Vayamos por partes. No seré yo quien niegue el carácter peculiar del silbo gomero y la conveniencia de facilitar su análisis, estudio y conservación, pero el silbo, una función biyectiva que empareja cada fonema del castellano con un silbido diferenciado, tiene tanto derecho a llamarse lengua como el código Morse. Tampoco es caso único en el mundo. Sistemas equivalentes existen en México, África, Asia y la isla griega de Eubea, que, por cierto, también se encuentra en Europa.
Profesor titulado de silbo canario, impartiendo una clase
En un país normal las declaraciones del comisario serían, con todo, excelentes noticias; una excusa perfecta para sacarle pasta a la Unión y emplearla en el estudio concienzudo del origen, funcionamiento y evolución del silbo. Unas clases voluntarias para los interesados tampoco estarían mal. Si además aprovecharan para difundir la receta del mojo picón, pues miel sobre hojuelas. Por el contrario, el gobierno de la isla se lo ha tomado como un espaldarazo a su decisión de introducir el silbo como asignatura obligatoria en los colegios gomeros y una invitación a extender su horario. Confiemos en que las horas de silbo se detraigan de las matemáticas, la geografía o alguna otra asignatura inútil, franquista y complicadísima de silbar.
Yo, por mi parte, he decidido revelar mi condición de depositario final de una tradición lingüística olvidada. En el pueblo de mis ancestros se hablaba, hasta hace bien poco, el gañaní, una lengua flexiva y semiaglutinante de origen preindoeuropeo cuyo último hablante nativo trabajó de tractorista para mi abuelo.
No es que yo llegara a dominar aquel lenguaje, cuyas sutilezas excedían con mucho las del chino mandarín, pero el prolongado contacto con aquel sabio labrador me permite asegurar que la frase castellana "Muchachos, por favor, dejad la pelota y tened cuidado que paso con el tractor" se expresaba "¡Yeeeeeeeeeeeeeeeheeeeeeeee!" en correcto gañaní.
"Cagüensanrós quisián jelao losajos"
Por otra parte, la locución: "yajayäh khjarrambao triho n'comurra ande na'Murriala" podía traducirse por "ya hemos sembrado trigo en la finca grande que se llama La Monreala", "los vendimiadores rumanos llegarán mañana a las tres" u "órdago a grande, chica, pares y juego" según el contexto, la situación y la época del año.
Es poco material para reconstruir un idioma, pero para pedir una subvencioncita yo creo que sí que me da.
4 comentarios:
Capi Capi Capi... ¿Ya os habéis expuesto otra vez al sol?¿Y sin cervecita a mano? Claaaaaaro, os habréis ido a jugar al tenis, ahora que estamos en época, sin gorrita ni nada, y después de la sudada (recogiendo pelotas, se entiende) os habréis metido en la piscina de golpe (seguro que alguna rubita habría mirando que os ha incitado a tiraros de cabeza y sin ducharos primero) ¿Y ahora qué? Aaaaish... Hacedme el favor y proteged esa cabecita, que mirad que cosas acabáis contando...
Besitosssss
PD: De la foto de abajo, ¿cual de los dos es oriundo de vuestro pueblo, el peludo o el monje? Yo apuesto por el peludo ;-P (tiene un aire a vos).... (lo digo por la altura, eh, que conste...)
Al tal Orban deben haberlo llevado de paseo al Parque de Garajonay, donde se habrá quedado traspuesto a silbidos.
Que no lo dejen ir a Asturias, por favor.
Ahí le ha dao. Ni tráfico de anchoas ni leches: administrador único de las subvenciones de millones de gañaníhablantes.
Esther:
El peludo. El monje es de Alpedrete.
Bwana:
De Asturias saca cuatro idiomas como poco.
Suri:
Lo mismo hasta me hacen lehendakari.
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