sábado, septiembre 30, 2006

Heterodoxos, Cismáticos y Rebeldes

La verdad es que a mí los herejes de la antigüedad me caían bien. Un tipo que se arriesgaba a que lo molieran a palos, lo encarcelaran, lo quemaran o lo decapitaran por afirmar cosas tan etéreas como que el Padre, el Hijo y el Espíritu son tres aspectos de una sola persona divina y no tres personas de una sola divinidad (Sabelio), que el Hijo está subordinado al padre (Arrio) o que el pecado original no mancha la naturaleza del hombre (Pelagio), por lo menos revelaba una cierta y arrojada testarudez que no me puede resultar indiferente.

Pero, claro, incluso en un club tan selecto hay virtuosos. Mi favorito, sin duda, es un tal Marción de Sínope, quien, en un arrebato de originalidad, sostuvo que Yahwé no era el Dios cristiano, sino un demiurgo o diablejo violento, celoso, genocida e incompetente que creó un mundo chapucero y aberrante. Semejante desmadre obligó al Dios verdadero a mandar a su Hijo para arreglar las cosas. Curiosamente, las gentes de Sínope, en vez de apalearlo, lo elevaron a la sede episcopal. Cosas que pasan, que diría el señor Vonnegut.

Sin embargo, los herejes modernos no resisten la comparación. Miren si no al cardenal Milingo, famoso prelado africano aficionado a los exorcismos coloristas, que se ha ganado una nueva excomunión (las coleciona) por algo tan soso como ordenar cuatro obispos casados. Por lo menos la anterior vez que se metió en líos fue por algo más vistoso: casarse él mismo con una coreana regordeta en una ceremonia masiva de la secta de Moon. En cualquier caso, una niñería comparada con lo del señor Marción.

Menos mal que siempre hay alguien que mantiene el nivel en su justo lugar, aunque en el caso que relataré el mérito estribe más en la originalidad de la sanción que en la sustancia de la heterodoxia. Cuando, hace unos añitos, el obispo de Évreux consiguió cabrear al papa con sus continuas declaraciones heterodoxas, éste le castigó ascendiéndole a Arzobispo de Partenia. ¡Vaya un castigo! -dirán. Pues hombre, teniendo en cuenta que la ciudad norteafricana de Partenia fue engullida por el desierto hace dieciséis siglos, yo le veo cierta irónica gracia a la pena.

Por cierto, que la historia tiene su coda. Visto que su nuevo obispado le quedaba un poco incómodo con tanta arena y tan poco feligrés, el heterodoxo galo se abrió una página en internet fundando la primera diócesis virtual de que se tenga noticia.

El hombre será todo lo heterodoxo que se quiera, pero recursos no le faltan.

5 comentarios:

Juan Miguel Barbero Rubio dijo...

Mas puede un necesitao que un abogao dicen por aqui en el sur querido capi

Esther Hhhh dijo...

Me encanta, esta pena me encanta. Si es que Juan Pablo II va a resultar después de todo que tenía un delicado y elegante gusto por la ironía y el humor sarcástico.
En el fondo, a mi que estos dos fueron amigos, y se veían a escondidas, ya saben, la imagen es la imagen.
Voy a cotillear la diócesis virtual de marras.
Besitos

Esther Hhhh dijo...

Por cierto Capi, supongo que el papa era Juan Pablo II si fue hace unos años no pudo ser otro, pero si fue otro ya me poneis al día...
Besos

Achab dijo...

The_Pressident:

La hambre aguza los ingenios.

Esther:

Sí, era Juan Pablo.

Lek dijo...

Ciertamente, hasta los herejes de antes eran más hombres que los de ahora... todo decae mi buen capitán.

Y lo de Partenia, una putada en toda regla. "Escave, señor Arzobispo, escave; que quien busca, halla", que le diría el Papa, no sin cierto recochineo xD