domingo, mayo 03, 2009

Guerra


Hay guerras que por lo alejado de su localización o el escaso interés que despiertan sus contendientes escapan de la cobertura de los medios de comunicación.  No esperen por tanto, encontrar en la prensa noticias del encarnizado combate que sostiene mi padre con las palomas, animales que en la antigüedad se consagraban a Venus y modernamente se afanan en excrementar inmuebles.

Las aves codician la terraza de nuestro piso por considerarla un lugar idóneo para establecer sus nidos.  Mi padre, por el contrario, sostiene que aquel es territorio ancestral de nuestra tribu -no en vano contiene tiestos que pertenecieron  a mi bisabuela- y se niega a consentir cualquier cesión de terreno. 
 
Hasta la fecha, el conflicto se había mantenido dentro de los usos de la honesta lid -zureos desaforados contra golpes en el cristal, retirada de nidos contra destrucción de geranios- pero esta mañana se ha traspasado el límite de lo razonable.  Un comando de palomas, con notorio desprecio por el Derecho Internacional, ha bombardeado con armas químicas de procedencia intestinal el jamón de bellota que se oreaba en la terraza.

¡Hasta ahí podíamos llegar! Desde este mismo momento renuncio a mi neutralidad.  A la siguiente paloma que se pose en el alféizar de mi ventana la despeno con el hueso del jamón profanado.

8 comentarios:

Ignacio dijo...

Ese guano es letal; yo tiraría el jamón entero

si, bwana dijo...

Concido totalmente con su padre. Todos los días tengo que ir esquivando las deposiciones de estos despreciables bichos que me esperan en los árboles para bombardearme. Ya me han desgraciado una gabardina recien estrenada. ¡Guerra total!

koala dijo...

Te faltará hueso con tanta paloma.

¡¡Te echo de menos!!

Achab dijo...

Ignacio:

El hueso es útil aún como arma contundente.

Bwana:

¡Guerra!

Koala:

No creas, el hueso es reutilizable...

¿Te puedo rascar en la pancilla de koala?

Esther Hhhh dijo...

Uff... Yo tenía un problema similar en mi balcón, Capi, sobretodo antes de venirme a vivir definitivamente.

La primera medida que adoptamos fue la colocación masiva de CD's. Esto surtió efecto hasta cierto punto, ya que dejaron de usar el balcón casi todas... Pero algunas incautas tuvieron el valor de traspasar las trincheras, no pudiendo salir después de ellas. El resultado fue: cuatro palomas muertas.

Actualmente creo que la medida más contundente, aparte de los cd's, que siguen en el balcón, son dos guardianes que no tienen precio: Mi perro y mi gata. Ambos frecuentan el balcón para sus apreciados baños de sol y de paso mantienen a las palomas alejadas. Parece ser que a ellas no les acaba de convencer la idea de verse perseguidas por un perro negro y una gata tricolor ;-)

Besitossssss

Achab dijo...

Esther:

Mi padre probó un gato de plástico como repelente, pero no funcionó.

Hans dijo...

Palomas, ratas con alas. Zaragotham está invadida. Y encima, cuando alguien sensato empezó a resolver el problema, a facilitando su tránsito mediante el eficaz expediente de dejar por las áreas invadidas miguitas de pan adecuadamente 'tratadas', la gilipollez verdosa puso el grito en el cielo.
NO hay manera.-

Esther Hhhh dijo...

Capi, ¿Queréis comparar un gato de plástico con dos bichos, sobretodo uno en concreto, que no paran de moverse? aaaish....

Besitos