La segunda defenestración de Praga fue un acontecimiento bastante curioso que ocurrió a comienzos del siglo XVII.
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Todo comenzó por una discusión entre católicos y protestantes por la propiedad de unos terrenos. Las autoridades fallaron a favor de los primeros, los protestantes se amolaron y, a modo de desahogo, arrojaron por una ventana del castillo a los dos representantes del Emperador en Bohemia y al escribano del tribunal. Los defenestrados eran gente con buena fortuna. En lugar de fracturarse el cráneo como estaba previsto, cayeron sobre un montón de estiércol de caballo y, malolientes pero ilesos, escaparon a toda velocidad. El escribano inclusó sacó tajada. Trocando un golpe en la sesera por otro de fortuna, fue ennoblecido por el Emperador. Desde entonces firmó sus escritos con el muy noble título de Ritter von Hohenfall, el Caballero de la Alta-Caída.
El emperador Fernando de Habsburgo, por si no lo habían notado, era un cachondo integral.
La primera defenestración de Ceuta ha sido un tanto menos espectacular -la víctima fue arrojada desde un primer piso y apenas se contusionó- pero curiosa a más no poder. Tras comprobar que la víctima vestía faldas y el agresor pantalones, la policía intuyó la existencia de un nuevo y oprobioso caso de violencia de género que, como tal, fue comunicado a la prensa.
Posteriormente, cuando bajo la falda apareció el equipamiento habitual del macho de la especie los agentes del orden hubieron de rectificar. Como ya no estamos ante la gravísima defenestración de una mujer vejada, la noticia no merece aparecer en los telediarios. Queda por determinar si se trata de la agresión a un travestido o del vil atentado contra un escocés. En cualquier caso y, por esas cosas que tiene nuestro ordenamiento jurídico, un delito de menor gravedad.
Que nombren al defenestrado Caballero del Frojolón con Falda y pelillos a la mar.
El emperador Fernando de Habsburgo, por si no lo habían notado, era un cachondo integral.
La primera defenestración de Ceuta ha sido un tanto menos espectacular -la víctima fue arrojada desde un primer piso y apenas se contusionó- pero curiosa a más no poder. Tras comprobar que la víctima vestía faldas y el agresor pantalones, la policía intuyó la existencia de un nuevo y oprobioso caso de violencia de género que, como tal, fue comunicado a la prensa.
Posteriormente, cuando bajo la falda apareció el equipamiento habitual del macho de la especie los agentes del orden hubieron de rectificar. Como ya no estamos ante la gravísima defenestración de una mujer vejada, la noticia no merece aparecer en los telediarios. Queda por determinar si se trata de la agresión a un travestido o del vil atentado contra un escocés. En cualquier caso y, por esas cosas que tiene nuestro ordenamiento jurídico, un delito de menor gravedad.
Que nombren al defenestrado Caballero del Frojolón con Falda y pelillos a la mar.
6 comentarios:
El derecho se parece cada vez más a la religión, hay que tener fe y, sobre todo, haz lo que quieras pero que no te vean...
Salud.
Con lo elegante que suena defenestración y lo bestia que es tirar a alguien por la ventana...
Céfiro:
Y aunque tengas fe, lo más probable es que acabes en el infierno.
Blanco Humano:
A mí me suena a medicament contra las almorranas, pero yo soy muy rarito.
Yo también lo hubiera tirado.
En todo caso, desde la ventana le hubiera preguntado si era travesti o escoces.
En el segundo caso, y luego de que se cambiara, lo hubiera invitado con un whisky.
Respetos.
Natalio
Yo no sé, pero creo que nuestro Derecho empieza a necesitar con urgencia una resvisión seria... Eso sí, Capi, ya puestos a retrassarla, que la hagan después de vuestras oposiciones, jejeje...
Besitos
Bueno. Yo solo espero que en el hospital no dependan también de lo de la violencia de género para determinar si le ponen una "escayola mayor" o una "escayola menor"al defenestrado con falda...
(Chungo. Sumamente chungo)
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