Cuando los arqueólogos quieren seguirle la pista a los pueblos más movedizos de la antigüedad, con frecuencia recurren a observar la evolución de los ritos funerarios. ¿Que en un lugar del mundo dejan de enterrar a los muertos para pasar a cremarlos? Malo será si no tiene la culpa una horda de emigrantes pirómanos.
Aplicando este método, fuerza es concluir que en esta ciudad conviven dos tribus diferentes de sindicalistas. Alrededor de mi casa acostumbran a volcar los contenedores. Un par de manzanas más abajo son partidarios de pegarles fuego.
La conclusión es provisional, pues todavía ignoro lo que hacen con sus muertos. De todos modos, alguna sugerencia al respecto sí que he oído.
Cuando se ha tenido un día complicado es costumbre consolarse diciendo: "¡Mañana será otro día!"
Yo soy un hombre afortunado. Desde que entre por la puerta de mi casa sólo tendré que esperar diez minutos y será verdad.
Se qué no estamos hablando de la misma persona...
...pero yo le apoyo de todo corazón.
Y sí, ahora mismo escribo mil veces: "No emplearé una bitácora pública para hacer bromas privadas."
Nuestro querido presidente, el señor Rodríguez, ha quedado en Nueva York con el sultán de Marruecos. Viene a ser como quedar en Vladivostok a tomar café con el vecino del bajo izquierda, pero el intríngulis no reside en la distancia que se ha recorrido Pepe Luis para bajarse al mor, sino en las palabras que inadvertidamente le han grabado los periodistas:
"La foto es lo más importante."
No cabe síntesis mejor de su pensamiento político. Nuestro presidente es el reflejo invertido de aquellos amerindios que temían perder el alma si los fotografiaban.
Cuando nuestro presidente viaja a América para hacer el indio, es capaz de vender el alma por salir en la foto.
La tecnología, que nos hace la vida más fácil se introduce sigilosamente en nuestras vidas hasta que somos incapaces de pasarnos sin ella. Piensen, si no, en los teléfonos móviles. Antaño, la gente se las apañanaba para quedar sin usar de esos chismes. Se fijaba un lugar y una hora, la gente acudía, se concedía un período de gracia a los impuntuales y la manada partía a buscar pastos frescos.
Inténtenlo ahora. Acabarán abandonados en una esquina oscura y siniestra mientras sus amigotes se desperdigan por la ciudad. Si son ustedes partidarios de la ropa escasa y el maquillaje egipcio es posible que inicien un provechoso negocio. Caso contrario será mejor que no lo intenten.
Con los ordenadores pasa igual. Esta tarde hemos tenido un fallo informático generalizado en la oficina y los abogados deambulábamos por el despacho ululando como fantasmas pesarosos. Al final nos hemos sobrepuesto y hemos podido sacar el trabajo adelante.
Espero que no se pongan muy tontos en el juzgado cuando presentemos las tabletas de arcilla con caracteres cuneiformes.
Fíjense si estará mal al economía que hasta las estrellas de televisión tienen que recurrir al pluriempleo.
Es un fastidio, pero Bob Esponja se lo toma con alegría.
Si yo les quiero lo mismo de siempre, no se preocupen, pero es que me duele mucho la cabeza...
Tal vez debiera cambiar la marca de mi desodorante. No tengo quejas sobre su aroma. Tampoco sobre su eficacia, pero le ha descubierto un notable inconveniente: el envase es idéntico al de la loción de afeitado.
Así pues, o cambio de marca o me resigno a gasearme en uno de cada dos afeitados.
Es bueno saber que el presidente del gobierno tiene claro qué medidas tomar para reducir los índices del paro. En Oslo, que hace fresquito y se discurre muy bien, ha desgranado las líneas fundamentales de su pensamiento:
"Debemos tener una visión distinta de lo que es desempleo y empleo. Una persona cuando está formándose está trabajando para un país, esto es lo que hemos descubierto de la crisis, que la formación y la innovación es fundamental."
Es un comienzo. A poco que le dé otra pensada, razonará que si un parado saca la basura a la calle está trabajando para el planeta. Si eso no es rozar el pleno empleo, que baje Keynes del pedestal y lo vea.
¿Por qué los llamarán servicios de caballeros si luego dejan pasar a cualquier plebeyo?
Me habían comentado que, en Galicia, las raciones son de comida son más grandes. Debe de ser verdad: un abogado del despacho cumplía años hoy y, en lugar de comprar pasteles, nos ha invitado a todos a bocatas de chorizo.
Me ha venido bien, tenía la nevera medio vacía.
Hoy me han explicado en el curro cómo funciona el horario de verano: entre junio y septiembre puedes volver a casa de día.
Después, anochece más temprano.
Decir que el edificio donde se ubica el despacho es inteligente sería, probablemente, un exceso. No obstante, para ser un montón de ladrillos, es bastante espabilado: cuando todos los abogados han abandonado su seno, él solito apaga la luz y activa las alarmas.
Todo esto sería fantástico si los de recursos humanos no hubieran intercambiado mi tarjeta identificativa con la de un fulano de La Coruña. No vean lo que cuesta convencer a un edificio cabezota de que te deje salir cuando él está convencido de que estás mirando la luna desde el faro de Hércules. De hecho, es imposible: al final tuve que sacar de la cama a un compañero para que me abriera la puerta.
Menos mal que el tipo dormía con el teléfono pegado a la oreja. La alternativa era dormir en mi despacho y quejarme por la mañana de lo tarde que entran los demás.
Dos días en el curro y ya he conseguido quedarme encerrado, de noche, en la oficina. Voy a intentar escabullirme por la puerta trasera. Si funciona, mañana les cuento la historieta.
Si no funciona, podrán leerla en la sección de sucesos del "Faro de Vigo".
Como preludio a mi vida laboral, la encargada de recursos humanos me ha explicado cuál es mi lugar en el departamento.
La parte buena es que es sencillo de recordar. La mala es que, si el último mono tuviera un asistente personal, yo sería el encargado de despiojar a su secretario.
A partir de ahora, sólo puede ascender. A menos que alquile una tuneladora, claro está.
