¿Qué tienen en común el primer antropopiteco que se bajó del árbol, el vigía colombino que avistó América y el astronauta que por primera vez pisó la luna?
Muy sencillo, ninguno era de mi pueblo.
Nada tiene de raro. El amor por el viaje y la exploración no se fomenta mucho por aquellos lares. Cuando era pequeño y jugaba con mi hermano entre los sembrados, mi abuela siempre decía:
- ¡No os alejéis mucho, que hay pozos!
Sería una preocupación legítima si no fuera por que se trataba de trigales de secano que no habían visto un pozo desde los tiempos del Miramamolín. Además y a juzgar por la expresión de horror de su cara, dichos pozos hipotéticos debían de comunicar con un universo paralelo saturado de aberrantes criaturas asesinas cuya sola contemplación bastaría para conducir a un hombre a la locura.
No exagere, Capitán, a los niños siempre se les sobreprotege - diréis.
Pues no, cándidas criaturas, éste es un fenómeno inherente a la naturaleza de mis paisanos que en nada depende de la edad de nadie. Tú coge a uno de ellos, cuéntale tus planes de vacaciones y te soltará:
-¡Que no te pase "ná"!
Y eso que yo veraneo en lugares tan peligrosos y amenazantes como Lugo, Asturias o Santander, donde, dicho sea de paso, los mayores peligros existentes son ser lamido por una vaca cariñosa o que un cangrejo desaprensivo se encapriche del dedo gordo de tu pie
sábado, mayo 13, 2006
De los peligros del viaje
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5 comentarios:
Oye, pues ni tan mal lo de su abuela. A mí el mio me hablaba de niños que secuestraban y les sometían a torturas como la de la gota de agua. No se imagina cuantas veces me he visto de niño atado y con un goteo constante derritiendome el cerebro, que mi abuelo no escatimaba en detalles...
Así estaba yo, que ni al baño me atrevia a ir.
Natural no ir al baño, Bito, que podías coger cualquier porquería, y no digamos las niñas, que hasta preñadas podían quedar si estaba sucio...
Capitán, mi padre, después de 22 años de mandarme a Alemania a estudiar en verano, después de haber vivido yo un año sola en Hamburgo, después de haber viajado a Serbia y a Polonia, sola y en autobús, después de haber recorrido media Europa, me sigue diciendo cuando corto el pan:
"Ten cuidado no te vayas a cortar"
No sólo es habitual en tu pueblo, en mi família mi abuela cuando tenía que salir por lo que fuera al balcón, antes de ni siquiera haber abierto el mismo ya decía "cuidado no te caigas", ojo, eso con la edad de 20 años aprox. nada más y nada menos!!! Debe ser común de una época, una educación de antaño...
cordiales saludos.
Bito:
Su familia rozaba el gore, caballero.
Deyector:
La suya el porno.
Elenita:
El pan es muy traicionero, no te fíes.
Missangria:
Lo que no quería es que te vieran los mozos del pueblo, que son muy suyos pa' sus cosas.
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