Hoy, al salir del trabajo, me he ganado una insignia de boy scout. Poca cosa, en realidad. Una infortunada señora ha tropezado con un socavón y se ha abierto la ceja con un bordillo. Como yo entiendo más de demandas que de suturas y era tiempo más de curar la herida que de litigar con el Concello, he acompañado a la lesionada al centro de salud más cercano.
Los médicos han sido amabilísimos, pero, lo crean o no, he tenido que pelearme con los burócratas de la entrada para que obviasen el domicilio de la paciente y le permitieran acceder a una cura de urgencia. Así de absurdo y así de triste: la señora con la cara ensangrentada y yo peleándome con un recepcionista.
No sé qué tendrá este país para que cualquier división administrativa mediananmente racional acabe por transformarse en una taifa beligerante, pero visto lo visto, es cuestión de momentos que le declaren la guerra al ambulatorio más próximo.
martes, octubre 26, 2010
Taifa
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5 comentarios:
Gorra de plato y bigote ya para los funcionarios.
Quien dice taifas dice también la Bulgaria comunista.
Qué razón tienes.
Más que declararle la guerra al ambulatorio vecino, como te estés desangrando o sacando las tripas y acudas al ambulatorio prohibido, perdón, al no asignado, te echan sal en la herida y la maldición de todos los demonios verdes.
De acuerdo que estar en atención al público en un ambulatorio es un trabajo duro, pero hay quien parece más Cancerbero de la Divina Comedia que Personal de Atención al Público. Y no quiero generalizar pero esta ha sido mi experiencia no una, sino varias veces.
Por unos ambulatorios autogestionados y asamblearios, ¡ya!
Hay que democratizar los ambulatorios (y las ambulatorias.)
Voten al FLAN (Frente de Liberacion Ambulatorio Nacional)
P.D. Enhorabuena por su civismo
Además, seguro que el rifi-rafe tuvo que ser en gallego por imposición de la recepcionista...
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