Esta tarde, mientras disfrutaba del sol en una plazuela de Pontevedra, me he entretenido contemplando los juegos de un grupito de chavalines. Armados con pistolas de plástico los muchachitos se perseguían imitando los disparos con burdas onomatopeyas:
- ¡Pam!
- ¡Pum!
- ¡Bam!
- ¡Bum!
Al rato, debieron considerar aquella hostilidad insuficiente, pues los líderes de ambas facciones procedieron a dedicarse amenazadores desafíos. Recurrieron, imagino, a expresiones recogidas del mal hablar de los adultos. Su inocencia les jugó, sin embargo, una mala pasada. El niño que abrió la ofensiva proclamó berreando:
- ¡Te voy a romper el culo!
Su rival respondió con igual torpeza:
- ¡Te voy a partir el corazón!
- ¡Pam!
- ¡Pum!
- ¡Bam!
- ¡Bum!
Al rato, debieron considerar aquella hostilidad insuficiente, pues los líderes de ambas facciones procedieron a dedicarse amenazadores desafíos. Recurrieron, imagino, a expresiones recogidas del mal hablar de los adultos. Su inocencia les jugó, sin embargo, una mala pasada. El niño que abrió la ofensiva proclamó berreando:
- ¡Te voy a romper el culo!
Su rival respondió con igual torpeza:
- ¡Te voy a partir el corazón!
3 comentarios:
Dios, bendita inocencia.
De todos modos, está bien dicho, ambas cosas son amenazas dolorosas!
Esa conversación hubiese encajado mejor en otro contexto, una discusión entre homosexuales.
(Vale, tenía que ser yo el políticamente incorrecto)
Rune:
Lo del corazón duele, sí. Lo otro me remito a su criterio.
HVN:
Eso mismo.
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