitantes de toda esta región de la que hablamos son los únicos que no hacen centros, casas, asociaciones y similares cuando emigran. Asturianos, gallegos, vascos, catalanes, andaluces, todos tienen sus "casas" en las américas o donde sea menos los castellanos que no las tienen en ninguna parte, y al parecer (según explica la hipótesis) es porque tiene una mayor adaptabilidad a cualquier circunstancia fuera de su "habitat". Y yo creo que también es por eso, con uno mismo ya es suficiente, dos son multitud.
Es reconfortante saber que en todos los lugares se cumplen los principios de la física: la mierda flota.
Y es que seas de un pueblo o de una gran capital, el hecho es que cada cual suspira por lo que el vecino respira.
Un saludo.
Yorchus:
Chivato, acusica, el culo te pica... ñeñeñeñeñeñe
Hartosdezporky:
Es que somos muy nuestros para estas cosas.
Gin:
Lo de los turnos no lo hemos probado aún. Es otra opción.
Jody Dito:
E hijosdalguien también.
Burnout:
A grandes rasgos eso es.
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