Un muy razonable uso comercial prohíbe cambiar o devolver la ropa interior, no sea que algún gorrinazo intente descambiar unos calzones después de restregárselos por la retambufa. Hasta ahí, preocupación cero.
Más me inquieta que se sientan obligados a recordarlo en el supermercado de la esquina, donde lo más parecido a unos gayumbos que se puede encontrar a la venta son los estropajos de fregar cacerolas.
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Aunque, haciendo memoria, existen tribus en Papúa Nueva Guinea que se cubren el frojolón con una calabaza madura y de esas tenían una buena oferta...
Descartado lo imposible, la solución se hallará en lo improbable. Según parece, se ha mudado a Madrid toda una tribu de indígenas melanesios.
3 comentarios:
La modernidad y la globalización... siempre echan todo a perder. Tan lindo que es andar como telegrama, en plan de entrega inmediata o ¿será acaso por aquello de conservar la esperanza hasta el último momento?. Como sea, no te preocupes por las calabazas o las bragas, acuérdate de que aunque todo suba, esas siempre van a bajar...
Es que ha mirado mal, Capitán. Entre los yogures radiactivos (que están buenísimos, dicho sea de paso) a veces ponen un mostrador con calcetines y bragas, que lo he visto yo.
Epi:
Me preocupo, porque yo hago una crema de calabaza imponente.
Suri:
Mañana miro, pero no me suena.
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