¡Albricias, Alvar Fáñez! Mi madre ha levantado el veto que prohibía hablar de su persona en esta bitácora. Por si acaso se arrepiente, aprovecharé para contar su primera experiencia con la medicina oriental.
Mi querida progenitora padece un recurrente dolor nervioso en la pierna. Tras comprobar cómo la medicina occidental se quedaba sin ideas para sanarle la pata, ha decidido concederle una oportunidad a la milenaria sabiduría del celeste imperio. Para alguien que lleva tres décadas vendiendo aspirinas y linimento Sloan resulta duro pasarse al polvo de huesos de dragón y los emplastos de grasa de tigre. Una ciática crónica es, sin embargo, un gran recurso para lograr conversiones. Dos veces por semana, mi madre se traslada a Alcorcón, donde un acupuntor chino de gramática imposible, emplea sus corvas a modo de alfiletero.
Cualquier otro que tuviera a un misterioso sanador oriental clavándole agujas en el pandero trataría de ganarse sus simpatías. Mi madre, que está dispuesta a asumir riesgos personales si es en beneficio de la ciencia, aprovecha para interrogar al acupuntor sobre su arte:
- Oiga, ¿para esto de clavar agujas ha estudiado algo o las va poniendo ahí al buen tuntún?
- No cuento chino. Acupuntol chino.
- Pues hay españoles que lo hacen también.
- Españoles, fácil. Stless, stless, aguja oleja. Yo difícil, yo lesiones, constlucción tleinta años espalda, yo acupuntol chino.
- Pues ahora hay muchas niñas chinas adoptadas por españoles.
- Padle acupuntol, hijo acupuntol. Apellido. Hija no apellido, no acupuntol. Sólo un hijo. Comunismo. No hija. Comunismo, repalto. Un hijo.
- ¿Mao-Tse-Tung?
- No Mao-Tse-Tung. Padle acupuntol, hijo acupuntol.
- Y a todo esto… ¿cómo sé yo que no ha usado estás agujas con alguna enferma? Mire que si me contagia algo...
- Aguja suya, bote con nomble.
- A ver ese bote…
Cualquier día de estos el oriental se va a hartar y le va clavar en todo el lomo un par de banderillas negras. Mientras tanto, lo cierto es que el dolor remite.
6 comentarios:
¡Vaya, bienvenida sea de vuelta la madre del capitán a estas sus páginas! Esperemos que el veto no asome de nuevo su fea cabeza por aquí.
Y la verdad es que es de admirar el interés de su madre por la ciencia, sí señor. Anda que yo iba a andar preguntando...
¿Y le enseñó el bote?
A buenas horas iban a contestarle en la S.S...
Yo también me alegro del levantamiento de la censura.
Siguiente opción: al curandero cubano
Murazor:
No parece que lo vaya a hacer.
Suri:
Se lo enseñó. El chino es como el sándalo, que perfuma el hacha que lo hiere.
Koala:
¿Ese te clava cosas?
Capitán, no estoy muy seguro de que quiera usted que el koala conteste a esa última pregunta suya...
Jijijji.
Er-Murazor, ¿en qué estarías pensando??
Contestaré brevemente: eleva la energía positiva.
¡A mi padre le remitió dolores!
Cuando después fue a un hospital en los USA y no le trataron con tanta dulcura, bien se acordaba de aquel cubano...
Publicar un comentario