En algún lugar de su ameno ensayo sobre de la sociedad victoriana, A.N. Wilson cuenta la sorpresa con que se toparon unos bienintencionados filántropos cuando examinaban un fétido alojamiento en los suburbios de Londres. En una habitación de no gran tamaño, convivían cinco arrendatarios: el primero ocupaba el centro de la habitación, los demás se repartían las esquinas.
Horrorizados, los visitantes preguntaron a una de las ocupantes cómo podían soportar aquella situación insalubre. La interpelada comentó:
- "¡Oh, no es para tanto! En realidad estábamos bastante cómodos hasta que el caballero del centro subarrendó su parte."
En Fuenlabrada, se ha encontrado un hotel ilegal para inmigrantes escondido detrás del armario de un restaurante chino. Ha sido leer la noticia y recordar la anécdota semejante del subarrendatario inglés. Sólo falta un huesped sentencioso que comente el caso. Como los chinos son, por educación, discretos el comentario lo suministro yo:
- "No, si detrás del armario estábamos bastante bien... era peor cuando el hotel estaba dentro."
5 comentarios:
Mi Capitán:
También me ha llamado la atención el hotelito. Lo comento en mi blog de ayer.
A sus órdenes.
Discretos sí que son. Un hotel clandestino de españoles es inimaginable.
¿Os imaginais la de bacterias que debía haber entre esas sábanas?
Buagh!!
Bwana:
Es que llama poderosamente la atención.
Suri:
Demasiado jaleo.
Koala:
Y jabalíes enanos, incluso.
Jajaja.. Y tanto.. Aish Capi..
Besitos
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