En la pecera de mi hermano, sincrética y multirracial, convive una abigarrada variedad de fauna. Sin embargo, no todo es felicidad en su océano doméstico. Uno de los inquilinos más vistosos, un elegante pececillo de luto, ha contraído una enfermedad fúngica tan severa como contagiosa. Por si no fuera ésta preocupación bastante existe un problema adicional: la medicina que podría salvarlo es potencialmente tóxica para los boqueroncitos de colores que nadan alrededor.
Ser Dios es un oficio complicado y lleno de responsabilidades. Para colmo, es muy desagradecido. Dos años lleva mi hermano preocupándose por sus criaturas y todavía tienen su templo sin empezar.
Cría cuervos...
7 comentarios:
Ya se que no tiene mucho que ver con el post, pero va con la especie.
El semen de peces que me han enseñado hoy vive 20 MISEROS SEGUNDOS (fuera del hielo)!!!!!!
Que calamidad de calidad espermatica!
Capitán, dígale a Dios que le disponga un lazareto aparte al leproso mientras necesite tratamiento. Y además, igual allí le da por instruirse un poco y se interesa por la arquitectura religiosa de una vez.
Casi que lo más éficaz va a ser que lo tire por el retrete... Y lo digo por experiencia.
¿Ya os habeis vuelto a acercar a la pecera de vuestro hermano, Capi?¿Pero cúantas veces es necesario deciros que mantengáis cierta distancia de seguridad? Pero claro, en toda mitología que se precie, y en toda religión, existe el dios caritativo, que cura, protege y cuida a sus siervos, y el malévolo que provoca las enfermedades y todas esas cosas... Lo que no sabía, Capi, es que habéis dejado de ser Capitán para ascender a dios... ¿Felicidades? (no sé yo si tanta responsabilidad es para felicitar o para daros el pésame)
Besitos
Dios tiene estas cosas, es que hoy en día no hay un puto oficio en el que no sientas la presión del mando, el estrés de que todo el personal dependa de tí. Lo de los peces, de traca, tengo un montón de experiencias de los peces de mis enanos, morían cada día y por la mañana los críos volvían a encontrar a sus Zipi y Zape abriendo la boca en la pecera. Eso hasta que uno de dio cuenta de que el ojo de Zipi (creo) había cambiado de color de la noche a la mañana (nunca mejor dicho). Ahora, creo que se han ido de vacaciones a la playa o por lo menos eso me han dicho los críos.
Un saludo, buena y original entrada
Polska:
Pobres bichos, no me extraña que se mueran. Con esa falta de calidad espermática la vid ano merece la pena.
Nicanica:
Pue scomo no se lo haga en el retrete...
Gárgamel:
Que era lo que estábamos diciendo.
Esther:
¡Hey! Que yo ni me he acercado.
J. eMe:
Los peces son contingentes, solo el dios del mar es necesario. ooooooooommmmmmmm
No lo dice él, lo dice la selección natural: ¡Fuego con el negro sin ningún tipo de remordimientos!
Y la verdad, no cualquiera puede jugar a ser Dios eficientemente. Recuerdo a una amiga que incurrió en un clásico de la literatura con su pecera: soltar un pintoresco depredador de aspecto inocente entre el cardumen irregular que con tanto esfuerzo había sacado adelante. Para cuando llegó a la primera conclusión lógica sobre la desaparición de los peces solo quedaba el 30% ¡Si esas criaturas tuvieran altavoces y hablaran!!!!
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