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jueves, enero 06, 2011

Navajazo segundo

Ingerida la última docena larga de navajas persiste el problema de eliminar el olor a mariscazo reconcentrado que invade mi apartamento. Abrir las ventanas y sacar la basura podría ayudar considerablemente, pero hace frío y llueve a manta de Dios.

Resignación. Si a alguien me dice mañana que huelo raro contestaré que me pasé la fiesta pescando en la ría.

martes, julio 01, 2008

Memento

Cuando uno de mis amigos me comunica que un fragmento del libro que tiene entre manos le ha recordado a mi persona, yo, impulsado por una inexplicable confianza en la benevolencia ajena, espero toparme con un párrafo simpático, cariñoso, encomiástico o halagador.

Vana esperanza que pronto se desvanece. El texto que, al parecer, suscita el inevitable memento de mi presencia es el siguiente:

“Parece que Amiel olía de un modo especial. No el olor del desaseo, pues era escrupulosamente limpio; tampoco de que se perfumase. Era un rastro sui generis, que, a pesar de los años transcurridos, el docto crítico no ha podido olvidar. Posiblemente este elemento olfativo formaba importante papel de la personalidad de Amiel y sobre todo de su personalidad amorosa. Es evidente que el olfato en la especie humana juega un papel afectivo mayor de lo que nos figuramos. Su decadencia, como sentido, con relación a las especies animales, acaso ha afinado en nosotros la agudeza de sus estímulos, y éstos actúan en el plano profundo de la conciencia, de modo invisible pero con tanto vigor como en esos ciervos de nuestras sierras, que parecen tener el alma entera en esas narices estremecidas. No sabemos la parte, seguramente grande, que los olores inadvertidos tienen en el proceso de la simpatía y la antipatía. Cuando el olor es notorio, como en Amiel, su eficacia no se puede discutir.”

La culpa es mía por relacionarme con los cuatro lectores que le quedan al doctor Marañón. En cuanto termine de refregarme con jabón del lagarto, me pongo a buscar amigotes analfabetos, acatarrados o mútiles de la nariz.

Mejor aún, invito a merendar a a los que ya tengo y les extirpo la pituitaria con la cucharilla del café.
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