Publicaban ayer los periódicos las andanzas homicidas de un paisano de Badajoz, apodado "el Bueno" por sus vecinos. Sería muy bueno el tipo, pero si no llega a ser por la buena puntería de la Guardia Civil, el benéfico labriego hubiera despoblado la comarca de cánidos y humanos.
Claro, que no es cuestión de sorprenderse demasiado: apodos desafortunados ha habido muchos en la Historia. Para su general ilustración y previsible regocijo les contaré la vida de Juan de Valois, Rey de Francia.
El tal Juan no ocupó el trono francés en el mejor momento. Corrían los peores tiempos de la Guerra de los Cien Años, la autoridad real estaba en entredicho, el tesoro en las últimas y el país infestado de bandidos, ingleses y demás gentes de mal vivir. Visto que Francia tenía mal arreglo a corto plazo, Juan decidió ocuparse de su propio bienestar: devaluó la moneda, sacó unas perras con la operación y se dedicó a darse la vida padre con sus amigotes. La juerga podía haber continuado indefinidamente si, tras una desastrosa derrota en las cercanías de Poitiers los ingleses no lo hubieran tomado prisionero y embarcado para Londres.
Fijado su rescate en tres millones de coronas, una pasta gansa en oro de ley, el Rey Juan ordenó a sus compatriotas que rebuscaran el dinero por donde fuera mientras él permanecía noblemente en poder de sus pérfidos captores. Noblemente significa como el noble que era: cazando, banqueteando, bebiendo y fornicando a cargo del erario inglés. Mientras tanto, en Francia, los funcionarios del Tesoro exprimían hasta las piedras tratando de rebañar el descomunal rescate.
Aunque sólo se habían realizado pagos parciales, los ingleses accedieron a un canje de rehenes: Juan volvió a París para recaudar el resto y su hijo Luis se quedó con los británicos comiendo pastel de riñones. El arreglo funcionó durante un rato, pero pronto Juan comprobó que su reino estaba arruinado y que no le quedaba dinero ni para pagar el rescate ni, lo que era más grave, para irse de copas. Ese día, Juan de Valois puso su mejor cara de digno caballero y cruzó la frontera. Con la excusa de su insolvencia se entregó de nuevo a los ingleses y retomó su divertida vida de cautivo juerguista hasta el final de sus días.
Pues sepan ustedes que semejante pájaro ha pasado a la Historia como "el Bueno". Juan II, el Bueno, con un par.
Lo bueno sería el perderle de vista.
Digo yo.
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miércoles, diciembre 19, 2007
Buenos chicos
Categorías: apodos, historietas históricas
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6 comentarios:
SEguro que se bautizó él mismo...
Pues mira, a algunos es mejor perderles de vista incluso pagando si hiciese falta, y con alfombra roja. Si además quedan de buenos, pues oye, con que no vuelvan...
Yo a más de un rey mandaría a que hiciese gasto a los ingleses
pues eso, un "buen" pájaro.
Y qué buena idea ha tenido Guandarrrr ¿no querrán secuestrar a ninguna alteza más estos buenos británicos o, al menos, pagarles las cacerías?
Oyeeeee pues el chico fue muy bueno y honrado al volverse a sus captores por no poderles pagar, jejejejejeje... Si si, a algunos parece que les vale la pena ser "buenos" y algunos van de "buenos" y son malos bichos, pero eso sí, oye, les va de miedo, si es que.... Visto así yo creo que voy a dejar de ser buena y voy a ser "buena" que parece que las comillas hacen mucho ;-P
Besitos
Qué pasa, que la ironía nunca se ha aplicado a los sobrenombres históricos?
Criaturilla:
O sus cronistas, que, para el caso...
Guandarrr, Zorro:
Los ingleses ya no se dejan, han espabilado mucho.
Esther:
Honradíiiiiiiisimo.
Dhavar:
Alguna vez, como con Carlos el Calvo, que tenía más pelo que una chiva.
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