¿Han oído hablar ustedes de la "Bolsa de Fortunatus"? Supongo que no, Adalbert Von Chamisso no es una lectura demasiado popular desde hace más de un siglo. Pero descuiden, que yo se lo cuento.
La bolsa de marras es el precio que obtuvo Peter Schlemihl del demonio a cambio de su sombra, curiosa transacción que nos relata la más famosa novelita del señor Adalbert. La principal virtud de la talega es que de ella puede extraerse cualquier bien o riqueza que su dueño desee sin más tramite que introducir la mano y tirar. "Poca cosa una sombra", dirán ustedes. Pues lo mismo pensó don Peter y le fue fatal.
Claro, que esa es otra historia. Lo que importa hoy es descubrir al feliz poseedor actual de tan preciado artefacto, que por supuesto soy yo. ¿Creéis acaso que he vendido mi sombra o alguna de mis extremidades a algún diablejo con espíritu mercantil? ¡Quia, señores! Eso no se lleva desde que murió el último romántico alemán. Dejadme que os cuente cómo la conseguí.
Sabed pues que mi madre es un ser muy ordenado a quien la simple contemplación de una mesa revuelta le provoca insoportables angustias existenciales, un apilamiento de papeles, libros o discos le provoca mareos y mis anárquicos apuntes dudas sobre el recto gobierno del universo.
Sabed además que el amor por el orden no se ha transmitido a sus vástagos, los cuales generamos vagos simulacros del caos primigéneo a nuestro alrededor.
Sabed por último que mi madre, en su infinita sabiduría, ha encontrado un procedimiento que equilibra estas fuerzas opuestas: cuando el desorden de una mesa eleva sus sufrimientos más allá de lo tolerable, toma sus contenidos en brazos para depositarlos en la bolsa que a tal efecto guarda en un armario. De este modo, su espíritu se apacigua sin destruir ninguna posesión, creación o cogitación que pudiera tener valor para su descendencia.
La consecuencia lógica es que, de vez en cuando, conviene revisar la bolsa en busca de sus ocultas riquezas. Así, la última inspección me ha reposesionado de un difumino, una flauta, tres discos compactos, un pincel de pelo de marta, el borrador de dos cuentos, la partitura de un vals, un soneto burlesco de cosecha propia y los poemas completos del Conde de Villamediana.
Es como abrir los regalos de Navidad a finales de mayo.
jueves, mayo 25, 2006
De la bolsa de Fortunatus
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14 comentarios:
Como cuando yo ordeno mi armario
Yo con lo de la mudanza llevo con el espíritu navideño un mes completito. Lo mejor es que con mi mala memoria y mi lentitud al ordenar he redescubierto cada viejo tesoro unas 7 veces XD
Qué peligro, Dios mio.
El primer libro "serio" que leí en mi vida, alla por los 11-12 años. Basicamente porque era corto, letras grandes y el titulo chulo. Me suministro muchos e interesantes ratos de angustia.
Por lo demas, lo que cuentas de tu madre, me lo hace mi mujer. Me resulta tan apasionante el descubrir libros y otras cosas al cabo de los meses, que ya dejo la mesa del cuarto de estar desordenada a propósito para procurarme estos raros momentos de "reyes magos" en medio del año.
Definitivamente tu madre y la mía fueron a la misma facultad de madres (la otra especialidad es la de madres que directamente lo tiran, que es peor).
Yo recojo en mis bolsos, son como la chistera de un mago.
jajajaja... me recuerda a cuando hago ordenación en mi cuarto (básicamente, pasar las pilas de papeles y objetos a otro sitio).
El año pasado nos mudamos, y como todavía quedan decenas de cajas sin abrir, para mí es navidad en cualquier momento, ya ni necesito simular que ordeno xDDDDDD
Vaaaya yo tengo la saca esa en versión "armario de la entrada". No falla, ahí está todo. Y mi madre es la guardiana, faltaría más.
toayita:
¿Ordenar? ¿eso qué es?
Cattz:
Mejor, así hay más diversión.
Hans:
Mi hermano se pone negro, yo lo sobrellevo mejor.
Embajador:
yo me lo leí por razones parecidas, la verdad.
Florecilla:
Que al final vas a ser mi hermana pérdida que se llevaron los moros.
lek:
Punto a favor de la mudanza
Elenita:
Nosotros en la entrada sólo tenemos paragüero y ahí cabe poco.
Desordenados... somos gente difícil para la convivencia. Porque un desordenado de corazón encuentra las cosas en el desorden y además estima que a una casa demasiado ordenada le falta vida. Malos de convencer y de entrenar...
Imposibles de entrenar, caballero, como los gatos.
Gato, es que el desorden no existe... nuestro concepto simplemente es diferente del de alguien "meticuloso". Te puedo garantizar que en mis buenos tiempos de 20 pilas de papeles y demás artilugios lanzados por el suelo o el fondo del armario, sabía en todo momento dónde debía buscar lo que necesitara. No falla
Jajajajaj!! Encima de desordenados, soberbios...
Lek:
Yo encuentro un 75% de lo que busco, más o menos.
Gato:
Es que llevamos un orden particular, original y propio.
Es que estamos por encima de la teoría del caos...
...Aunque nuestras madres en ocasiones pasan por encima de nuestro orden :(
Moraleja: Las madres siempre están por encima.
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