domingo, septiembre 21, 2008

Del robo de cámaras en la ciudad de Lérida


El otro día topé con una de esas noticias chuscas que a veces nos regala la prensa. Un ladronzuelo había sido detenido en Lérida tras llevar a reparar una cámara de fotos a la misma tienda donde la había sustraído. El articulito me recordó una vieja anécdota vacacional.

Estaba yo de turismo con mi hermano en la capital ilerdense. Con ánimo de ahorrar y, de paso, hacer un poco de ejercicio, nos acercamos a la catedral vieja en el coche de San Fernando -un ratito a pie y el otro caminando-. El trayecto pasaba por uno de esos barrios donde los gatos llevan navaja y los gorriones intentan afanarte la cartera. Mi hermano, de modo inconsciente, se aferró la cámara con tanta fuerza como aprensión.

Unos individuos patibularios que observaban desde un portal se animaron a comentar la situación:

- ¡Mira el payo cómo agarra la cámara! ¡No la agarres tanto, si te la vamos a robar igual!

Mi hermano, que no es demasiado partidario del reparto coactivo de la propiedad mueble, ignoró sus recomendaciones.

Esfuerzo innecesario. Vistas las costumbres del hampa ilerdense, lo mismo nos hubiera dado entregar la cámara en mano.En menos de una hora, el caco se hubiera presentando en el hotel a pedir que le selláramos la garantía.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Con la de ciudades que hay en el mundo para hacer turismo, vais y elegís Lleida, la ciudad más gris ever. Al menos con esa anécdota podríais sobrevivir al ataque de aburrimiento.

suri kata dijo...

Ya sé que como su pingüino del blog no hay otro (ni mono ni mejor cuidado), pero sabiendo sus aficiones le traigo éstos.

En lo de Lérida coincido con Glencous. Tristona tristona.

Achab dijo...

Glenclous, Suri:

El mejor claustro tardogótico del país. Suficiente para atraerme.

Anónimo dijo...

Ya, eso lo dices para llevarnos la contraria.

Esther Hhhh dijo...

No sé, yo he estado en Lleida y acompañada de cámara y no he sufrido nada por el estilo, pero en fin...

Besitossss

Achab dijo...

Glenclous:

Además de eso.

Esther:

¿Ni un amago de tocarle el pandero?