La condesa de Beauregard, amante de Napoleón III, era mujer de abundante y prominente pechuga. Consciente de ser su busto la mejor baza de su juego, la condesa lucía unos escotes que a un tiempo quitaban el hipo y multiplicaban la lujuria imperial. La sufrida y cornuda esposa del monarca no perdió la ocasión de afear en público el descaro de su rival. La de Beauregard, muy digna contestó:
- Majestad, cada una enseña su cara allá donde la tiene.
Una táctica muy directa que conserva sus defensores. El viernes pasado un individuo de apariencia vagamente humana trató de seducir a una amiga mía enseñándole en su teléfono una fotografía de su descomunal carajo.
¡Animalico! Le quedaba muy abajo la cara como para usar escote.
martes, julio 13, 2010
Donde la tiene
Categorías: amor, anecdotario, historietas históricas, sexo
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4 comentarios:
No quiero imaginar sus tarjetas de visita...
En el móvil todo se ve más grande
Auriga:
Lo mismo están troqueladas.
Petete:
Debería aportar un testimonio notarial.
Capi, si vuelvo a visitaros, no me presentéis a ese "individuo", quizá si se le ocurre enseñarme la misma foto, sufre un pequeño "accidente" y pierde el instrumento protagonista de la misma...
Besitos
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