Ayer, en Nueva York, condenaron a cadena perpetua al tipo de la foto, Zacarías Moussaoui, por su participación en los atentados de las Torres Gemelas. Pero el protagonista de este post no es el tal Zacarías sino su abogado defensor. Se lo crean o no esta sentencia ha sido un triunfo para él. Un triunfo muy merecido, añado yo.
Cuando comenzó el juicio, el abogado trató de convencer al jurado de la inocencia de su defendido. Cuestionó las pruebas presentadas, contrargumentó los alegatos del fiscal y se defendió como mejor pudo hasta que Zacarías pidió la palabra.
El bueno de Zacarías aprovechó que el juez accedió a su petición para informar a los concurrentes de que su abogado estaba en un error. Afirmó haber participado en la preparación de los atentados y aseveró lamentar profundamente no haber podido participar en la ejecución ya que disfrutaba enormemente con la muerte de cualquier americano.
El pobre abogado tuvo que cambiar su alegato. Visto que su defendido no cooperaba mucho a ser declarado inocente, decidió argumentar que el señor Moussaoui estaba como una regadera. Sin embargo, el angelito volvió a pedir la palabra.
En esta ocasión comunicó que estaba perfectamente cuerdo, que su abogado no le representaba, que odiaba a todos los presentes y que les deseaba una muerte lenta y dolorosa que desearía compartieran con sus familiares, amigos y mascotas.
Cualquier otro abogado se hubiera hecho el hara-kiri con la estilográfica. Pero éste era un hombre de recursos y aprovechó su discurso final para darle un nuevo enfoque a la defensa. Erguido frente a los jurados, les contó más o menos lo siguiente:
- Mi defendido es un asesino. Está perfectamente cuerdo y nos odia. A todos. Es tal vez el peor ser humano que anda por el planeta. Por eso les pido que no accedan a la petición del fiscal y lo condenen a muerte. No merece tan buen trato. Merece una larga vida de sufrimiento y dolor en una prisión de máxima seguridad.
Se lo crean o no, el jurado ha hecho caso al avispado defensor. Lo que les decía: un héroe del turno de oficio.
jueves, mayo 04, 2006
El juicio de Zacarías
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8 comentarios:
Ninguna duda puede caber en cuanto a que la profesión de abogado exige una notable flexibilidad de cintura, pero esto es de lo más gominoloso que he visto yo. Joder, qué deep brown ser abogado de oficio.
Por un momento me imaginé un final con un aire "Los Hermanos Karamazov". El abogado pidiendo la defensa en nombre de la oportunidad de rehabilitación, del arrepentimiento (si lo matan ya no existe esa posibilidad).
Saludos.
Juan Ignacio.
Vaya, ese abogado está usando mi argumento para abolir la pena de muerte a los culpables. Yo creo que deberían pasar lo que les quede de vida de forma miserable, al fin y al cabo morir van a morir de todas formas.
El jurado ha hecho bien. Si le hubieran condenado a muerte, hubiera ido feliz, gritando "Ala es grande" y "por mi muerte morirán cientos de americanos". Luego en entornos radicales se le consideraría un martir, pondrían fotos suyas, y a los niños se les educaría poniendolo como ejemplo a seguir.
Que viva muchos años en la carcel, hasta que esté completamente olvidado. Y que dentro de 30 años tras total aislamiento,que le hagan entrevistas, a ver si sigue tan lúcido.
Hans:
Por lo menos ya se habrá hecho famoso el hombre. Lo mismo a la siguiente le dejan defender a un mafioso.
Juan Ignacio:
Quita, quita, se trata de que le hagan caso.
Cattz:
Que por cierto era el argumento de Beccaria padre dle Derecho Penal moderno y notorio plagiario.
Fernando:
Por lo menos va a tener tiempo de leerse el Coránun montón de veces, que siempre ilustra.
Esto si es un abogado...capacidad de reacción, acción y mucha garra, lo que diferencia a un buen abogado de la mediocridad, una buena puesta en escena y dones de orador pueden acabar de redondear el pleito.
Me quito el sombrero ante el letrado defensor de Zacarías.
Eso, que empezó siendo una regu7lar defensa, se convirtió al final en un placaje. Hay que ser profesional. Yo le expulsaría del colegio de abogados.
Encima que ha conseguido salvar de la inyección letal al cliente menos cooperador de la historia. Yo le daba una medalla
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