jueves, marzo 19, 2009

El arte de despiezar borregos y otras habilidades de utilidad

Antes de que el hombre blanco inventará el solomillo con foie y patatas panadera, en las bodas españolas se servía una pataza de cordero a cada comensal. Estaba mi padre despachando una de aquellas cuando un camarero, admirado por la incomparable habilidad con la que separaba la carne de los huesos, se acercó para elogiar su destreza en el manejo del cuchillo.


Mi padre consideró oportuno explicar el origen de su técnica:

-Verá usted, en casa tengo dos pequeños monstruos que lloran como energúmenos si topan con una sola espina en el pescado.  A partir de ahí, es sólo cuestión de práctica.

De cómo coloca el cordero en la fuente somos, en cambio, inocentes.


A hornear borregos aprendió cuando estaba de moda el Tetris.

5 comentarios:

Cattz dijo...

Con las espinas nos dejaban que nos las apañáramos, pero en los bocadillos de jamón serrano mi padre nos lo cortaba en trozos diminutos porque le aterrorizaba que nos ahogáramos.

Anónimo dijo...

Bueno, no seas quisquilloso...si caber, cabe.
Ahora, cuando tenga que darle la vuelta para que se cocine el otro lado, ya no sé...

Ginebra dijo...

Pues está estupendamente bien colocado, oiga, no sé qué tiene que objetar.

koala dijo...

¡Pero qué arte tiene tu padre!

Echo de menos su bizcocho...

Achab dijo...

Cattz:

Y no te ahogaste. Funcionó.

Anónimo:

Es fácil. No le da la vuelta.

Ginebra:

Los tres martillazos que fueron necesarios para encajar la pata.

Koala:

¿Pero no te dan de comer? ¡¡¡Que me matan el koala!!!