Mi itinerante rubita de cabecera ha regresado a orillas del Báltico. El teléfono, prodigioso invento del hombre blanco, me permite estar al corriente de sus andanzas, que son muchas:
"- Hola, pezqueñín, ¿a que no sabes dónde estoy?
- Pues no, no tengo ni idea.
- ¡En el Wilczy Szaniec!
- ¿Dónde dices?
- En la Guarida del Lobo.
- Ah, ya... en el Wolfsschanze."
El secreto de una relación exitosa, todo el mundo lo dice, estriba en una buena comunicación.
4 comentarios:
Vaya mérito tiene aprender un idioma de éstos con tanta consonante.
Pues no veas las vocales raras.
Quiere esto decir que la bella Koala habla polaco? Glups!
Hans:
El polaco es fácil cuando tu madre es polaca. Lo dijo un hombre sabio.
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