Es un escándalo

Esta mañana ha sido detenido en Londres, Julian Assange, fundador de la polémica página Wikileaks. El arresto no ha sido motivado por la revelación de documentos de carácter confidencial sino por una serie de delitos sexuales de los que le acusan un par de suecas. El debate, dadas las circunstancias del caso, gira alrededor de la naturaleza de las suecas: si son rubias naturales o la ha teñido la CIA.

¡Vayan ustedes a saber! En cualquier caso, no es la primera vez que estas cosas suceden.

En 1916, Roger Casement, un destacado nacionalista irlandés, fue arrestado por la policía británica mientras gastaba el dinero del emperador prusiano en financiar una insurrección armada contra el Gobierno de Londres. A los ingleses, como ya se imaginan, les sentó regularcillo y lo condenaron a morir en la horca.

Mr. Casement era muy popular por sus numerosas actividades periodísticas y humanitarias, de modo que, al poco de publicarse la condena, comenzó una intensa campaña para pedir su indulto. El servicio secreto británico tenía, sin embargo, un buen as en la manga: los diarios personales del condenado incluían un larguísimo listado de proezas homoeróticas y pederastas realizadas a lo largo y ancho del globo que en la católica Irlanda podían sonar un poquito mal. De modo que extractaron los fragmentos más jugosos y los pusieron en circulación.

Tampoco es que que los diarios tuvieran mucha influencia en la disputa. Los partidarios del irlandés los tuvieron por falsos, sus detractores por auténticos y al interesado, que sabría mejor que nadie la verdad del asunto, lo colgaron del cuello sin que dijera ni mu.

Así pues, que piense cada cual lo que quiera.

Si les sirve de ayuda, la mayor parte de sus biógrafos consideran que el irlandés revolucionario gustaba mucho de dar por la retambufa y no solamente al gobierno inglés.