domingo, septiembre 20, 2009

¡A la merda!

En la vida es conveniente saber perder con elegancia, aunque sólo sea por ser la vida pródiga en derrotas y sinsabores. Roger Federer, hombre por lo general muy educado, se olvidó de ello en la final del Abierto de Tenis de los Estados Unidos y, ahora, además de perder el partido, está obligado ahora a apoquinar 1.500 dólares en concepto de multa por proferir "obscenidades audibles". Claro, que poco es un millar y medio de dólares para lo que gana el suizo. A otros les ha ido peor.

En 1288, Lope Díaz de Haro, señor de Vizcaya, Mayordomo Real, Alférez Mayor del Reino y cuñado del rey Sancho IV, era uno de los tipos más poderosos de Castilla. Entre unas y otras cosas, el poder se le subió a la cabeza y, aplicando un criterio sobre la extensión de Vizcaya que sería la envidia de los directivos del Athletic de Bilbao, se apoderó de una sfortalezas que pertenecían a su cuñado.


Sancho, que ya estaba un tanto cabreado con el de Haro porque le había disputado con ventaja una moza de buen ver y mejor palpar, le ordenó que compareciera en la villa riojana de Alfaro para rendir cuentas. El monarca contaba, probablemente, con poder resolver por las buenas el conflicto, pero su pariente era del género terco y se encabezonó con retener moza y castillos.

Llegados a aquel punto, el Rey se hartó y ordeno tomar presos a don Lope y sus hombres. Ahí fue donde el vascuence perdió el norte. Según las crónicas, el señor de Vizcaya gritó: - ¿Presos? ¿Cómo? ¡A la merda!-y se acercó a su cuñado con la manifiesta intención de molerlo a palos. Si no lo hizo fue porque un cortesano atento le cortó la cabeza a mitad de camino.

Lo mires por donde lo mires, perder la cabeza es peor que aflojar la pasta.

3 comentarios:

Esther Hhhh dijo...

Si es que en aquellos tiempos no se andaban con chiquitas, Capi... La verdad es que nunca me hubiera imaginado a Federer con mal perder, siempre tan educado y deportivo...

Besitos

PD: Veo que la amenaza ha servido, jejeje... Más besos, ah y besos a mi rubita favorita

Anónimo dijo...

Ah, infausto, terrenal, triste Lucifer de brazos de Lacoste y boca de Correos...

Por eso siempre he admirado a los psicópatas: ¡Qué temple, qué saber estar, qué serenidad, cuchumbambas maceradas!

Saludos.

Achab dijo...

Esther:

Le falta costumbre. Como gana siempre...

Grénmabar:

En la Edad Media había un montón de esos