A la presidenta del Tribunal Constitucional, María Emilia Casas, esa humilde señora que mira contrita al suelo cuando un político la reconviene en plena calle, la acaban de pillar con el carrito del helado.
No se trata de que doña Emilia prestara consejo legal telefónico a la amiga de una amiga ni de que dicha actividad sea, posiblemente, incompatible con su cargo. El magro de este rancio jamón reside en el ofrecimiento final de la magistrada:
¡Ay, María Emilia! La bronca que te va a soltar la vicepresidenta en el próximo desfile.
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2 comentarios:
... Y ésta es la Presidenta del Tribunal Constitucional.
Cada vez que pienso en el Supremo de los USA y lo comparo con el TC español me dan ganas de llorar. Y arcadas.
No sea llorón, que los jueces independientes crean mucha inseguridad jurídica.
En cambio, con los nuestrosm, sabemos el resultado de las demandas antes de que se formulen.
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