El dragón de Komodo, que puede alcanzar los tres metros de longitud y los ciento cincuenta kilos de peso, es el lagarto más grande del mundo. A pesar de su enorme tamaño el bicharraco indonesio es un poco flojo de mandíbulas y su mordedura, por si sola, no basta para despenar presas de gran tamaño, que son las que tienen más chicha. Tampoco es que importe mucho. Tras recibir el bocado, el animal herido, huye desorientado, languidece, se tambalea y estira la pata. El dragón, que es un comensal muy paciente, reaparece para saciarse.
Con tales costumbres, bien se pudiera pensar que el reptil indonesio es bestia productora de mortal veneno. No piensa así, sin embargo, la generalidad de estudiosos del bicho. La muerte retardada de las presas se explicaría, no por ningún veneno, sino por los nefastos hábitos higiénicos del lagarto, que gasta menos en dentífrico que Tarzán en zapatos. Las agresivas bacterias que viven en la boca del varano infectarían las heridas de sus presas provocando una lenta y desagradable muerte por septicemia.
La teoría, que parece patrocinada por el Ilustre Colegio Oficial de Odontólogos, está en proceso de revisión. Un equipo de científicos australianos afirma haber encontrado glándulas secretoras de veneno en un discreto rincón de la testa del bicharraco, lo que echaría por tierra la divertida hipótesis del sarro asesino.
En cualquier caso, lávense los dientes antes de dormir y absténganse de besuquear lagartas.
4 comentarios:
lagarto, lagarto!!
Pues mirad, Capi, me gusta como sistema de asesinato... Seguro que podría librarme de la cárcel y todo, jajaja.. Lo pondré en uso con el próximo que se exceda, je je je (Risa malévola)
Besitos
Me gusta tu frase final, sobretodo si se tratan de lagartas de dos patas...
Mjjulieta:
Biiicho.
Esther:
Pero no creo que se te acerque nadie en años. Menudo aliento tienen los dragones.
Anónimo:
Tampoco conviene besar a las de cuatro.
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